Trump, recluido en un torre¨®n dorado
El presidente electo ha convertido su opulenta torre de la Quinta Avenida de Nueva York en el laboratorio de pruebas del nuevo Gobierno
El primer damnificado de la victoria de Donald Trump en las presidenciales s¨ª es el 1% m¨¢s rico de la poblaci¨®n. O al menos una parte de esa ¨¦lite econ¨®mica. Las tiendas de Tiffany¡¯s y Gucci, ubicadas en los bajos de la Torre Trump de la Quinta Avenida de Nueva York, hogar y cuartel general del magnate, llevan una semana blindadas por fuertes medidas de seguridad y viendo sus ventas caer. Desde la noche electoral, el propio Trump apenas ha salido de su torre.?Dice la prensa local que nadie en su entorno, ni ¨¦l mismo, confiaba en llegar tan lejos, hasta la Casa Blanca, y que la formaci¨®n de un Gobierno resulta m¨¢s complicada de lo que esperaba.
Pol¨ªticos y asistentes entran y salen del inmueble, la polic¨ªa monta guardia armada hasta los dientes y los turistas se hacen selfies desde la acera de enfrente. Dentro, en el vest¨ªbulo, la prensa aguarda cualquier se?al o visita que ilumine sobre c¨®mo va a ser la nueva Administraci¨®n de la primera potencia del mundo. Es un sitio singular la Torre Trump, buque insignia del imperio inmobiliario: los m¨¢rmoles y ascensores dorados conviven con la venta de suvenires de Trump fabricados en Asia o una rudimentaria cafeter¨ªa de Starbucks.
En la era del rechazo a las dinast¨ªas, la familia del presidente electo ha formado su propia saga pol¨ªtica a la velocidad del rayo
El rascacielos se construy¨® deliberadamente hortera, destinado a un perfil de rico muy espec¨ªfico. ¡°Los cr¨ªticos eran esc¨¦pticos, pero al p¨²blico obviamente le gustaba. No me refiero al tipo de persona que hered¨® su fortuna hace 175 a?os y vive en la 84 con Park Avenue [la zona m¨¢s selecta de Manhattan], me refiero al italiano adinerado con la esposa guapa y el Ferrari rojo. Esos ven¨ªan en manadas¡±, explicaba el propio magnate unos a?os despu¨¦s de inaugurar el inmueble.
Ahora se ha convertido en el laboratorio de pruebas de la nueva Administraci¨®n. Desde all¨ª, Trump llama, se re¨²ne y utiliza su cuenta en Twitter como si a¨²n fuera el candidato deslenguado, y no ya el presidente electo. Lo mismo ataca a The New York Times, el peri¨®dico estadounidense m¨¢s reputado en el mundo, o critica las manifestaciones contrarias a su futura presidencia. Dinast¨ªas familiares La imagen de Trump y su familia entrevistados en el programa 60 minutes el domingo, sentados en una siller¨ªa dorada y tapizada en colores pastel, parec¨ªa una estampa de la realeza.
En unas elecciones de rechazo a las dinast¨ªas pol¨ªticas (el republicano Jeb Bush no pas¨® de las primarias y Hillary Clinton ha ca¨ªdo derrotada en parte por su condici¨®n de esposa de un expresidente), Trump ha creado una nueva saga pol¨ªtica a la velocidad del rayo. Sus tres hijos mayores fueron figuras principales durante la campa?a y tanto ellos como su yerno, Jared Kushner (marido de Ivanka), forman parte del equipo de transici¨®n.
Para otear posibles conflictos de intereses que puede generar la presidencia con el conglomerado empresarial no ha habido que esperar demasiado. La firma de su hija mayor, Ivanka, aprovech¨® la entrevista para promocionar el brazalete de oro que esta llevaba, de 10.800 d¨®lares. La empresa envi¨® publicidad con la fotograf¨ªa de ella en el programa y las caracter¨ªsticas de la joya.
La familia presidencial presenta muchas singularidades. Para la mayor parte de pol¨ªticos y sus familias mudarse a la Casa Blanca es un shock, aunque provengan de un ambiente ya acomodado, pues la protecci¨®n y el constante cuidado del servicio secreto crea una sensaci¨®n de aislamiento, de burbuja. Para los Trump, acostumbrados a volar en su propio avi¨®n y a alojarse en sus propios inmuebles, no habr¨¢ demasiada novedad.
Como contaba el empresario en uno de sus libros, su cabello siempre estaba limpio porque no se enfrentaba a los elementos muy a menudo: ¡°Vivo en el edificio donde trabajo, tomo el ascensor de mi habitaci¨®n a la oficina. El resto del tiempo, me muevo en mi limusina, mi jet privado, mi helic¨®ptero o mi club en Palm Beach, Florida¡±, dec¨ªa en How to get rich (C¨®mo hacerse rico), de 2004. Doce a?os despu¨¦s se ha erigido en ¡°la voz de la gente¡±, inconforme con el establishment.
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