Hillary Clinton emplea la artiller¨ªa electoral para que los latinos le den Florida
Barack Obama acompa?a a la candidata dem¨®crata para rascar hasta el ¨²ltimo voto
Este domingo, dos d¨ªas antes de las elecciones, el presidente Barack Obama dar¨¢ un mitin por Hillary Clinton en una ciudad de Florida sin aparente trascendencia. Se llama Kissimmee.
En Kissimmee (69.000 habitantes) hay un lago con garzas. En Kissimmee hay se?ales de Peligro cocodrilos. Conduciendo por sus carreteras hay tiendas de productos Disney donde puedes comprar a buen precio un unicornio de peluche color arco¨ªris o un b¨²ho con los ojos rellenos de purpurina dorada.
Pero en Kissimmee, sobre todo, hay boricuas. Obama no busca unicornios.
Ocurre que los c¨¢lculos dicen que el voto en Florida podr¨ªa decidir la presidencia de Estados Unidos, y que el factor crucial en la orientaci¨®n de ese voto podr¨ªa ser el aumento del electorado puertorrique?o, de tendencia dem¨®crata.
¡°Trump es muy racista pal a?o que estamos. Estamos en 2016 y ¨¦l sigue con eso¡±, dice Yaritza M¨¦ndez tras el mostrador de comida de Melao Bakery, un restaurante boricua de Kissimmee que exhibe lemas humanistas como ?Abraza lo mejor de los dem¨¢s! o tropical-cristianos como Dios primero y lo dem¨¢s¡ que haga fila.
M¨¦ndez tiene 29 a?os y lleg¨® a Estados Unidos en 2015. Forma parte de la ¨²ltima ola de puertorrique?os en Florida. Los que escapan de la bancarrota fiscal de la isla, unos 200.000 desde 2012, se calcula, asent¨¢ndose una gran parte en lo que se conoce como Florida Central, en especial en el entorno de Orlando, donde se encuentra el condado de Osceola, que incluye Kissimmee: lo que hoy busca Obama para Clinton.
Al menos tres de cada cuatro boricuas votan dem¨®crata. Por eso la llegada de m¨¢s puertorrique?os, con derecho a voto por ser ciudadanos del Estado libre asociado, puede ser clave en un estado de distribuci¨®n de voto tan ce?ida como Florida, donde Gore perdi¨® con Bush por 537 votos y Obama gan¨® a Romney por 70.000.
Necesitamos que la se?ora Clinton gane por el voto boricua para poder exigir lo que necesitamos
Jimmy Torres, activista
¡°Nosotros necesitamos que los n¨²meros digan que la se?ora Clinton gan¨® la elecci¨®n gracias al voto boricua para demostrar nuestra fuerza y poder exigir luego lo que necesitamos¡±, explica el activista Jimmy Torres en un desabrido mall de Orlando.
La entrevista se corta cuando un miembro de seguridad del centro comercial se acerca a pedir que apaguemos la c¨¢mara. Es un imberbe anglosaj¨®n que no habla ingl¨¦s. Torres lo conmina a que llame al m¨¢nager del mall. El muchacho se va y en lugar de volver con el gerente aparece acompa?ado por un agente hispano de la polic¨ªa de Orlando.
Con respeto pero severo, el puertorrique?o agente Rivera le repite la orden al puertorrique?o activista Torres, pasando del espa?ol al ingl¨¦s:
¨CO ponen la c¨¢mara en el carro o tienen que irse. It¡¯s mall property [es propiedad del centro comercial].
Abandonamos el mall, pero Torres se queda satisfecho de haber discutido.
¨CAqu¨ª, viejito, you have to make your point [tienes que hacerte respetar]. Tenemos que quitarnos de encima la mentalidad de minor¨ªa.
En Kissimmee son mayor¨ªa: un 60%. Empezaron a llegar en los noventa por la necesidad de Disney de mano de obra barata y ahora llegan por la crisis de la isla.
Pero la comunidad boricua en Florida no est¨¢ asentada como la de Nueva York o la de Chicago. Est¨¢ en maduraci¨®n pol¨ªtica. ¡°Queremos repetir la experiencia de los cubanos en Miami¡±, dice Torres. Estas elecciones se presenta por primera vez por Florida un boricua a la C¨¢mara de representantes y en los condados de Florida Central abundan como nunca los puertorrique?os que aspiran a cargos p¨²blicos.
El mi¨¦rcoles en un centro de votaci¨®n de Kissimmee, donde tambi¨¦n compite un puertorrique?o por primera vez a la alcald¨ªa, hac¨ªan campa?a para ser sheriff dos anglosajones y un boricua, Marco L¨®pez, un sargento pele¨®n que ha demandado a la oficina del sheriff por sentirse discriminado en el cuerpo. Cerca de ¨¦l un detective puertorrique?o originario de Nueva York ¨Cnuyoricans, les llaman¨C ped¨ªa el voto para uno de los otros dos contendientes y comentaba que L¨®pez no estaba preparado: ¡°No basta con ser boricua en un pueblo de boricuas para merecerte ser el sheriff¡±. L¨®pez se acerc¨® despu¨¦s y dijo de su paisano: ¡°Ese nuyorican ha creado una campa?a de odio contra m¨ª¡±.
La noche anterior, a unos kil¨®metros, un grupo de jubilados jugaba al domino en un club de puertorrique?os. Casi todos hab¨ªan ejercido el voto por adelantado y se lo hab¨ªan dado a Clinton. Menos Rafael Otero, un militar retirado de 54 a?os que recuerda las partidas de domin¨® que montaba con sus compa?eros boricuas en las noches de Faluya o de Bagdad en la guerra de Irak. ¡°Trump cuidar¨¢ mejor a los veteranos¡±, dice Otero, votante republicano. ¡°Hillary ya estuvo en el poder con su marido Bill y nunca pasaron una reforma a favor de los inmigrantes¡±.
Las fichas de domin¨® corr¨ªan y entrechocaban sobre las mesas como los datos electorales en el cerebro de los estrategas de Trump y Clinton a medida que corren las horas hacia el d¨ªa del juicio final. Pero los boricuas jugaban relajados. Como Cecilia R¨ªos, que a sus 76 a?os tiene en el domin¨® su mejor medicina.
¡°Disfruto y me olvido de todo. Hasta del Donald Trump¡±.
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