NO m¨¢s
Debe Colombia ser capaz de superar esta etapa y darle el SI a este proceso e iniciar el verdadero camino del posconflicto
Un Nuevo Acuerdo de Paz en Colombia deber¨ªa ver la luz ojal¨¢ con el apoyo de los voceros del NO, quienes en cabeza del ex presidente Alvaro Uribe, los cristianos y los conservadores, entre otros, ganaron en el plebiscito por la paz y presentaron sus observaciones para que se mejorar¨¢ el que se dijo era ¡°el mejor acuerdo posible¡± con la guerrilla de las FARC.
El nuevo acuerdo s¨ª es mejor. Y el que se hab¨ªa alcanzado previamente era el mejor en su momento, como lo dijo Humberto de la Calle, jefe negociador, porque el convencimiento que ten¨ªan gobierno y FARC sobre un triunfo arrasador del SI y la presi¨®n del tiempo, les quit¨® margen para hacer mayores exigencias despu¨¦s de seis agotadores a?os de negociaciones.
La voz del pueblo, como dir¨ªan algunos, abri¨® el espacio, oblig¨® al Gobierno que as¨ª lo entendi¨® y a las FARC que quedaron sin mayor opci¨®n.
El caso es que hoy no se sabe a¨²n cu¨¢l ser¨¢ la decisi¨®n de los del NO frente al Nuevo Acuerdo. Han expresado que fueron notificados y no consultados y por eso rechazan que se trate del texto definitivo esperando que cualquier otra observaci¨®n les sea incluida. Los cambios realizados al Acuerdo podr¨ªan incluso ser cobrados por la oposici¨®n para alimentar la lista de sus logros pol¨ªticos pero otras voces advierten que este Nuevo Acuerdo tampoco llenar¨¢ sus expectativas.
Valdr¨ªa la pena que se dieran por superadas las diferencias que quedan y se abra paso la firma final como resultado de un consenso pol¨ªtico que ya se prob¨® es posible como ocurri¨® en tres semanas de intensas negociaciones del Gobierno y la oposici¨®n para acordar los cambios que se llevar¨ªan a La Habana.
De ese consenso deber¨ªa salir tambi¨¦n el mecanismo de refrendaci¨®n e implementaci¨®n. El pa¨ªs no aguanta una nueva discusi¨®n jur¨ªdica, eterna y est¨¦ril. Desconozco si el camino sea el gran acuerdo nacional que propone sin detalles el Centro Democr¨¢tico, pero de Uribe depende, en eso no nos podemos volver a equivocar. Lo que no quiere decir que sin ¨¦l no se pueda y se deba seguir adelante, pues el mandato lo mantiene el Presidente de la Rep¨²blica.
El ¨²nico tema en que no cedieron las FARC fue en el de la elegibilidad pol¨ªtica autom¨¢tica sin que sea necesario el pago de penas. Lo que resulta obvio cuando el fin ¨²ltimo de todo proceso de paz en la historia es el cambio de las armas por la palabra en los escenarios de la democracia. Todo lo dem¨¢s que fue cambiado es sin duda mucho mejor que lo que hab¨ªa.
Hoy est¨¢ claro en uno de los temas fundamentales que es la justicia, que el tribunal especial para la paz (JEP) tendr¨¢ un tiempo l¨ªmite de 10 a?os, que habr¨¢ interacci¨®n entre esa justicia especial y la ordinaria, como lo pidieron las altas cortes y el propio fiscal general, y un juzgamiento diferenciado para militares y polic¨ªas.
Adem¨¢s un tema en el que poco reparan algunos pero s¨ª le importa mucho a otros se defini¨®: no habr¨¢ afectaci¨®n sobre la cosa juzgada y habr¨¢ tutela con revisi¨®n final y especial en la Corte Constitucional. Los empresarios tienen hoy mayor tranquilidad frente a su posible judicializaci¨®n si de alguna manera intervinieron en el financiamiento de la guerra.
Tambi¨¦n para quienes expresaban reservas por las que consideraban insuficientes garant¨ªas para la propiedad privada. El papel de las FARC en el desmantelamiento del narcotr¨¢fico alcanza ahora mayor claridad pero sobre todo obligaciones as¨ª como sus deudas con las v¨ªctimas que deber¨¢n ser pagadas de lo que acumularon y escondieron, entre otras fuentes de reparaci¨®n.
Debe Colombia ser capaz de superar esta etapa y darle el SI a este proceso e iniciar el verdadero camino del posconflicto. Es necesario sacar las agendas pol¨ªticas de los organismos de inteligencia, de las creencias religiosas y de las licitaciones. De los fondos de vivienda, educaci¨®n y de salud. Es imperativo.
Aunque creo que el p¨¦ndulo electoral privilegiar¨¢ en 2018 a las mismas figuras de los partidos actuales, pero m¨¢s a la derecha o en un radical cambio de color, algunos estudios plantean que Colombia est¨¢ dentro de los pa¨ªses que puede caer f¨¢cilmente en el populismo como ha ocurrido en Estados Unidos, o en el nacionalismo que analiza esta semana la revista Time.
Que valga la advertencia sobre el riesgo grande que implica esta guerra al interior del establecimiento pol¨ªtico, y le demos una oportunidad a la reconciliaci¨®n en Colombia y sobre todo a la justicia para que las generaciones por venir no reproduzcan los comportamientos de los padres de esta patria que ya ha soportado tanto saqueo.
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