Adi¨®s, castrochavismo, adi¨®s
Ya no hay Farc. Ya no hay Uni¨®n Sovi¨¦tica ni hay Guerra Fr¨ªa ni hay muro en Berl¨ªn ni hay Ch¨¢vez ni hay Castro ni hay ¡°castrochavismo¡±. Ya no hay sino capitalismo: ley de la selva
?bamos en que el tal plebiscito colombiano lo gan¨® el ¡°no¡±: ¡°no¡± al urgente acuerdo de paz con las Farc. Pero desde el lunes siguiente a esa ¡°victoria¡± el extraordinario equipo negociador del Gobierno ¨Ccomandado por el exvicepresidente liberal Humberto de la Calle¨C se empe?¨® en renegociar el pacto pol¨ªtico con la guerrilla para que diera alivio tambi¨¦n a aquellos electores del ¡°no¡± que no votaron ¡°no¡± a la paz, sino ¡°no¡± ante cualquier duda, ¡°no¡± ante cualquier temor. No a una justicia transicional sin jueces colombianos. No a la ambig¨¹edad en la reparaci¨®n de las v¨ªctimas. No a la palabra ¡°g¨¦nero¡±. No a perdonar a sus c¨ªnicos victimarios. No a todas las mentiras que asumieron como verdades: al matrimonio homosexual, a la legalizaci¨®n de Uber, a la inminente invasi¨®n de un comunismo que ellos llaman el ¡°castrochavismo¡±.
Se firm¨® esa paz en una breve ceremonia de negro. Y fue un segundo milagro
Se hizo el nuevo acuerdo de paz, pues, sum¨¢ndole al viejo las ideas de los l¨ªderes del ¡°no¡±: el expresidente Pastrana, el expresidente Uribe, que en su momento buscaron acuerdos que conced¨ªan mucho m¨¢s que este. Y se firm¨® esa paz en una breve ceremonia de negro. Y fue un segundo milagro.
Pero los opositores inescrupulosos siguieron repitiendo la tonter¨ªa ¡°paz s¨ª, pero no as¨ª¡±, inconformes ¨Cdijeron¨C con el pacto que ellos mismos corrigieron, porque a los opositores inescrupulosos s¨®lo les sirve el desastre. Y s¨ª: as¨ª es la pol¨ªtica. Pero no deja de sorprender, de horrorizar, que un pol¨ªtico prefiera que siga la violencia a que se desmantele una guerrilla. Por lo que sea: porque prepara su regreso al poder, porque jura que un pacto pol¨ªtico debe ser un pacto jur¨ªdico, porque cree que es mejor que un secuestrador se pudra a que se tropiece en la calle con su secuestrado: da horror. De vez en cuando se dice que el presidente Santos ha hecho todo esto por vanidad, pero, sea como fuere, el resultado lo honra, lo ennoblece. Sabotear el fin de una guerra de 52 a?os, en cambio, podr¨¢ lucrar, pero no, nunca, redimir.
No hay Ch¨¢vez ni hay Castro ni hay ¡°castrochavismo¡±. Ya no hay sino capitalismo: ley de la selva
Fue De la Calle quien encar¨® ese saboteo: naci¨® hace 70 a?os en el municipio azucarero de Manzanares, Caldas. De ni?o asumi¨® el existencialismo libertario del llamado ¡°nada¨ªsmo¡±: ¡°no hay nadie sobre quien triunfar, sino sobre uno mismo¡±. Se gradu¨® de abogado en la Universidad de Caldas. De 1969 hasta hoy se cas¨® con su compa?era de clases, logr¨® una familia con tres hijos y seis nietos, y fund¨® una reputada firma de abogados. De 1969 hasta hoy fue Juez, Profesor, Magistrado, Registrador, Ministro, Vicepresidente, Embajador. Y sobre todo ha sido un tipo de carne y hueso due?o de su propio sentido del humor y ajeno a tantos pol¨ªticos c¨ªnicos de humor involuntario. Y ha sido el jefe de este equipo negociador que ha visto con sus propios ojos no s¨®lo el delirio de las Farc, sino el de los l¨ªderes que han vivido de prometer su exterminio.
Ya no hay Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia: ya no hay Farc. Ya no hay Uni¨®n Sovi¨¦tica ni hay Guerra Fr¨ªa ni hay muro en Berl¨ªn ni hay Ch¨¢vez ni hay Castro ni hay ¡°castrochavismo¡±. Ya no hay sino capitalismo: ley de la selva.
Pero Colombia est¨¢ plagada de bandas de sicarios que a¨²n no lo saben, que, acostumbrados a ganarse la vida matando a la gente que grita ¡°est¨¢n mat¨¢ndonos¡±, en estos cuatro a?os han asesinado decenas de l¨ªderes campesinos, defensores de v¨ªctimas, miembros de movimientos de izquierda. Y s¨ª: es apenas l¨®gico que los opositores inescrupulosos sean incapaces de triunfar sobre s¨ª mismos, que tengan est¨®mago para negar que el equipo de Humberto de la Calle consigui¨® un nuevo acuerdo, que sigan necesitando el fantasma del comunismo para quedarse con todo, y que su ideolog¨ªa se reduzca al negocio. S¨ª, as¨ª han sido, as¨ª son. Pero no deja de sorprender tanta vileza.
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