No podemos seguir pensando que la realidad se equivoca
Sondeos y periodistas vuelven a fallar al interpretar las tendencias del cambio social
¡°Votad contra la prensa corrupta. Los medios deshonestos no tienen ni idea de lo que est¨¢ pasando. Los medios corruptos nunca ense?an las multitudes que hay en mis m¨ªtines¡±. Con esta frase, Donald Trump (desde el 20 de enero, presidente Trump) cerr¨® su mitin final, igual que el resto de su campa?a: arremetiendo contra la prensa. Pese a que el futuro inquilino de la Casa Blanca miente m¨¢s que habla (The Washington Post?divulg¨® un feliz t¨¦rmino para este fen¨®meno: post-truth politics), lo cierto es que el resultado del 8N muestra que ni encuestadores ni periodistas pueden seguir pensando que la realidad se equivoca. Y ah¨ª acert¨®.
Van demasiados ejemplos en este 2016 de errores de unos y otros y no hemos aprendido nada. Primero, el Brexit. Luego, Colombia. Ahora, en el Despacho Oval, un tipo que no es que cuestione a Darwin, es que no cree ni en el derecho natural m¨¢s elemental. Lo imposible se ha hecho real. Los soci¨®logos lo llaman el ¡°voto disruptivo¡±, la expresi¨®n de un malestar generalizado en amplias capas de la sociedad, sin distinci¨®n de edades, una rebeli¨®n contra la modernidad y los valores de la Ilustraci¨®n, entre ellos los medios. ¡°Solo les mueve una angustia absoluta y el rechazo hacia el sistema, por lo que su comportamiento es dif¨ªcil de predecir. Veremos muchas m¨¢s elecciones de este tipo¡±, asegur¨® recientemente en una entrevista Cliff Young, directivo de la consultora Ipsos.
Dejando aparte las encuestas, la espiral del silencio, el voto oculto, el que uno llame o pregunte a un encuestado y este le diga lo que quiere o¨ªr, hace 60 a?os hubiera sido impensable para todo el planeta que una especie de prestidigitador, un show man, un machista, mis¨®gino y racista, que ha amenazado con disparar contra su oponente, adornado con un peinado inenarrable ganase las primarias del Partido Republicano, menos a¨²n la presidencia de EE UU. Ahora ya no. La prensa lo subestim¨® al principio, nos re¨ªmos de ¨¦l, parec¨ªa un freakie y eso que los grandes medios estadounidenses como The New York Times y The Washington Post corrigieron el tiro y empezaron a sacar los trapos sucios del candidato, en la mejor tradici¨®n del mejor periodismo americano que tanto admiramos, lo que no parece haber servido. Pero si gan¨® las primarias dentro de su partido, ?por qu¨¦ no iba a ganar el n¨²mero 1600 de Pennsylvania Avenue? ?Por qu¨¦ no? ?D¨®nde est¨¢ el sorpasso latino? ?D¨®nde el voto de las mujeres que iba a impedir lo que ha pasado?
La respuesta es f¨¢cil. Los periodistas estamos acostumbrados a trabajar con lo racional, a seguir las encuestas, a no salir de nuestra zona de confort, a pensar que del razonamiento A necesariamente se pasar¨¢ al B (ergo si Obama ha gobernado durante ocho a?os lo normal es que gane Hillary) a que la gente al final es sabia y razonable, a juntarnos o a pensar que todo el mundo es como nosotros y tienen que optar por el progreso, la ciencia y el avance. A vivir en una burbuja y, en los ¨²ltimos tiempos, a alejarnos de lo que piensa la gente real (uno de los requisitos b¨¢sicos del oficio) algo que Facebook y Twitter solo han empeorado, pese a que la evidencia demuestra no hay nada que sustituya bajar a la calle y ver. Quiz¨¢ hemos perdido el olfato. Como dijo Bob Dylan, el reciente Premio Nobel: ¡°Los tiempos est¨¢n cambiando. Venid, escritores y cr¨ªticos que profetiz¨¢is con vuestra pluma y mantened los ojos bien abiertos, la ocasi¨®n no se repetir¨¢¡±. ?O repetiremos con Marine Le Pen?
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