Que me perdone Fox
Como Trump, el expresidente mexicano ten¨ªa ocurrencias pero pocos planes de gobierno
Que me perdone Vicente Fox, pero hay algo en Trump que me hace recordarlo. El imponente candidato mexicano, ex vicepresidente de la Coca-Cola, que fue capaz de poner t¨¦rmino a m¨¢s de 70 a?os de monopolio del PRI en el poder, result¨® a la postre un presidente m¨¢s bien d¨¦bil, mucho m¨¢s preocupado por su popularidad que por las urgentes tareas de Gobierno (la m¨¢s importante de ellas la fundaci¨®n del entramado institucional para sustituir al viejo r¨¦gimen). Ten¨ªa tan poca sustancia presidenciable que sigui¨® en campa?a fascinado por los micr¨®fonos y las alfombras rojas internacionales, y en el proceso olvid¨® imprimir un cambio en el tim¨®n de la nave que deb¨ªa pilotear.
?Ser¨¢ Donald Trump el halc¨®n implacable y vengador que se revel¨® en la campa?a o el presidente insustancial m¨¢s ocupado en cultivar su celebridad que en las duras tareas de un jefe ejecutivo de la oficina oval? Los primeros d¨ªas de Trump como presidente electo dan pie para incurrir en ambas interpretaciones. Tras el desfile de visitantes a su despacho en su Torre de la Quinta Avenida, ya ha suavizado varias de sus amenazas. No perseguir¨¢ judicialmente a Hillary Clinton, un amigo lo convenci¨® de que ofrecer un paquete de cigarrillos resulta m¨¢s efectivo que torturar a un terrorista durante un interrogatorio, sigue hablando de deportaciones de ilegales pero en tono menos alarmista y ya no considera que el calentamiento global sea una invenci¨®n difundida por China.
En el primer a?o de gobierno de Fox la gente sol¨ªa preguntar ?qui¨¦n influye verdaderamente en el mandatario?
Pero tambi¨¦n hay se?ales ominosas: sus primeras designaciones est¨¢n en l¨ªnea con algunas de sus peores amenazas. Ha designado para varios puestos claves del gabinete y del primer c¨ªrculo a personajes ultraconservadores, dos de ellos conocidos por su militancia racista, m¨¢s que dispuestos a impulsar la agenda radical esbozada en la campa?a.
En el primer a?o de gobierno de Fox la gente sol¨ªa preguntar ?qui¨¦n influye verdaderamente en el mandatario? Y la respuesta era, un poco en broma pero no del todo: ¡°el ¨²ltimo que habl¨® con ¨¦l¡±. Como Trump, Fox ten¨ªa ideas y ocurrencias, pero pocos planes de gobierno y escasa informaci¨®n sobre los entresijos de la administraci¨®n p¨²blica. Prefiri¨® flotar en la pasarela y alargar por un sexenio sus quince minutos de celebridad, que encerrase en las muchas horas de revisi¨®n de documentos o en las engorrosas y largas sesiones con sus equipos de trabajo. En ese sentido, el saldo final de su gobierno qued¨® muy por debajo de la impronta fundante que su triunfo hist¨®rico supuestamente deb¨ªa provocar.
Trump parecer¨ªa estar entrando en un trance similar. En los ¨²ltimos se ha ufanado del desfile de personalidades que se agolpan a su puerta y de los republicanos que le traicionaron y hoy suplican por un empleo. Decidi¨® dejar plantado al New York Times?tras quejarse de ellos en un tuit, aunque horas m¨¢s tarde cambi¨® de opini¨®n y les visit¨® para terminar elogiando a la instituci¨®n. Luego de su entrevista en la Casa Blanca, hoy piensa que Obama no es un mal tipo y que algunos de sus programas podr¨ªan no ser del todo sacrificables; pero imposible saber que pensar¨¢ la pr¨®xima semana. El anuncio de sus acciones para los primeros 100 d¨ªas, dado a conocer el lunes, constituyen una mezcla de pronunciamientos altisonantes con acciones puntuales pero parciales y fragmentadas.
Todos sabemos que existe una distancia entre las promesas de un candidato en campa?a y las acciones de un presidente en funciones. Pero en el caso de Trump tal distancia resulta impredecible. Puede endurecer su posici¨®n ante los primeros signos de impopularidad por la impaciencia de la poblaci¨®n blanca que lo eligi¨® y espera resultados concretos en sitios como Detroit y Pittsburg; y al mismo tiempo ablandar su posici¨®n ante M¨¦xico cuando un colega millonario le muestre que la rentabilidad de su imperio depende de las exportaciones de gas al vecino del sur.
Pero si la comparaci¨®n con Fox sirve para algo (y de nuevo una disculpa al mexicano, habida cuenta de los muchos otros rasgos que les diferencian), hay un dato para dejarnos preocupados. Justamente por su tendencia a comportarse como candidato en campa?a a lo largo de su presidencia, Fox otorg¨® amplios m¨¢rgenes de maniobra a su gabinete en el ejercicio diario del poder. Me temo que Trump comparta esa caracter¨ªstica. Y en tal caso, el gabinete que comienza a conformarse es para provocar espanto.
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