¡°La prensa tiene que ser tan libre como sea posible¡±
El modelo de autorregulaci¨®n del sector period¨ªstico en el pa¨ªs escandinavo refuerza la confianza de los lectores
El sistema sueco de au?torre?gulaci¨®n de la prensa acaba de cumplir un siglo y es el m¨¢s antiguo del mundo. Los gigantescos cambios que ha vivido la prensa, con la irrupci¨®n de las redes sociales y la transformaci¨®n de los h¨¢bitos de lectura del papel al m¨®vil, no han debilitado la autorre?gulaci¨®n, m¨¢s bien todo lo contrario: se ha convertido en un sello de calidad, que ha logrado mantener unos ¨ªndices de lectura de peri¨®dicos muy elevados en este pa¨ªs. De hecho, cuando estall¨® el esc¨¢ndalo de News of the World y se revelaron los abusos de los tabloides en Reino Unido, numerosas miradas se dirigieron al pa¨ªs n¨®rdico como soluci¨®n para esta profunda crisis de credibilidad.?El Reuters Institute public¨® un amplio informe sobre la autorregulaci¨®n en 2012. Una de sus conclusiones es que se trata de un sistema que deja claro ¡°que la libertad de informaci¨®n, no es un fin en s¨ª mismo sino que debe de tener una funci¨®n democr¨¢tica y de inter¨¦s p¨²blico¡±.
La ley de libertad de prensa sueca sumada al inmenso poder que proporciona la transparencia de los documentos p¨²blicos otorga a los periodistas una capacidad de actuaci¨®n casi ilimitada.?Sin embargo, su c¨®digo ¨¦tico es mucho m¨¢s restrictivo que la legislaci¨®n. "?Por qu¨¦ los medios han decidido no utilizar toda la libertad que les han dado?", se pregunta Ola Sigvardsson (Linder?ds?sen, Suecia, 1954), el ombudsman (defensor del pueblo) de la prensa en Suecia. La respuesta es que la credibilidad y el servicio a los lectores por encima de cualquier otra consideraci¨®n. El papel de Sigvardsson es el de una especie de fiscal que estudia y analiza las quejas. Cuando considera que est¨¢n justificadas, las eleva al Consejo de Prensa, ¨®rgano formado por jueces, ciudadanos y las organizaciones profesionales, que impone una rectificaci¨®n y hasta una multa. Es ajeno al Estado, su pertenencia es voluntaria y los medios que pueden ser amonestados no solo est¨¢n en ¨¦l porque quieren, sino que pagan para mantenerlo. Estudia unos 500 casos al a?o, de los que 50 acaban convirti¨¦ndose en un tir¨®n de orejas. Antes de ser elegido ombudsman en 2011 ¡ªun cargo electo y renovable¡ª, Sigvardsson trabaj¨® como periodista durante 35 a?os y ocup¨® cargos de responsabilidad en diferentes diarios. Asegura que cuando un peri¨®dico es sancionado por el Consejo, sus responsables no lo olvidan nunca. Sigvardsson visita Madrid esta semana, donde da una conferencia el martes en la Asociaci¨®n de la Prensa. Esta entrevista fue realizada en su oficina de Estocolmo.
Pregunta. ?Cree que el modelo sueco puede ser exportado a otros pa¨ªses?
¡°Es muy peligroso para una sociedad que los informadores se dejen llevar por el miedo¡±
Respuesta. De hecho, ha sido exportado, aunque nunca de una forma exacta, porque la cultura cambia de un pa¨ªs a otro. Pero la idea de la autorregulaci¨®n de la prensa, que los medios se responsabilicen de un alto nivel de ¨¦tica, puede ser exportado. No es una fantas¨ªa, es algo que se puede llevar a cabo perfectamente y que comparten muchos pa¨ªses.
P. ?Cree que la crisis econ¨®mica que ha sacudido a la prensa ha afectado a la exigencia ¨¦tica?
R. En este tema solo puedo hablar por Suecia y tendr¨ªa que decir que no. Cuando empez¨® la crisis, era director de un diario. Tuvimos muchas discusiones y algunos pensaban que deber¨ªamos bajar un poco el nivel de nuestros principios. Pero eso desapareci¨® con bastante rapidez. Hoy, lo que resulta muy interesante en los medios suecos es que siguen el c¨®digo ¨¦tico muy cerca, no vemos que lo abandonen. La mayor¨ªa de los directores con los que he hablado mantienen que la ¨¦tica es una forma de mostrar calidad y que la calidad es lo que buscan los lectores.
¡°Muchos partidos pol¨ªticos de Europa no quieren una prensa libre porque no se adapta a sus creencias¡±
P. En el nuevo panorama en el que se mueven los medios, con las redes sociales, la nueva forma en que los lectores se informan sin pasar a veces por la prensa tradicional, ?sigue siendo v¨¢lido el modelo de autorregulaci¨®n?
R. Es mucho m¨¢s importante ahora, aunque estos nuevos medios no se han adherido a nuestros sistema. Algunos pueden difundir rumores o historias que no son ciertas, pero no puedes enfrentarte a ellos con la autorre?gulaci¨®n, porque tiene que ser voluntaria. El ombudsman de la prensa existe porque los peri¨®dicos suecos se han unido voluntariamente y han aceptado ser regulados por esta instituci¨®n. Piensan que es algo positivo, que pueden exhibir ante los lectores, los pol¨ªticos y los ciudadanos en general. Cualquier diario o bloguero, no importa que se imprima o no, puede postularse para entrar en este sistema. Ya forman parte de este consejo 25 diarios digitales porque quieren la autorregulaci¨®n, la vigilancia que ofrece nuestro sistema.
P. ?Es una marca de calidad?
R. S¨ª, es as¨ª. Muchos de los 25 diarios digitales que forman parte del sistema son locales. Y su voluntad es mostrar a sus lectores que son sinceros, que no van a abusar de su confianza. Queremos que el sistema de autorregulaci¨®n sea nuestra etiqueta de calidad.
P. ?Cree que, como se ha escrito muchas veces, estamos viviendo en un momento de posverdad y que el concepto de verdad ya no es tan v¨¢lido como antes? ?C¨®mo afecta a la prensa?
R. Creo que es una oportunidad para los medios serios, que quieren ser ¨¦ticos y mostrar la verdad. Cada vez m¨¢s gente se da cuenta de que muchas cosas que encuentras en Internet o afirmaciones de los pol¨ªticos no son fiables. Hasta ahora, seg¨²n una encuesta que se ha hecho en Suecia, la confianza en los tabloides ha bajado mucho, pero los diarios de calidad s¨ª que mantienen unos ¨ªndices de confianza muy elevados. Creo que esta situaci¨®n es una oportunidad para aquellos que quieren seguir haciendo periodismo de calidad.
P. ?Por qu¨¦ su sistema de autorre?gulaci¨®n no entra en cuestiones de opini¨®n, ni tampoco se mete con la parcialidad o la correcci¨®n pol¨ªtica? ?Charlie Hebdo no ser¨ªa nunca asunto suyo?
R. No. Creo que, en una sociedad democr¨¢tica, la prensa tiene que ser tan libre como sea posible. Y dentro de esta libertad, de acuerdo con la ley y con mi propio sentido de la ¨¦tica, un peri¨®dico puede ser parcial, no podemos criticarlo por eso como tampoco por no ser pol¨ªticamente correcto. Nosotros trabajamos con la difamaci¨®n de individuos. Si una mentira o una posici¨®n parcial del diario o una afirmaci¨®n pol¨ªticamente incorrecta hace da?o a un individuo, estudiamos el da?o realizado a la persona, pero solo en ese caso.
R. ?Cree que tenemos en Europa un problema de libertad de expresi¨®n, por ejemplo, en todo lo relacionado con la religi¨®n, como las vi?etas de Mahoma?
R. Es un problema muy diferente, es muy serio. Si la autocensura se convierte en dominante entre los periodistas, no podr¨¢n hacer bien su trabajo. Es algo muy peligroso para la sociedad cuando los periodistas se dejan llevar por el miedo. La autocensura no es un problema ¨¦tico, si un diario no quiere publicar las vi?etas de Mahoma no es algo con lo que trabajemos en esta instituci¨®n. Y si las publican, no puedes quejarte ante mi oficina porque no se trata de la difamaci¨®n de un individuo. Muchas veces son provocaciones sobre una religi¨®n, el islam: de acuerdo con la ley sueca y con nuestro sistema ¨¦tico, no puedes difamar a una religi¨®n, una empresa, una autoridad, un club de f¨²tbol. Solo puedes difamar a personas, a seres humanos.
P. ?Cu¨¢l es para usted la mayor amenaza en Europa para la libertad de prensa?
R. Los cambios pol¨ªticos. Es una pregunta pol¨ªtica y no soy un pol¨ªtico, pero s¨ª soy un ciudadano: creo que es el viento que sopla en toda Europa, en Polonia, Francia, Reino Unido, Holanda... Muchos de esos partidos no quieren una prensa libre como la que tenemos ahora por muchos motivos, pero sobre todo porque no se adapta a sus creencias, como ocurre en Holanda o en Hungr¨ªa, y no digamos en Turqu¨ªa, aunque esa es otra historia. El mayor peligro es un cambio pol¨ªtico que nos lleve hacia un menor inter¨¦s en la necesidad de defender la libertad de expresi¨®n y de prensa.
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