La justicia brit¨¢nica establece que el Parlamento debe aprobar el ¡®Brexit¡¯

El fallo se produce despu¨¦s de que un grupo de personas encabezadas por Gina Miller, empresaria y fil¨¢ntropa de la City, recurriera a la justicia para garantizar al Parlamento una mayor participaci¨®n en el proceso del Brexit.

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Se trataba de determinar si es el Gobierno o el Parlamento el que tiene la autoridad para informar formalmente a Bruselas de que Reino Unido pretende abandonar la UE. El art¨ªculo 50 del Tratado de Lisboa, que abre el periodo de dos a?os para negociar la ruptura, establece que cualquier Estado miembro puede salir ¡°de acuerdo con sus propios requisitos constitucionales¡±. El tenor del precepto deja abiertas ambas interpretaciones: la de May, que considera que la prerrogativa real otorga a la primera ministra el poder de informar a Bruselas, y la de los demandantes, que defienden que corresponde al Parlamento. El magistrado que ley¨® el fallo destac¨® que ¡°la norma m¨¢s fundamental de la legislaci¨®n constitucional brit¨¢nica es la soberan¨ªa parlamentaria¡±.

El dictamen supone un duro varapalo a May, ya que le quita la raz¨®n en un asunto trascendental y socava su autoridad en la negociaci¨®n. La decisi¨®n, si se convierte en firme, puede entorpecer y ralentizar el proceso de salida de Reino Unido, al someterlo a pleno escrutinio parlamentario.

?Podr¨ªan los diputados llegar a bloquear el Brexit? Te¨®ricamente, s¨ª; pero es un escenario improbable: pocos estar¨ªan dispuestos a revocar una decisi¨®n tomada en refer¨¦ndum. Por otro lado, a pesar de que los diputados votaron mayoritariamente por la permanencia, las circunscripciones electorales que los eligieron lo hicieron por el Brexit.

S¨ª podr¨ªan tratar de reconducir el proceso hacia una salida m¨¢s limitada, la opci¨®n que se conoce como Brexit suave, que priorice el acceso al mercado ¨²nico renunciando a la intransigencia con el control de fronteras. La preferencia del Gobierno de May, a juzgar por las cartas mostradas hasta la fecha, parece ser precisamente la contraria.

El fallo se adentra en un delicado terreno sin mapear de la constituci¨®n no escrita de los brit¨¢nicos. No est¨¢ claro, por ejemplo, en qu¨¦ deber¨¢ consistir la participaci¨®n del Parlamento: si se circunscribir¨ªa a una mera aprobaci¨®n (s¨ª o no) o si se tratar¨ªa de un verdadero proceso de legislaci¨®n. En el primer caso, la votaci¨®n podr¨ªa ser r¨¢pida, respetando el compromiso de May de activar el art¨ªculo 50 antes del final de marzo; en el segundo, estar¨ªamos ante un proceso lento, que incluir¨ªa probablemente a las dos C¨¢maras, y un debate duro.

El Gobierno quiso transmitir una imagen de normalidad. May no compareci¨® para valorar un fallo con el que, seg¨²n declar¨® una portavoz de Downing Street, ¡°el Gobierno est¨¢ decepcionado¡±. ¡°No tenemos ninguna intenci¨®n de permitir que la decisi¨®n haga descarrilar nuestro calendario de activar el art¨ªculo 50¡±, a?adi¨®.

Los diputados m¨¢s proeuropeos no disimularon su alegr¨ªa por el fallo, que consideran abre la posibilidad de evitar la ruptura radical que propugnan los ministros responsables de las negociaciones del Brexit. Tambi¨¦n los nacionalistas del SNP, la tercera fuerza en la C¨¢mara con 54 diputados, mostraron su satisfacci¨®n por una decisi¨®n que esperan aumente su capacidad de influir en el proceso y salvaguardar los intereses de los escoceses, que votaron mayoritariamente por la permanencia. El l¨ªder de la oposici¨®n, Jeremy Corbyn, insisti¨® en que los laboristas ¡°respetan la decisi¨®n de los brit¨¢nicos de abandonar la UE¡± pero defienden ¡°la transparencia y la rendici¨®n de cuentas al Parlamento sobre los t¨¦rminos del Brexit¡±.

Los m¨¢s fervientes antieuropeos, por su parte, tampoco ocultaron su enfado por una decisi¨®n que, en palabras de Nigel Farage, el todav¨ªa l¨ªder del UKIP, constituye un ¡°intento deliberado¡± de ¡°traicionar a los votantes¡±. Incluso hubo quien, en las bancadas conservadoras, plante¨® la conveniencia de unas elecciones anticipadas, que pudieran mejorar la endeble mayor¨ªa tory y evitar un escenario peligroso para May: un Parlamento envalentonado dispuesto a ponerle las cosas dif¨ªciles ante el trascendental desaf¨ªo.