Trumpolog¨ªa
Donald Trump est¨¢ en todas partes. Nada de lo que sucede en el mundo es ajeno a la incerteza que acompa?a a este nombre. Hizo una campa?a infame. Tiene un programa para sus primeros cien d¨ªas extremadamente inquietante, que oblitera 70 a?os de liderazgo y responsabilidad de Estados Unidos en la marcha del planeta. Sus nombramientos dibujan lo m¨¢s pr¨®ximo que se haya visto a un gobierno de extrema derecha, blanco y supremacista. Su idea del poder es personalista y nepotista, sin capacidad para distinguir intereses p¨²blicos de los privados. Pero el punto m¨¢s desestabilizador es su personalidad. Quienes le conocen y le han sufrido le retratan como un ser eg¨®latra y narcisista, tan sensible al halago como susceptible ante el insulto, que todo lo juzga en funci¨®n de su inter¨¦s y beneficio.
Seg¨²n Jeremy Shapiro, ex alto funcionario del departamento de Estado y actual director de investigaci¨®n del think tank ECFR (European Center on Foreign Relations) su personalidad ser¨¢ determinante en la pol¨ªtica exterior, un territorio en el que el presidente termina arbitrando entre los distintos grupos de poder que controlan los resortes de Washington. Ha sucedido con anteriores presidentes poco preparados en pol¨ªtica exterior, como era Bush hijo, y terminar¨¢ sucediendo con Trump. Para entender la pol¨ªtica exterior estadounidense a partir de ahora habr¨¢ que convertir a su personalidad, su car¨¢cter, su temperamento y sus comportamientos en objeto de estudio.
Sabemos poco o nada de sus ideas sobre el mundo, probablemente porque son pocas o nulas, pero algo sabemos sobre su personalidad. Es muy corta su visi¨®n en tres ¨¢mbitos cruciales para el presidente de la primera potencia mundial: la historia, la globalidad y la moral. En la primera solo ve an¨¦cdota e ilustraci¨®n, pero no responsabilidad ni memoria compartida; fruto de su escasa visi¨®n hacia el pasado es una id¨¦ntica miop¨ªa hacia el futuro: acompa?a su enorme sentido t¨¢ctico y oportunista con un nulo sentido estrat¨¦gico.
La globalidad es para Trump el mapa donde se despliegan inversiones e intereses, pero en ning¨²n caso un espacio de interdependencias donde buscar historias y valores compartidos para asentar alianzas. Y, finalmente, la moral es la regla de uno, ¨¦l mismo, que se construye a su propia conveniencia por encima de la regla y la moral de todos. Esta ceguera es acorde con su personalidad, concentrada en el inter¨¦s inmediato respecto a su tiempo, su ¨¢mbito y su regla particular de juego. Responde al tema de la canci¨®n de moda de Justin Bieber "Go and love your self", seg¨²n Ivan Krastev en su art¨ªculo Donald Trump y la Doctrina Bieber, en The New York Times.
Este presidente es un modelo del mundo voluble, instant¨¢neo, individualista y amoral que nos amenaza. El martes por la ma?ana convocaba a la prensa para denigrarla y al cabo de unas horas se reun¨ªa con la c¨²pula del New York Times para rectificar y elogiarla. Su actividad nocturna en twiter, cuando se dedica a vengarse de sus enemigos, es buen ejemplo de esta personalidad que determinar¨¢ la pol¨ªtica exterior de la primera superpotencia. Aunque no tiene sentido hist¨®rico, mantiene una memoria larga y rencorosa.
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