¡°La radicalizaci¨®n es m¨¢s un problema de totalitarismo que religioso¡±
El alcalde de la ciudad belga, de la que no ha salido ning¨²n yihadista, defiende su modelo integrador
Que no haya salido ni un solo yihadista hacia el califato desde la localidad belga de Malinas (90.000 habitantes) no es s¨®lo un ¨¦xito sino sobre todo un "orgullo" de esos que un pueblo defiende y alimenta. Lo explica con vehemencia su alcalde, Bart Somers (Malinas, 1964), ponente del foro sobre terrorismo que celebr¨® esta semana en Madrid el Real Instituto Elcano. La rareza de Malinas se explica si uno ve el mapa de B¨¦lgica: a unos 25 kil¨®metros, Bruselas, de donde han partido casi 200 yihadistas; a misma distancia hacia el norte, Amberes, de donde viajaron al califato 93, y a una docena de kil¨®metros, Vilvorde, localidad m¨¢s peque?a que Malinas, pero de donde salieron hacia Mesopotamia 28 combatientes."No tengo una bala de plata", dice Somers, con 15 a?os de alcald¨ªa a sus espaldas, "pero?la ciudad ten¨ªa antes muy mala reputaci¨®n, con mucha criminalidad, pobreza, problemas sociales". El edil flamenco atac¨® todo eso con dos recetas: mucha polic¨ªa y una narrativa inclusiva. Es el alcalde de todos.
P. ?Prevenir la radicalizaci¨®n o combatirla?
R. Hay muchas razones por las que alguien se puede radicalizar y muchas personas que pueden radicalizarse, no solo los pobres o marginados, a veces tambi¨¦n los altamente educados. Es siempre un proceso de aislamiento. Empieza cuando pierden el contacto con los no-musulmanes, luego con aquellos que no practican el islam verdadero y, finalmente, con su familia. Al final, cuando est¨¢n completamente aislados, pueden hacer lo que quieran, jugar con ellos como un gato con un rat¨®n. Lo que hay que hacer, en esa primera etapa, es traerles gente con la que a¨²n pueden hablar y en la que puedan confiar. Pueden ser cualquiera, profesores, alguien del club de boxeo, a veces un imam, un hermano, amigos...
P. Un referente.
R. Alguien que pueda convencerles de que sus ideas y el camino que recorren no es el bueno y mostrales las alternativas. Con empat¨ªa es posible.
P. ?Por qu¨¦ no un l¨ªder religioso?
R. Es m¨¢s un problema de totalitarismo que religioso. Algunos de estos individuos no cre¨ªan en nada hace tres meses. Eran traficantes de droga, alcoh¨®licos... Gente que no viv¨ªa una vida musulmana y en un determinado momento abrazan el islam como un concepto que les lleva de ser nadie a ser h¨¦roes. Ya no son perdedores. Hay gente buena y mala, y ahora ellos son de los buenos. Todas las dificultades de la vida se acaban porque tienen un objetivo simple y todo est¨¢ claro. Solo conocen algunos esl¨®ganes del islam, no son especialistas.
En mi ciudad ten¨ªa a alguien que era un criminal, un narcotraficante, que estuvo en prisi¨®n. Cuando sali¨®, quer¨ªa hacer algo por la sociedad y puso en marcha el club de boxeo. De repente hubo algunos que empezaron a tener ideas como dejarse barba, no llevar pantalones cortos, creer que el ISIS no era tan malo. Con toda su credibilidad consigui¨® convencerles, no con argumentos religiosos. Les dijo: "?Quer¨¦is acabar como lo hice yo?"
P. Eso s¨®lo no es suficiente.
R. Para llegar a esas personas en esa primera etapa de radicalizaci¨®n tenemos que crear una sociedad de confianza, donde los padres crean que si sus hijos tienen ideas raras pueden ir al alcalde o a la polic¨ªa, que no les van a tratar como enemigos. Donde se puedan identificar con el Gobierno local, que les va a tratar como un ciudadano. Un ejemplo: tras los atentados en el aeropuerto de Zaventem, solo a una veintena de kil¨®metros, donde mucha de la gente de Malinas trabaja, lo primero que hice fue ir el viernes a la mezquita m¨¢s grande y hablar antes del imam. Les expliqu¨¦ que yo les ve¨ªa como ciudadanos y, sobre todo, les ve¨ªa dos veces v¨ªctimas: una como ciudadanos que pueden sufrir un atentado y otra como musulmanes porque su religi¨®n estaba siendo secuestrada por unos b¨¢rbaros. Trato de crear una narrativa inclusiva en la que ellos est¨¦n conmigo.
"He invertido mucho en polic¨ªa. No pod¨ªa aceptar que hubiera barrios en los que gobernaran los traficantes"
P. Pero eso tambi¨¦n se intenta en otros sitios y no funciona.
R. Hay dos caminos que he seguido: he invertido mucho en polic¨ªa. No pod¨ªa aceptar que hubiera barrios donde gobernasen los traficantes, donde los ni?os creciesen en calles sucias, con casas pobres, sin parques, donde la polic¨ªa era vista como el enemigo, donde no impera la ley. ?C¨®mo esperas que ni?os viviendo ah¨ª prefieren nuestro modelo? Es una lucha por las mentes y corazones de la gente. Puse polic¨ªa all¨ª y fui absolutamente estricto. Luch¨¦ contra la criminalidad, puse m¨¢s c¨¢maras en mi ciudad que en cualquier otra de B¨¦lgica, pero adem¨¢s invert¨ª en limpieza, parques, en prevenir la creaci¨®n de guetos, para que la gente viviese mezclada y no una al lado de otra. Eso creo una atm¨®sfera de movilidad y dinamismo que motiv¨® a mucha gente.
En segundo lugar, fuimos muy consecuentes en nuestra narrativa. Dijimos que abraz¨¢bamos la libertad y ten¨ªamos que ser consecuentes viendo a todo como verdaderos ciudadanos, aceptando que la diversidad es producto de la libertad. Por ejemplo, en la discusi¨®n sobre el burkini, no se puede pensar que uno no es libre por llevarlo. Pensar as¨ª es adoptar una narrativa que es el inicio de la forma de pensar totalitaria: t¨² eres libre si eres como yo. Es estalinismo, fascismo.
P. ?C¨®mo se crea en la pr¨¢ctica esa narrativa de diversidad?
R. Un ejemplo: hace dos a?os celebramos los 50 a?os de inmigraci¨®n en B¨¦lgica desde ?frica. No solo lo recordamos sino que lo celebramos. M¨¢s de 120 fotos de ciudadanos para otras tanta nacionalidades en Malinas. Tenemos tradici¨®n de cabezudos en mi ciudad, siempre fueron blancos, pero creamos el mestizo y el negro, para dar la se?al de que la ciudad es de todo el mundo. No quiero guetos, no quiero clubes de f¨²tbol marroqu¨ªes y otros flamencos, los quiero mixtos; tambi¨¦n colegios mixtos, barrios...
P. Y si ma?ana alguien de Malinas viaja al califato.
R. Siempre puede pasar, no tengo una soluci¨®n maravillosa. Pero la diferencia es que hay alcaldes en mi pa¨ªs y en otros que si alguien se va a Siria a combatir dicen que se vayan y que ojal¨¢ se mueran. Cuando alguien deje mi ciudad ser¨¢ triste y una p¨¦rdida m¨ªa y de toda la ciudad porque perdemos un hijo.
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