Mujeres en tiempos de c¨®lera
En las conductas de muchos de los l¨ªderes pol¨ªticos se aprecian graves rasgos mis¨®ginos
Vivimos tiempos de cambio social. Las condiciones de vida de partes importantes de las poblaciones nacionales est¨¢n sufriendo modificaciones relevantes desde hace varios a?os. Muchas de ellas, finalmente, se han hecho perceptibles.
Envejecimientos m¨¢s prolongados, sin seguridad social para soportarlos. Migraciones mayores que se piensan como p¨¦rdidas de identidad. Logros que no pueden materializarse en los mercados laborales. Movimientos de capitales que se miran y se sienten destructivos, an¨®nimos e incontrolados. Acumulaci¨®n de derechos sin capacidades transformadoras ni de lo individual ni de lo colectivo. Conformaciones pol¨ªticas generadas por esperanzas pasajeras. P¨¦rdida de libertades por la b¨²squeda de arropamientos paternalistas, transferentes de la personalidad. Llenado de vac¨ªos con otros vac¨ªos. Alejamiento de lo que, con bastante ingenuidad, se pens¨® estar¨ªa hoy a la mano y no ha hecho m¨¢s que volverse a alejar para constituirse, nuevamente, en futuro a perseguir. As¨ª es o as¨ª se percibe por muchos nuestra realidad actual.
En una reciente entrevista, la historiadora inglesa Mary Beard dijo lo siguiente: "La verdad inc¨®moda es que cuando los romanos pensaban en momentos de cambio pol¨ªtico, pensaban en t¨¦rminos de violencia contra las mujeres" (Letras Libres, noviembre 2016). Desde que le¨ª estas palabras hace un par de semanas, han estado en mi cabeza. No tanto por lo que pudo haber acontecido en Roma, sino por lo que pudiera estar sucediendo ahora. Supongamos, para ahorrar tiempo, que Beard tiene raz¨®n. Que as¨ª como ella lo sostiene, las cosas ocurrieron entonces.
?Hay diferencias entre ese tiempo y el nuestro? ?La dominaci¨®n romana sobre las mujeres era una caracter¨ªstica ¨²nica de ese pueblo o es apreciable en otros? Si lo fuera, ?ser¨ªan m¨¢s relevantes las incertidumbres del cambio social que la cultura de una poblaci¨®n espec¨ªfica? Es decir, que como patr¨®n general, ?los cambios sociales o al menos una clase de ellos generar¨¢n entre los hombres la necesidad de dominar a¨²n m¨¢s a las mujeres? En palabras de ella misma, que los hombres fantasear¨¢n "con que las mujeres son rebeldes e ingobernables" y tuviera sentido intentar controlarlas.
Es evidente que la ansiedad asociada con el cambio social produce consecuencias no s¨®lo en las mujeres sino en todos quienes viven en subordinaci¨®n. Quiz¨¢ lo que llama la atenci¨®n en el caso espec¨ªfico de las mujeres, es que su condici¨®n plena err¨®neamente se hab¨ªa dado por sentada. En las conductas de muchos de los l¨ªderes pol¨ªticos en el poder o con aspiraciones a tenerlo, se aprecian graves rasgos mis¨®ginos. Comentarios, conductas, modos de expresar la debilidad, primero y la inferioridad despu¨¦s, de la mujer en s¨ª misma y frente al hombre. Lo importante del fen¨®meno no es s¨®lo lo que esa clase de sujetos hace, sino las consecuencias que su actuar tiene.
De un tiempo para ac¨¢ se premia m¨¢s el desplante o la actitud de desprecio, tanto que con base en ellos parecieran estarse constituyendo nuevos ¨®rdenes pol¨ªticos. En la cotidianeidad hay dos cosas m¨¢s, tristes y crecientes: la ampliaci¨®n de las violencias contra las mujeres y el disimulo general ante ello. El fen¨®meno parece inverso por el aumento del discurso y la denuncia de casos concretos. Sin embargo, en lo general, en el d¨ªa a d¨ªa y m¨¢s all¨¢ de ejercicios enfocados, las cosas van a peor.
Los a?os por venir parecen cargados de males. Las correcciones a la econom¨ªa global, la generaci¨®n de nuevos e igualmente discursivos derechos humanos, las recreaciones tecnol¨®gicas, no ser¨¢n suficientes para corregir lo que dej¨® de funcionar, menos para echar a andar algo nuevo. Ser¨¢n paliativos para alargar las esperanzas dentro de las crisis. Los reacomodos grandes tardar¨¢n en llegar, si es que llegan.
En ese contexto, conviene tener muy presentes las observaciones de Beard, tanto por si son exactas, como por si ¨²nicamente son aproximativas. Las mujeres no son las causantes de las crisis sociales de la humanidad ni de los hombres. No son los seres que distorsionan la realidad en su beneficio y requieren ser sometidas. El cambio pol¨ªtico no debe pasar por su dominaci¨®n. Tampoco por su instrumentalizaci¨®n. Recordar esto, por obvio que hoy parezca, es esencial para el proceso civilizatorio de los complejos a?os que vendr¨¢n.
Actualmente es Ministro de la Suprema Corte de Justicia de M¨¦xico.?@JRCossio
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