Violaciones en grupo, la barbarie sexual de Brasil
Los abusos sexuales colectivos se repiten de norte a sur del pa¨ªs, mientras sus v¨ªctimas guardan silencio
¡°Imploraba para que parasen, pero no serv¨ªa de nada. Me hac¨ªan m¨¢s da?o. Poco a poco aparecieron m¨¢s hasta que me di cuenta de que hab¨ªa diez hombres abusando de m¨ª. Me dec¨ªan que me matar¨ªan que me lanzar¨ªan a una cloaca si gritaba¡±. El relato de Claudia (nombre ficticio), una vendedora de ropa de 34 a?os y madre de tres hijas, ocup¨® las p¨¢ginas de algunos peri¨®dicos locales de R¨ªo de Janeiro a finales de octubre. Era la ¨²ltima v¨ªctima conocida de una violaci¨®n colectiva en Brasil, un crimen que se comete de norte a sur del pa¨ªs, pero que las mujeres mantienen en silencio.
Muchas piensan que se lo merecen, algunas sienten verg¨¹enza y otras temen ser asesinadas. Con algunas excepciones m¨¢s medi¨¢ticas, la sociedad lee sus relatos espeluznada, pero calla igual que la mayor¨ªa de sus v¨ªctimas. Brasil registr¨® 45.460 violaciones en 2015, 125 por d¨ªa, seg¨²n el Foro Brasile?o de Seguridad P¨²blica, y se calcula que solo el 10% de las v¨ªctimas denuncia.
Claudia, despu¨¦s de que su exnovio divulgase un v¨ªdeo con contenido sexual, se convirti¨® en el juguete er¨®tico de los narcotraficantes de su barrio, en un municipio pobre de la regi¨®n metropolitana de R¨ªo. La paraban en la calle y la obligaban a hacer sexo oral en cualquier esquina o, como la ¨²ltima vez, la buscaban en el bar para violarla en grupo. Aquella noche de octubre, en la que diez menores de edad la amenazaron con penetrarla con ramas de ¨¢rboles, habr¨ªa sido una m¨¢s si no hubiese aparecido la polic¨ªa. La llevaron a la comisar¨ªa en el mismo coche patrulla que dos de sus violadores y su vida se rompi¨®. Tuvo que dejar su casa y acogerse a un programa de protecci¨®n de v¨ªctimas. ¡°Nunca quise denunciar por miedo a lo que me est¨¢ ocurriendo ahora: ver mi vida devastada¡±, dijo.
Los casos de violaciones grupales se han repetido en el ¨²ltimo a?o en un pa¨ªs en el que, seg¨²n una encuesta del Instituto Datafolha, EL 30% de su poblaci¨®n est¨¢ de acuerdo con que la mujer que usa ropa provocativa no puede quejarse de ser violada. En Piau¨ª, un Estado del noroeste de Brasil, se han conocido tres episodios desde mayo del a?o pasado, revelando una cultura diseminada en todo el pa¨ªs. El m¨¢s escandaloso, en el que cinco menores de edad y un adulto lanzaron A cuatro j¨®venes por un barranco de diez metros de altura despu¨¦s de violarlas, acab¨® con la muerte de una de las v¨ªctimas, de 17 a?os.
Brasil es el quinto pa¨ªs m¨¢s violento contra la mujer
Brasil, que tiene una ley espec¨ªfica para penalizar el feminicidio y otra para condenar las agresiones de g¨¦nero, tiene una tasa de 4,8 homicidios por cada 100.000 mujeres, la quinta mayor del mundo seg¨²n datos de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud. Los n¨²meros de 2013 (¨²ltimos datos objeto de estudio) revelan que 4.762 mujeres murieron asesinadas. La mayor¨ªa de los homicidios de (50,3%) fueron cometidos por familiares de la v¨ªctima y un 33% por su compa?ero o excompa?ero.
Los datos m¨¢s recientes sobre violaciones sexuales revelaron 45.460 casos en 2015, un reducci¨®n del 10% respecto a 2014, que no necesariamente significa una ca¨ªda de los abusos sino que puede implicar menos denuncias. En n¨²meros absolutos, S?o Paulo y R¨ªo de Janeiro lideran las estad¨ªsticas, pero son los Estados del interior los que alcanzan tasas de hasta 60 violaciones por cada 100.000 habitantes.
Los cr¨ªmenes adquirieron una nueva dimensi¨®n cuando los violadores comenzaron a grabar y divulgar las agresiones. Fue as¨ª que el mundo supo que una joven carioca de 16 a?os hab¨ªa sido violada por 30 hombres en una favela de R¨ªo de Janeiro a finales de mayo, en el caso que m¨¢s visibilidad dio a este tipo de crimen. Tras la investigaci¨®n se descubri¨® que no fueron 30, pero siete hombres fueron denunciados por grabar y abusar de la chica inconsciente. No era la primera vez. La joven solo denunci¨® porque su violaci¨®n fue compartida en todas las redes sociales. ¡°La visibilidad genera debate, pero el tratamiento de la v¨ªctima expuesta se complica. S¨ª es verdad que desde aquel episodio, muchas m¨¢s mujeres nos han contactado y tienen m¨¢s facilidad para identificar los abusos¡±, explica la psic¨®loga Cristina Fernandes, referencia en R¨ªo en el tratamiento de violencia sexual y que tuvo como paciente a la adolescente.
La comisaria responsable de ese caso, Cristiana Bento, que ya ha investigado otras tres violaciones en grupo que nunca aparecieron en los peri¨®dicos, destaca que muchas v¨ªctimas no son conscientes del abuso. ¡°Hay j¨®venes que no se dan cuenta de que son v¨ªctimas de ese crimen b¨¢rbaro. Es parte de su vida. A menudo, en las favelas, el jefe del tr¨¢fico de drogas, elige a las chicas que los traficantes usar¨¢n para satisfacer sus deseos sexuales y las familias no pueden hacer nada. Son ellos los que imponen las reglas de conducta y quien se rebela paga con su vida¡±, explica.
La violencia, sin embargo, recorre toda la pir¨¢mide social as¨ª como el miedo de denunciar. "No puede asociarse a la pobreza", defiende la psic¨®loga. ¡°Cualquier mujer tiene dificultad en pedir ayuda. De la misma manera que una mujer pobre es reh¨¦n de la miseria, de milicianos o de los narcotraficantes, la mujer de clase media alta es v¨ªctima de la moral y las buenas costumbres. Todas tienen miedo de poner su vida patas arriba y callan¡±.
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