Trump propone encarcelar o retirar la nacionalidad a quien queme la bandera de Estados Unidos
El presidente electo de EE UU defiende medidas que chocan con la Primera Enmienda
La condici¨®n de presidente-electo no ha alterado la afici¨®n de Donald Trump por el discurso incendiario, las teor¨ªas conspirativas y la mentira sistem¨¢tica. Un d¨ªa lanza en la red social Twitter, sin presentar pruebas, el bulo de que millones de personas votaron ilegalmente en su contra en las elecciones del 8 de noviembre. Y otro sugiere que las personas que quemen la bandera de Estados Unidos queden despojadas de la nacionalidad estadounidense y sean condenadas a penas de c¨¢rcel.
Nobody should be allowed to burn the American flag - if they do, there must be consequences - perhaps loss of citizenship or year in jail!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) November 29, 2016
La sucesi¨®n de mensajes incoherentes monopoliza la agenda informativa. Alimenta el reality show en el que se ha convertido el proceso de transici¨®n entre los presidentes Barack Obama y Donald Trump. Y oscurece otros asuntos de gravedad como los conflictos de intereses entre su imperio empresarial y su funci¨®n presidencial.
El ¨²ltimo fogonazo en Twitter lo lanz¨® el martes a las 6.55, hora local. ¡°A nadie deber¨ªa permit¨ªrsele quemar la bandera americana - si lo hacen, debe haber consecuencias - quiz¨¢ la p¨¦rdida de la ciudadan¨ªa y un a?o de prisi¨®n¡±, escribi¨® el presidente-electo con su particular puntuaci¨®n.
El mensaje puede ser, seg¨²n The Washington Post, una reacci¨®n en un episodio reciente en Hampshire College, una universidad en el oeste de Massachussetts. Tras la victoria de Trump en las elecciones, alguien quem¨® all¨ª la bandera de las barras y estrellas en se?al de protesta, seg¨²n el ¡®Post¡¯. Las autoridades universitarias decidieron entonces retirar todas las banderas. Esto dio pie a una protesta de un centenar de personas el pasado domingo.
En EE UU, la quema de la bandera est¨¢ amparada por la libertad de expresi¨®n, garantizada en la Primera Enmienda de la Constituci¨®n, seg¨²n su interpretaci¨®n vigente. En 1989, en el caso Texas vs Johnson, el Tribunal Supremo dictamin¨® que la quema de la bandera era un acto de expresi¨®n pol¨ªtica que, por tanto, era constitucional.
El Centro Nacional de la Constituci¨®n, en un reconstrucci¨®n del debate sobre la quema de la bandera, recuerda que en 1989, tras la decisi¨®n del Supremo, el Congreso adopt¨® una ley contra la quema de la bandera, pero en 1990 el tribunal la anul¨®. Y cita las palabras del juez William Brennan: ¡°Si hay un principio que sostiene la Primera Enmienda, es que el Gobierno no puede prohibir la expresi¨®n de una idea simplemente porque la sociedad piensa que esta idea sea ofensiva o desagradable¡±.
El debate no termin¨®. En 2005 el Congreso propuso una ley para criminalizar la quema de la bandera. La impuls¨®, entre otros, la entonces senadora Hillary Clinton, rival dem¨®crata del republicano Trump el 8 de noviembre. La ley no se aprob¨®.
El mensaje de Trump sobre la quema de la bandera no es el primero en el que pone en duda la Primera Enmienda. En las ¨²ltimas semanas, ha cuestionado el ejercicio de los derechos que esta consagra, como la libertad de reuni¨®n y de prensa.
La Primera Enmienda, adem¨¢s de proteger la quema de la bandera, tambi¨¦n protege los discurso de odio de los grupos de la extrema derecha racista que apoyan a Trump.
El propio Trump ha declarado varias veces su admiraci¨®n por Antonin Scalia, el juez del Tribunal Supremo que muri¨® en febrero. Scalia era un icono conservador. El suyo fue el voto decisivo para autorizar la quema de la bandera en el caso Texas vs Johnson. Odiaba a los que quemaban banderas, pero odiaba m¨¢s a¨²n a los que violaban la Constituci¨®n. ¡°Si fuese por m¨ª pondr¨ªa en la c¨¢rcel a todos estos tipos raros, con sandalias y barba desali?ada que queman la bandera americana¡±, dijo en uno de sus ¨²ltimos discursos antes de morir. ¡°Pero no soy un rey¡±.
Tampoco Trump es un rey. Su capacidad para cumplir las amenazas es limitada. No puede cambiar la ley: debe hacerlo el Congreso. Ni decidir sobre su constitucionalidad: le corresponde al Tribunal Supremo. Y no tiene capacidad ni para imponer penas de prisi¨®n ni para quitar la ciudadan¨ªa a nadie. S¨ª para usar el cargo como un p¨²lpito privilegiado: el presidente de EE UU, como el Papa de Roma, no s¨®lo gobierna firmando leyes y decretos sino tambi¨¦n por medio de la palabra. En otras ¨¦pocas el p¨²lpito eran las ruedas de prensa, o los discursos solemnes. Hoy es Twitter.
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