El jefe de los esp¨ªas de Francia jugaba muy sucio
El exresponsable de los servicios secretos cre¨® una red de contactos para beneficiar a Sarkozy, el imperio del lujo y la mafia corsa
El t¨®pico de que en los servicios secretos est¨¢n los hombres m¨¢s limpios para los trabajos m¨¢s sucios se incumple en Francia. Bernard Squarcini, jefe de la poderosa Direcci¨®n General del Servicio Interior hasta 2012, ha utilizado m¨¦todos ilegales para beneficiar a su antiguo mentor, el expresidente Nicolas Sarkozy, o a su actual patr¨®n, Bernard Arnault, due?o del imperio del lujo LVHM. Imputado en septiembre por tr¨¢fico de influencias y obstrucci¨®n a la justicia, El Escualo, como se le conoce en el sector, encabeza una red con turbios intereses que llegan hasta la mafia corsa.
Nacido en Rabat en 1955, el polic¨ªa Squarcini ha dedicado buena parte de su vida a la lucha contra el terrorismo corso, el de ETA o el yihadista. Pese a haber sido condecorado siete veces -tiene cuatro cruces espa?olas-, los franceses asisten estos d¨ªas perplejos a las informaciones que se difunden sobre su turbio pasado y presente. Sobre todo cuando a¨²n no se han recuperado de la historia de Bernard Barbier, exjefe t¨¦cnico del servicio de espionaje exterior hasta 2014 que, ante estudiantes de su antiguo colegio, cont¨® en agosto c¨®mo espi¨® a China, Canad¨¢ o Espa?a, c¨®mo confirm¨® que Washington pinchaba cuentas de altos cargos del El¨ªseo o c¨®mo guio a un comando franc¨¦s para matar yihadistas en Mauritania.
El esc¨¢ndalo llega ahora de la mano de Squarcini. Hab¨ªa estado destinado en C¨®rcega en los ochenta y su prestigio hab¨ªa llegado al c¨¦nit cuando, en 2003, siendo Sarkozy ministro del Interior, hab¨ªa detenido al hist¨®rico independentista Yvan Colonna por el asesinato del prefecto de la regi¨®n. Por haza?as como esa, Sarkozy no dud¨® en nombarle jefe del espionaje interior en cuanto lleg¨® al El¨ªseo en 2007.
All¨ª estrech¨® relaciones con el grupo que hoy se hace llamar Happy Few. O Club de Quenza, el pueblecito en el que suelen pasar sus vacaciones y donde algunos tienen casa propia. Son amistades peligrosas. Por ejemplo, la de Claude Gu¨¦ant, exministro del Interior con Sarkozy y ahora imputado por repartir sobresueldos y por un caso de financiaci¨®n ilegal de origen libio del partido de Sarkozy.
O Christian Flaesh, exjefe de la Polic¨ªa Judicial de Par¨ªs, imputado por filtrar al Escualo informaci¨®n reservada sobre LVMH y sobre casos abiertos contra Sarkozy. Al grupo tambi¨¦n pertenecen un exjefe de la polic¨ªa nacional, Fr¨¦d¨¦ric P¨¦chenard, y un exprefecto de Par¨ªs, Michel Gaudin. Los dos trabajan hoy en el c¨ªrculo m¨¢s cercano al exjefe del Estado.
En junio de 2012, nada m¨¢s llegar Fran?ois Hollande al El¨ªseo, Squarcini fue apartado de su cargo. Enfadado, dej¨® la administraci¨®n p¨²blica. Cre¨® su propia empresa de seguridad, firm¨® un contrato de 12.000 euros mensuales con LVHM y estableci¨® su despacho en la exclusiva avenida parisina de Montagne, donde se concentran las tiendas de moda m¨¢s caras del pa¨ªs.
`El Escualo? envi¨® una nota confidencial sobre financiaci¨®n ilegal del PS a Sarkozy y a LVMH
La justicia empez¨® a interesarse por sus actividades. En marzo de 2013 le intervinieron el tel¨¦fono y ahora el diario Le Monde cuenta el escandaloso fruto de esas escuchas. En abril de 2013, y a petici¨®n de Michel Gaudin, jefe de gabinete de Sarkozy y miembro del Happy Few como exjefe de la polic¨ªa nacional, El Escualo les hizo llegar a ambos una nota redactada por los servicios secretos. En ella se dec¨ªa que el dinero de una cuenta en Suiza a nombre de J¨¦r?me Cahuzac, entonces ministro de Hacienda, hab¨ªa servido para la financiaci¨®n ilegal del Partido Socialista.
En el colmo de la deslealtad, El Escualo envi¨® la misma nota al gabinete del potentado Bernard Arnault, el segundo hombre m¨¢s rico de Francia. En la conversaci¨®n con uno de los empleados de la firma propietaria de Louis Vuitton o Christian Dior, se refiere a Hollande como ¡°el usurpador¡± y le cuenta que Sarkozy, con quien dijo tener una cita, ¡°ha le¨ªdo la nota y le ha interesado¡±.
Su actividad oculta es muy variada. En marzo de 2013, habl¨® por tel¨¦fono con Nathalie Kosciusko-Morizet, dirigente del partido de Sarkozy, sobre qu¨¦ hacer para perjudicar al ex primer ministro Fran?ois Fillon y a la exministra Rachida Dati, a quien hab¨ªa investigado discretamente para saber de qui¨¦n estaba embarazada. ¡°Realmente ella es¡¡±, dice Kosciusko-Morizet. ¡°Una loca¡±, acaba la frase El Escualo.
Los investigadores tambi¨¦n han descubierto que Squarcini guardaba en su casa un detallado documento sobre el minucioso registro realizado hace a?os, a ra¨ªz de un robo, en casa de S¨¦gol¨¨ne Royal, ministra de Medio Ambiente y expareja de Hollande. Y en una caja bajo llave, otros documentos sobre los datos aportados por Herv¨¦ Falciani, el inform¨¢tico que entreg¨® un listado con miles de presuntos defraudadores clientes del HSBC.
Squarcini orden¨® espiar a un jefe policial que investigaba a la mafia corsa bajo la incre¨ªble acusaci¨®n de que trabajaba para Argelia
Las pesquisas han salpicado gravemente a su sucesor, Patrick Calvar, tambi¨¦n integrante del Happy Few. Ha llegado a ser interrogado porque facilit¨® a Squarcini datos sensibles que le pidi¨® sobre varias personas o por hacer favores a la familia de Arnault, tambi¨¦n a demanda de su antecesor. ¡°Es un amigo¡±, se ha justificado Calvar. Con su red de influencias en su antigua casa, hasta consigui¨® sacar del listado de sospechosos ¨Cel fichero S- a un millonario ruso.
Otra v¨ªctima es Christian Flaesch, ya apartado en 2013 como jefe de la polic¨ªa judicial por haber avisado al entorno de Sarkozy de una investigaci¨®n sobre financiaci¨®n ilegal del partido procedente de Libia. Meses antes, Squarcini le pidi¨® datos sobre una demanda presentada por Hermes contra LVMH. ¡°Yo me entero¡±, le responde. Y as¨ª es, porque le remiti¨® una amplia nota de la causa. Por eso es por lo que est¨¢ imputado.
La mafia corsa
Uno de los cap¨ªtulos m¨¢s oscuros revela la extra?a relaci¨®n del exjefe de los esp¨ªas con la mafia corsa. Marie-Claire Giacomini, relacionada con una red de juego de los corsos, se refiere a ¡°mi tito¡± cuando habla de El Escualo. Los dos, junto con un implicado en una red de venta de drogas, fueron fotografiados juntos en Par¨ªs en una operaci¨®n policial contra el tr¨¢fico de estupefacientes.
A¨²n es m¨¢s extra?o uno de los cap¨ªtulos de la operaci¨®n contra la mafia corsa del juego en Par¨ªs: el jefe policial encargado del caso fue sometido a escuchas por orden de Squarcini bajo la incre¨ªble acusaci¨®n de que trabajaba con los servicios secretos argelinos. Result¨® ser falso, pero gracias a las escuchas se conoci¨® todo lo que el polic¨ªa estaba investigando.
El Escualo sigue ocupando su despacho. Y su restaurante preferido en la capital sigue siendo La Villa Corsa, frente a la sede de la Unesco y cerca de la Torre Eiffel. Hace unos d¨ªas, vestido con traje y abrigo negros, se dirig¨ªa a mediod¨ªa a su trabajo con un amigo. "Desde luego, no era un polic¨ªa o un agente de los servicios de informaci¨®n, porque tenemos prohibido acercarnos a ¨¦l o hablarle", cuenta uno de sus excolaboradores
?Los hombres m¨¢s limpios para los trabajos m¨¢s sucios? En Francia, algunos destacados esp¨ªas cumplen, y muy bien, solo la segunda parte.
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