En las ant¨ªpodas de 1989
Fue un 9 de noviembre cuando cay¨® el Muro y el mundo se despert¨® con Trump en la Casa Blanca. Entonces la democracia avanzaba. Hoy sufre, y varios pa¨ªses regresan a la ¨®rbita rusa
El pasado 9 de noviembre, el mundo contempl¨® at¨®nito la irrupci¨®n del populismo en el m¨¢ximo templo del poder global, la Casa Blanca, al conocerse los resultados de las elecciones del d¨ªa anterior ganadas por Donald Trump. Por una de esas dolorosas iron¨ªas de las que la historia est¨¢ llena, la fecha es la misma en la que cay¨® el muro de Berl¨ªn.
Era 1989. El mundo sal¨ªa de d¨¦cadas de miedo provocado por la Guerra Fr¨ªa, y entraba en una era de esperanza. En 2016, abandona definitivamente la etapa de la esperanza ¡ªpalabra s¨ªmbolo de la presidencia Obama¡ª y Occidente vuelve a bascular alrededor del eje del miedo (temor a la p¨¦rdida del bienestar, de las tradiciones, de la seguridad) que a¨²pa la ola populista que recorre Europa y Estados Unidos. Entonces, ca¨ªan vallas, alambradas y muros; hoy, resurgen. Si Trump propone blindar la frontera mexicana, en Europa no paran de crecer los lindes protegidos. Y las barreras no solo se yerguen contra la circulaci¨®n de personas, sino tambi¨¦n en el comercio.
Tras 1989, la democracia liberal protagoniz¨® una gran onda expansiva. La organizaci¨®n Freedom House contabilizaba entonces 69 democracias; para 1999, el n¨²mero hab¨ªa llegado a 120. En lo que va de siglo, ese n¨²mero se ha estancado, con leves oscilaciones arriba o abajo. Adem¨¢s, muchas de las que son formalmente democracias electorales han metamorfoseado en lo que se conoce como democracias autoritarias; otras que no llegan a ese punto son sin embargo presas del virus populista hasta extremos inquietantes. EEUU y Reino Unido (Trump y Brexit), m¨¢ximos referentes de la democracia liberal, entre ellos.
Pero 1989 se aleja no solo por el deterioro del tejido democr¨¢tico en muchos pa¨ªses; sino tambi¨¦n por el reacercamiento de varios Estados a la ¨®rbita de la Rusia autoritaria de Putin. Este domingo, Bulgaria y Moldavia han celebrado elecciones presidenciales: en ambas ha ganado un candidato filorruso. Turqu¨ªa vuelve a mirar con inter¨¦s su relaci¨®n con Mosc¨². Y, lo m¨¢s inquietante, varios de los l¨ªderes ultraderechistas en auge, muestran respeto o hasta admiraci¨®n por la manera de gestionar el poder encarnada por Vlad¨ªmir Putin. Marine Le Pen y Trump encabezan la fila.
Con una decisi¨®n que ahora parece premonitora, Obama decidi¨® por sorpresa un ¨²ltimo viaje a Europa antes de abandonar la Casa Blanca. Sus destinos son Grecia y Alemania. El primero, para avivar la antorcha de la democracia en su lugar de nacimiento; el segundo, para entregar el testigo a la persona que se yergue como la principal defensora ante la deriva populista: frau Angela Merkel. Precisamente en Berl¨ªn. Donde se despedaz¨® el tel¨®n de acero. Y triunf¨® el nacionalsocialismo.
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