El crep¨²sculo de los medios
Asistimos a un solipsismo en red: la conectividad no rompe sino que garantiza el aislamiento
Antoni Traveria, periodista catal¨¢n que conoce al derecho y al rev¨¦s los pa¨ªses de habla hispana y dirige Casa Am¨¦rica Catalunya en un modesto pero muy activo entresuelo de Barcelona, me cont¨® una an¨¦cdota que resume la importancia que los medios llegaron a tener en las zonas rurales.
Convencido de que para escribir de un sitio hay que recorrerlo de punta a punta, Toni alquil¨® un coche en Uruguay. Esto ocurri¨® hace unas d¨¦cadas, antes del GPS. Atraves¨® el territorio hasta un paraje sin m¨¢s acontecimiento que el paso de una oveja. En alg¨²n recodo entre la llanura y el agua, descubri¨® que casi no ten¨ªa gasolina. Trat¨® a acercarse a alguna poblaci¨®n y descubri¨® que incluso un pa¨ªs peque?o puede estar inmensamente vac¨ªo. Antes del anochecer, avist¨® una granja. Se acerc¨® ah¨ª con la esperanza de que pudieran venderle gasolina. Llam¨® a la puerta y aguard¨® un tiempo que la angustia volvi¨® largo. Finalmente, un hombre se asom¨® por una ventana y prometi¨® abrir. La situaci¨®n era extra?a. ?Qu¨¦ reten¨ªa al granjero dentro de su casa? Todo se resolvi¨® al cabo de unos minutos. El hombre no s¨®lo ofreci¨® gasolina, sino cena y alojamiento. Se hab¨ªa demorado en abrir porque ten¨ªa que o¨ªr el ¡°parte del d¨ªa¡±. En ese sitio aislado, la gente se mandaba mensajes por la radio; las noticias lejanas y pr¨®ximas depend¨ªan de encender el aparato a la hora exacta.
La comunicaci¨®n se ha vuelto atmosf¨¦rica. No sabes c¨®mo te enteras de las cosas; de pronto una noticia vibra en tu celular
Los informadores establec¨ªan entonces una decisiva mediaci¨®n entre los avatares de la historia y la manera de pensar de los radioescuchas. Hoy en d¨ªa esa mediaci¨®n se ha roto. La mejor prueba es el triunfo de Donald Trump, que tanto dependi¨® del voto rural. En forma mayoritaria, los medios se volcaron en contra de un candidato racista, prepotente y mis¨®gino. Sin embargo, esto no afect¨® a quienes han dejado de recibir informaci¨®n a trav¨¦s de la radio y la televisi¨®n (la prensa nunca les interes¨® demasiado).
La comunicaci¨®n se ha vuelto atmosf¨¦rica. No sabes c¨®mo te enteras de las cosas; de pronto una noticia vibra en tu celular. Umberto Eco dijo que Juan Pablo II era la mezcla de la Edad Media y la televisi¨®n; de modo equivalente, podemos decir que Trump es la mezcla del fascismo e Internet. Los an¨¢lisis y los debates medi¨¢ticos no tocan a quienes reciben las noticias a trav¨¦s de chats, Facebook, grupos de Whatsapp o aplicaciones donde un ¡°reportaje¡± tiene la extensi¨®n de un encabezado. Asistimos a un solipsismo en red, donde la conectividad no rompe sino que garantiza el aislamiento.
?Ante el incendio del Palacio de Justicia en Viena, el joven Elias Canetti advirti¨® que el individuo se comportaba en forma diferente al integrarse a la multitud. Las iniciativas personales se depon¨ªan en favor de la voluntad general. No se trataba de la suma de impulsos individuales sino de algo que los trascend¨ªa. ?se fue el punto de partida para su vasto estudio Masa y poder.
Las manifestaciones donde los sujetos se transfiguran en un ente colectivo han perdido relevancia. Lo mismo sucede con los medios. Esto no significa que la audiencia haya desaparecido; existe, pero se ha dispersado ante la variedad de la oferta, y se ha especializado: los comentaristas se dirigen a personas que piensan como ellos. El ¡°Hombre Noticia¡± (Walter Cronkite en Estados Unidos, Jacobo Zabludovsky en M¨¦xico), el informador-que-no-se-puede-evitar, es ya imposible.
Entender esto es el primer paso para entender las nuevas opiniones que se forjan en la soledad compartida de las redes. Lejos de la academia y los medios, en las granjas donde los extra?os s¨®lo se detienen cuando se acaba la gasolina, las decisiones se toman de otro modo.
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