Las querellas Espa?a-Cuba, un ¡°asunto de familia¡±
La relaci¨®n de Madrid con el r¨¦gimen castrista ha vivido muchas crisis, pero no se ha roto
En enero de 1960, solo un a?o despu¨¦s del triunfo de la revoluci¨®n, el entonces embajador espa?ol en La Habana, Juan Pablo de Lojendio, irrumpi¨® en los estudios de la televisi¨®n nacional. El diplom¨¢tico no pudo contenerse cuando vio al comandante Fidel Castro, fallecido este viernes a los 90 a?os, denunciar supuestos contactos de su Embajada con contrarrevolucionarios. No se lo pens¨® dos veces, se col¨® en el plat¨® e interrumpi¨® la emisi¨®n en directo tachando de ¡°calumnias¡± las palabras del hombre que iba a regir los destinos del pa¨ªs durante medio siglo.
El exabrupto le cost¨® la expulsi¨®n fulminante y pasaron 15 a?os hasta que, en 1975, Espa?a volvi¨® a tener embajador en La Habana. Pero, contra lo que cab¨ªa suponer, el franquismo y el castrismo nunca rompieron relaciones. Cuba, al contrario que M¨¦xico, no reconoci¨® al Gobierno de la Rep¨²blica en el exilio; y Franco no respet¨® el bloqueo impuesto por EE UU. Los buques espa?oles siguieron entrando en los puertos cubanos e Iberia fue durante a?os la ¨²nica l¨ªnea a¨¦rea que un¨ªa la isla con Europa Occidental.
El caso Lojendio ilustra la t¨®nica de las relaciones entre Espa?a y su ¨²ltima colonia americana: broncas y tormentosas, como corresponde a dos parientes mal avenidos, pero parientes al fin. Cuando Espa?a perdi¨® Cuba, tras el desastre de 1898, miles de soldados que hab¨ªan formado parte del Ej¨¦rcito colonial se quedaron en la isla; y en las primeras d¨¦cadas del siglo XX, cientos de miles de espa?oles emigraron a la perla del Caribe buscando un futuro que les negaba la madre patria. Algo ins¨®lito tras una descolonizaci¨®n, aunque lo m¨¢s ins¨®lito es que entre los emigrantes de ida y vuelta figurasen soldados que hab¨ªan combatido a los independentistas cubanos; incluido el padre de los hermanos Castro. ¡°El v¨ªnculo entre Espa?a y Cuba nunca se rompi¨® y los espa?oles no eran vistos como antiguos colonizadores¡±, opina Carlos Alonso Zald¨ªvar, embajador en La Habana (2004-2008).
La revoluci¨®n castrista gener¨® un conflicto que no se dio tras la independencia: la expropiaci¨®n de las propiedades de miles de espa?oles. La negociaci¨®n de las indemnizaciones se prolong¨® durante d¨¦cadas y solo se lleg¨® a un acuerdo con Adolfo Su¨¢rez, recuperada ya la democracia. Su¨¢rez fue el primer presidente espa?ol que visit¨® La Habana, en 1978. En esa ¨¦poca, en que la Espa?a democr¨¢tica a¨²n daba sus primeros pasos titubeantes en pol¨ªtica exterior, Su¨¢rez envi¨® a La Habana a un secretario de Estado, Carlos Robles Piquer, a la Cumbre del Movimiento de No Alineados. Muy pronto su sucesor Leopoldo Calvo-Sotelo zanj¨® cualquier duda sobre el lugar de Espa?a en un mundo a¨²n en plena Guerra Fr¨ªa.
Si alguien esperaba que las relaciones hispano-cubanas vivir¨ªan un idilio tras la llegada de los socialistas al poder, en 1982, se equivoc¨®. Saltaron chispas en la entrevista que Felipe Gonz¨¢lez y Fidel mantuvieron en Brasilia, en marzo de 1990. El muro de Berl¨ªn ya se hab¨ªa derrumbado y Gonz¨¢lez intent¨® convencer al veterano revolucionario de la necesidad de emprender reformas. ¡°Darle lecciones a Castro fue un error, pero filtr¨¢rselo a la prensa result¨® a¨²n peor¡±, seg¨²n Zald¨ªvar. En julio de ese a?o la Embajada de Espa?a en La Habana fue ocupada por refugiados, a los que se sumaron agentes infiltrados del r¨¦gimen. La visita de Fidel a Madrid, con motivo de la cumbre iberoamericana de 1992, y su desplazamiento a Galicia, tierra natal de su padre, apaciguaron los ¨¢nimos.
Por poco tiempo. La tensi¨®n lleg¨® a su c¨¦nit durante el mandato de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Por primera vez, Madrid se aline¨® con Washington en su pol¨ªtica hacia La Habana, como qued¨® patente en la rueda de prensa que Aznar y el vicepresidente Al Gore ofrecieron en La Moncloa en junio de 1996.
Las visitas del Rey y Rajoy a la isla siguen siendo una asignatura pendiente
Espa?a, que siempre hab¨ªa liderado la pol¨ªtica hacia Cuba en la UE, impuls¨® la Posici¨®n Com¨²n, que condicionaba las relaciones con La Habana a la democratizaci¨®n. Tras la primavera negra de 2003, en la que 75 disidentes fueron encarcelados, la UE acord¨® medidas de presi¨®n que el r¨¦gimen contest¨® con la suspensi¨®n de los contactos a alto nivel y el cierre del centro cultural espa?ol en La Habana.
Aunque Cuba era el ¨²nico pa¨ªs latinoamericano que don Juan Carlos no hab¨ªa visitado, Aznar se opuso rotundamente al deseo del entonces Rey de viajar a la isla. Solo pudo hacerlo en 1999, al asistir a la Cumbre Iberoamericana que se celebr¨® en La Habana. Zapatero y su ministro de Exteriores, Miguel ?ngel Moratinos, se emplearon a fondo para restaurar las relaciones, pero solo lo lograron a medias. La deuda cubana con Espa?a (unos 1.500 millones de euros) no se condon¨® y Zapatero nunca pis¨® La Habana. Con todo, dej¨® una importante herencia: con la Ley de Nietos, la cifra de cubanoespa?oles super¨® los 100.000.
Las relaciones bilaterales fueron peores con Aznar que con Franco
El regreso del PP al poder, de la mano de Rajoy y su ministro de Exteriores, Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa-Margallo, vino marcado por el affaire Carromero: el encarcelamiento del militante popular que conduc¨ªa el coche en el que muri¨® el disidente Oswaldo Pay¨¢. Pero ni la condena y posterior repatriaci¨®n de Carromero ni la ret¨®rica anticastrista del PP en la oposici¨®n cambiaron sustancialmente la pol¨ªtica de Madrid hacia La Habana, que opt¨® por la realpolitik.
Margallo visit¨® dos veces Cuba, en noviembre de 2014 y mayo de 2016, aunque en la primera no logr¨® ser recibido por Ra¨²l, y el Gobierno de Rajoy elimin¨® los obst¨¢culos que dificultaban las relaciones bilaterales, con la condonaci¨®n de la deuda y el desbloqueo del cr¨¦dito a la exportaci¨®n, para intentar aprovechar las oportunidades que se abr¨ªan con la apertura econ¨®mica del r¨¦gimen y el deshielo con Washington.
Pero las relaciones pol¨ªticas no llegaron a normalizarse. Mientras otros mandatarios europeos desfilaban por La Habana ¡ªel ¨²ltimo, el presidente portugu¨¦s, Marcelo Rebelo de Sousa, en octubre pasado¡ª la visita de Rajoy y Felipe VI sigue pendiente. Ya ser¨¢ sin Fidel.
¡°Los lazos con Cuba, econ¨®micos, culturales y de todo tipo, eran muy estrechos antes de Fidel y seguir¨¢n si¨¦ndolo despu¨¦s¡±, sostiene Zald¨ªvar. En palabras de Margallo, las disputas y querellas, incluso subidas de tono, son ¡°un asunto estrictamente de familia¡±.
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