Venezuela fue el juguete de Fidel Castro
El l¨ªder cubano sab¨ªa c¨®mo masajearle el ego a personajes como Hugo Ch¨¢vez
Desde que baj¨® de la Sierra Maestra, Fidel Castro le puso el ojo a Venezuela. Apenas tom¨® el poder en 1959 fue a visitar al entonces presidente electo, R¨®mulo Betancourt, para pedirle que le diera petr¨®leo en "condiciones especiales". Sim¨®n Alberto Consalvi, escritor y pol¨ªtico muy cercano al fundador de Acci¨®n Democr¨¢tica, cuenta en unas memorias publicadas en forma de entrevista, que Betancourt se neg¨® en darle petr¨®leo a Fidel, entre otras razones, pues en ese momento buena parte de la explotaci¨®n estaba controlada por las transnacionales.
Adem¨¢s, Betancourt, tampoco quiso facilitarle energ¨ªa barata al comandante revolucionario. Seguramente sospechaba de las ambiciones expansionistas de Castro. Esas ambiciones expansionistas se confirmar¨ªan pocos a?os despu¨¦s, cuando Fidel envi¨® expediciones guerrilleras que invadieron Venezuela para apoyar a la subversi¨®n armada en el pa¨ªs. La guerrilla castro-comunista fue derrotada por los Gobiernos democr¨¢ticos. Despu¨¦s llegar¨ªa la pacificaci¨®n liderada por Rafael Caldera en los a?os setenta, y la integraci¨®n a la vida pol¨ªtica de muchos de los exguerrilleros.
Sin embargo, Castro no cej¨® en sus esfuerzos en ponerle la mano a Venezuela. Hugo Ch¨¢vez le brind¨® la oportunidad perfecta. Cuando el teniente coronel golpista sali¨® de la c¨¢rcel en 1994, por una medida de gracia aprobada del entonces presidente Rafael Caldera (el mismo que pacific¨® a la guerrilla en los a?os setenta), visit¨® Cuba, donde fue recibido como si fuera un jefe de Estado. Castro sab¨ªa c¨®mo masajearle el ego a personajes como Ch¨¢vez.
All¨ª comenz¨® una relaci¨®n que dur¨® unos 14 a?os. Ch¨¢vez le vendi¨® el alma a su mentor pol¨ªtico, a su "padre" como ¨¦l mismo lo llamaba. En cambio, Fidel Castro le dio acceso a una franquicia para instalar una dictadura del siglo XXI, el know-how sobre c¨®mo montar un aparato de represi¨®n, control social y propaganda para gobernar para siempre (o hasta que la muerte los separe).
Fue tanta la entrega de Ch¨¢vez a Fidel, que el presidente venezolano confi¨® ciegamente en la medicina cubana para tratarse el c¨¢ncer que lo mat¨®. Hay quien piensa que a Fidel le interesaba m¨¢s un Ch¨¢vez muerto y santificado como nuevo mito de la revoluci¨®n latinoamericana. Nicol¨¢s Maduro resultaba m¨¢s maleable que el Comandante Eterno.
El acuerdo entre Castro y Ch¨¢vez incluy¨® el pago con petr¨®leo y otros negociados (todos salpicados de corrupci¨®n) por servicios m¨¦dicos, educativos, deportivos, militares y de inteligencia. El R¨¦gimen cubano ha penetrado el entramado del Estado venezolano. Un pa¨ªs m¨¢s d¨¦bil ha logrado conquistar a otro m¨¢s grande y con m¨¢s recursos. Este parasitismo, que tiene su fuerte componente ideol¨®gico, se ha traducido en una Venezuela empobrecida, violenta y desarticulada.
El juguete de Fidel est¨¢ abollado, incompleto, roto, casi inservible. Los venezolanos no perdemos la esperanza de que volvamos a tomar el destino del pa¨ªs en nuestras manos, y que los disc¨ªpulos de Castro sean eyectados del poder y que rindan cuentas ante la justicia por sus cr¨ªmenes.
Isaac Nah¨®n Serfaty es profesor en la Universidad de Ottawa (Canad¨¢).
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