¡°Mi padre me meti¨® en el coche y empez¨® a golpearme¡±
En las sociedades ¨¢rabes e isl¨¢micas a¨²n se justifica la violencia de g¨¦nero como un asunto privado
¡°Mi padre me meti¨® en el coche y empez¨® a golpearme en la cabeza enfadado, a la vez que gritaba: ¡®?Qu¨¦ has hecho a nuestra familia?¡¯ Cuando llegamos a casa, sigui¨® golpe¨¢ndome¡±. La paliza, que no era la primera pero si la m¨¢s grave que hasta entonces hab¨ªa recibido Hessa, se debi¨® a que su progenitor la encontr¨® en la calle en compa?¨ªa de un chico y, adem¨¢s, sin cubrir con la abaya, la capa de tela negra que es preceptiva para las mujeres en muchas sociedades ¨¢rabes. Con 22 a?os, Hessa era en teor¨ªa mayor de edad. El incidente no se produjo en la anacr¨®nica Arabia Saud¨ª sino en los glamurosos Emiratos ?rabes Unidos.
Bajo la capa de modernidad que ofrecen algunos pa¨ªses de Oriente Pr¨®ximo, en las sociedades ¨¢rabes e isl¨¢micas predomina a¨²n la convicci¨®n de que la violencia dom¨¦stica es un asunto privado y, a menudo, se condona como una respuesta justificable al mal comportamiento de las mujeres. V¨ªctimas, familias, polic¨ªas e incluso sanitarios guardan un silencio c¨®mplice bajo la presi¨®n de normas sociales, religiosas o culturales que pocos se atreven a cuestionar en alto.
¡°Lo que me ocurri¨® es muy normal en mi pa¨ªs porque a una chica no se le permite hacer nada que los varones de su familia consideren una deshonra para ¨¦sta o para la sociedad. Y golpear a una mujer es el menor de los castigos¡±, recuerda Hessa, cuyo testimonio completo puede leerse al pie de este texto. Ella ha pagado un elevado precio por su libertad. En 2011, dos a?os despu¨¦s de aquella paliza, ante la inminencia de que su padre descubriera que ten¨ªa novio occidental y cristiano, abandon¨® Emiratos. ¡°No quer¨ªa que me mataran por haber roto una norma social¡±.
¡°En esta parte del mundo, las mujeres sufren una triple violencia: por parte de la sociedad, del Estado y de los extremistas religiosos¡±, resume Sussan Tahmasebi, una activista iran¨ª de los derechos de la mujer y cofundadora de International Civil Society Action Network.
Tahmasebi apunta a las leyes sobre el estatuto personal que, con ligeras diferencias entre pa¨ªses, limitan la autonom¨ªa de la mujer al requerirle permiso del padre para casarse, dificultar su divorcio, relegarla en la custodia de los hijos, permitir la poligamia y discriminarla en la herencia. Las activistas hablan de ¡°impedimentos culturales¡± y evitan criticar la Shar¨ªa (ley isl¨¢mica). Tal como explica Hala Aldosari en un estudio sobre esos c¨®digos, las autoridades defienden que ¡°est¨¢n basados en referencias isl¨¢micas, pero introducen c¨®digos laicos cuando hay una necesidad pol¨ªtica¡±.
Desde su experiencia en la zona, Marta Salda?a Mart¨ªn, investigadora de la Universidad Georgetown de Qatar, destaca la contradicci¨®n de que ¡°las autoridades promuevan la educaci¨®n e inserci¨®n en el mundo laboral de las mujeres, mientras casi cualquier aspecto de sus vidas queda sujeto por ley a la aprobaci¨®n de los varones de sus familias¡±. Intentar ejercer mayor libertad se castiga ¡°con violencia psicol¨®gica y/o f¨ªsica que todav¨ªa es muy dif¨ªcil de denunciar por falta de legislaci¨®n que las proteja¡±, a?ade.
Aunque la mayor¨ªa de los pa¨ªses han firmado la Convenci¨®n para la eliminaci¨®n de todas las formas de discriminaci¨®n contra las mujeres y la Declaraci¨®n al respecto de la ONU de 1993, esos compromisos internacionales quedan matizados con la reserva de que ¡°no contradigan la Shar¨ªa¡± y no se han traducido en cambios legales suficientes. Si se promultan normas contra la violencia dom¨¦stica, rara vez incluyen la violaci¨®n dentro del matrimonio, por ejemplo.
El trabajo de las activistas ha logrado que las autoridades empiecen a reconocer la gravedad de la situaci¨®n. Incluso en Arabia Saud¨ª (donde el problema no es que las mujeres tengan prohibido conducir, sino que sus vidas est¨¢n controladas por un hombre desde el nacimiento a la muerte), existe desde 2005 el Programa Nacional de Seguridad de la Familia, que facilita refugio y mecanismos a las v¨ªctimas de la violencia dom¨¦stica.
¡°Ha habido reformas, pero su puesta en pr¨¢ctica contin¨²a siendo un problema¡±, admite Tahmasebi. En su opini¨®n, lo m¨¢s grave es la ausencia de espacio para que las mujeres puedan hacer o¨ªr sus voces y reclamar sus derechos. ¡°La represi¨®n contra el extremismo [islamista] est¨¢ reduciendo r¨¢pidamente el poco espacio que exist¨ªa: Los grupos de mujeres se han convertido en objetivo de las agencias de seguridad; es una forma f¨¢cil de apaciguar a los islamistas¡±, concluye.
Sin libertad para salir con un chico o vestirse a su gusto
¡°Tuve el privilegio de ir a una de las mayores universidades de EAU que, aunque segregada, se encontraba a algunas horas de mi casa, lo que implicaba vivir en la residencia del campus. Mi padre nunca estuvo del todo de acuerdo. Tem¨ªa que eso abriera mi mente al mundo, que contaminara mi forma de pensar y que me llevara a actuar mal. El mayor incidente se produjo en 2009. Me dio una paliza cuando, tras una cena con amigos, me encontr¨® en la calle acompa?ada por un chico estadounidense y vestida de una forma que consider¨® inaceptable.
No llevaba la abaya [el manto negro con el que es costumbre que las mujeres locales se cubran en Emiratos y otros pa¨ªses de la zona] y el vestido dejaba a la vista mis brazos y espalda. Me meti¨® en el coche y empez¨® a golpearme en la cabeza enfadado, a la vez que gritaba: "?Qu¨¦ has hecho a nuestra familia?" Cuando llegamos a casa, sigui¨® golpe¨¢ndome. Despu¨¦s, me encerr¨® en mi cuarto, sin acceso a ordenador, tel¨¦fono o televisi¨®n, y ni siquiera pod¨ªa ir a la universidad, lo que supuso la interrupci¨®n no oficial de mis estudios. Qued¨¦ tan hinchada que mis hermanas y mi madre se sintieron mal, y trataban de animarme cuando pod¨ªan. Al cabo de siete meses, mi madre logr¨® que mi padre me permitiese volver a clase, con lo que recuper¨¦ cierta libertad. A pesar del estricto control que la universidad ejerce sobre las estudiantes que residen en el campus, siempre encontr¨¢bamos formas de escapar, y yo lo hac¨ªa cada vez que ten¨ªa ocasi¨®n.
Dos a?os despu¨¦s, mi padre registr¨® mi mochila, encontr¨® un tique de compra de la tienda libre de impuestos del aeropuerto de Dub¨¢i y empez¨® a preguntarme a d¨®nde hab¨ªa viajado. Negu¨¦ haberlo hecho y le dije que ni siquiera ten¨ªa mi pasaporte. Me qued¨¦ de piedra cuando me mostr¨® el recibo como prueba de que hab¨ªa viajado sin la familia. Entonces, me dijo: ¡°Est¨¢ bien, ma?ana ir¨¦ a la oficina de inmigraci¨®n y pedir¨¦ una copia de tus entradas y salidas del pa¨ªs; si encuentro que has viajado sin mi permiso, no vas a volver a tener vida y te encerrar¨¦ en casa hasta que te cases, sin la m¨¢s m¨ªnima concesi¨®n¡±.
De golpe, reviv¨ª la paliza que me hab¨ªa dado en 2009 y supe que iba a descubrir que hab¨ªa viajado a Singapur con mis compa?eras de clase para WorldMUN, una excursi¨®n que ¨¦l nunca autoriz¨® pero que hice de todas formas sin su permiso; que iba a descubrir mis viajes a Alemania para estudiar alem¨¢n durante el verano; que iba a descubrir mis escapadas a Francia, Espa?a y Estados Unidos. Supe que no se parar¨ªa en los destinos, sino que intentar¨ªa profundizar y obtener m¨¢s detalles sobre con qui¨¦n viaj¨¦ y qu¨¦ hice. Descubrir¨ªa que ten¨ªa un novio brit¨¢nico a quien iba a visitar cada vez que ten¨ªa oportunidad, y que era blanco y cristiano. Semejante relaci¨®n es algo prohibido [para una chica emirat¨ª], algo que mi padre y muchos otros consideran haram [pecado].
Esa misma noche, tras la conversaci¨®n, ten¨ªa que volver a la residencia universitaria, pero en lugar de dirigirme all¨ª, fui directamente al aeropuerto y reserv¨¦ el primer vuelo hacia Londres. Dej¨¦ mi pa¨ªs sin dec¨ªrselo a mi familia y me refugi¨¦ en casa de la familia de mi novio. No quer¨ªa que me mataran por haber roto una norma social. Durante los tres a?os y medio que siguieron no volv¨ª a tener ning¨²n contacto con mi casa.
La ¨²nica ayuda con la que pod¨ªa contar en aquel momento era la de amigas cercanas, pero no quise involucrar a nadie que pudiera tener problemas por ayudarme a escapar del pa¨ªs. Sab¨ªa que las autoridades no estar¨ªan de mi parte cualquiera que fuera mi historia. Contrat¨¦ a un abogado para ayudarme a legalizar mi situaci¨®n en el Reino Unido.
Siempre he querido volver a mi pa¨ªs para ver a mi madre, hermanos y nuevos sobrinos, pero me consta que mi padre puso una denuncia por mi fuga y si regreso, las autoridades me entregar¨¢n directamente ¨¦l en su calidad de guardi¨¢n [aunque la mayor¨ªa de edad en Emiratos se alcanza a los 21 a?os, las mujeres quedan bajo supervisi¨®n y control de su padre hasta que se casan, y entonces toma relevo el marido]. Al menos, recientemente he reanudado el contacto con algunos de mis hermanos, quienes hasta cierto punto respetan mi elecci¨®n de vida.
Lo que me ocurri¨® es muy normal en mi pa¨ªs porque a una chica no se le permite hacer nada que los varones de su familia consideren una deshonra para ¨¦sta o para la sociedad. Y golpear a una mujer es el menor de los castigos. Tambi¨¦n se dan cr¨ªmenes de honor. En la mayor¨ªa de los casos, los hombres se libran de ser procesados si dan una raz¨®n para haber matado a la chica, a veces ni siquiera necesitan justificarse porque los funcionarios saben que la chica ha hecho algo que ha molestado a los varones de su familia.
Las sociedades ¨¢rabes se basan en la dominaci¨®n masculina y justifican su trato a la las mujeres como una forma de proteger la familia y de promover el respeto hacia ellas. Lo que no dicen es que la mayor¨ªa es obligada a aceptar formas de vida/normas sociales que benefician a los hombres sin tener en cuenta la personalidad, la ideolog¨ªa o la forma de ser de las mujeres.
Despu¨¦s de lo ocurrido, me ha quedado un gran malestar emocional y mental. Desarroll¨¦ un desorden gen¨¦rico de ansiedad. Ten¨ªa ataques de ansiedad inexplicados y me volv¨ªa tan paranoica con la gente y las situaciones que socializar me resultaba una experiencia muy negativa. Estoy plenamente convencida de que esto tiene que ver con la situaci¨®n que atraves¨¦ con mi familia.
Cada cual tiene que hacer lo que cree correcto. Siempre habr¨¢ complicaciones. Depende de lo que es importante para cada una y por lo que considera que merece la pena luchar. Yo nac¨ª en la sociedad equivocada y decid¨ª que mi libertad era m¨¢s importante que mi pa¨ªs y mi familia¡±.
Hessa (nombre supuesto para proteger su identidad) es una emirat¨ª que ahora tiene 29 a?os y vive fuera de su pa¨ªs.
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