Austria se blinda para cortar un posible repunte migratorio
El Gobierno prepara medidas excepcionales para controlar la frontera
El canciller de Austria, el socialdem¨®crata Christian Kern, y su ministro de Defensa, Hans Peter Doskozil, otean el horizonte en direcci¨®n a la frontera h¨²ngara. Acaban de entregar nuevos prism¨¢ticos de visi¨®n nocturna a los soldados que vigilan el l¨ªmite con el pa¨ªs vecino, desde donde cruzaron en 2015 centenares de miles de refugiados en direcci¨®n a Alemania. Casi 90.000 se quedaron en Austria que, un a?o despu¨¦s, se debate entre el control de fronteras y la tarea de integrar a los acogidos. El empuje de la ultraderecha del FP?, que cabalga a lomos del rechazo a la migraci¨®n, y la amenaza de Turqu¨ªa de romper el acuerdo con la UE mantienen al Ejecutivo austriaco en alerta.
¡°Tenemos que hacer nuestro trabajo, no podemos exponernos a un chantaje¡±, afirm¨® el lunes el canciller en referencia a los advertencias turcas. Tras atender a las miles de personas que atravesaron el pa¨ªs en pocos meses, el Ejecutivo de coalici¨®n entre socialdem¨®cratas (SP?) y conservadores (?VP) endureci¨® el tono y blind¨® sus fronteras. Las medidas austriacas, unidas a la valla h¨²ngara, causaron un efecto domin¨® que acab¨® por cerrar la ruta de los Balcanes.
Desde enero, Austria ha registrado unas 37.000 nuevas peticiones de asilo, menos de la mitad que en 2015. Pero el Gobierno no se f¨ªa y desarrolla una orden de emergencia que cortar¨ªa el paso a los solicitantes en caso de peligro para la seguridad interna y riesgo de colapso sociosanitario. Un escenario de caos en uno de los pa¨ªses m¨¢s ricos de la UE con el que el Ejecutivo justifica los topes anuales de acogida que ha decidido ¡ªun m¨¢ximo de 130.000 hasta 2019, lo que equivale al 1,5% de la poblaci¨®n¡ª. La coalici¨®n discute c¨®mo anclar la cifra en la ley porque choca con el derecho al asilo. La preocupaci¨®n de los ciudadanos ante un nuevo aumento de refugiados marca el debate en un Gobierno mal avenido en el que los socios se bloquean para satisfacci¨®n de la ultranacionalista FP?, que capitaliza los temores de muchos austriacos y aspira este domingo a convertir a Norbert Hofer en presidente del pa¨ªs.
Protesta contra Hofer
¡°El debate de la migraci¨®n sigue ah¨ª, pero en un tono menos hist¨¦rico¡± que durante el a?o pasado, afirma Anton Pelinka, polit¨®logo de la Universidad Central Europea de Budapest (Hungr¨ªa). En este ¨²ltimo tramo de campa?a, ¡°Hofer no ha podido aprovechar tanto el tema como hace meses¡±, a?ade. Menor tensi¨®n Esa disminuci¨®n de la tensi¨®n ha llegado a la calle.
Cuando a principios de a?o se anunci¨® la apertura de un centro de refugiados en un edificio vac¨ªo del distrito industrial de Liesing, en el suroeste de Viena, los vecinos recogieron miles de firmas en contra. ¡°El centro solo estar¨¢ abierto hasta marzo de 2017, pero circulaban rumores de que ser¨ªa permanente. Tambi¨¦n hab¨ªa miedo a un aumento de la criminalidad¡±, recuerda Belinda Schneider, responsable de comunicaci¨®n de la organizaci¨®n asistencial Johanniter de Viena, encargada de la residencia. Nueve meses despu¨¦s, han cesado las protestas. ¡°Nos lo imagin¨¢bamos peor, pero no nos ha molestado nadie¡±, admite una vecina jubilada. No quiere dar su nombre y antes de acelerar el paso avisa: ¡°Si sigue as¨ª, bien. Pero no sabemos si vendr¨¢n m¨¢s y no queremos ser islamizados¡±. Es el hilo argumental del FP?, que secund¨® el rechazo al centro.
Previsto para un m¨¢ximo de 750 personas, el centro alberga a 209 solicitantes de asilo, la mayor¨ªa familias de Afganist¨¢n, Siria, Yemen, Nigeria o Ir¨¢n, como Hamid Reza, ingeniero de 35 a?os. Huy¨® de Teher¨¢n junto a su mujer y su hija por motivos pol¨ªticos, cuenta. Reza dice entender las reticencias: ¡°La gente paga impuestos y a veces se enfada¡±.
La atenci¨®n empieza a desplazarse hacia la lenta integraci¨®n de los asilados, especialmente en el mercado laboral. El paro ronda el 9%, seg¨²n datos oficiales, y afecta a unas 430.000 personas. En las oficinas de empleo hab¨ªa apuntados 25.000 asilados en julio. La previsi¨®n de que puedan pasar a?os hasta que encuentren trabajo ha desatado otra agria discusi¨®n pol¨ªtica en torno al coste en ayudas sociales, que algunas regiones han empezado a recortar y quieren vincular a cursos obligatorios de alem¨¢n. Pero el Gobierno no ha sido capaz de unificar criterios con los l?nder. La integraci¨®n va para largo.
¡°Nos va bien, podemos hacer algo¡±
¡°El miedo es un sentimiento muy fuerte¡±, se?ala Gabrielle S¨¦gur-Cabanac, que dirige la residencia de acogida de la organizaci¨®n Johanniter (nacida de la orden de San Juan del Hospital) en el distrito vien¨¦s de Liesing. El centro se ha volcado en dar cuenta de cada paso a los vecinos para evitar conflictos, ha repartido hojas informativas y tiene una l¨ªnea para llamadas que atiende posibles quejas. Tambi¨¦n organiz¨® el verano pasado una fiesta abierta a los vecinos de la zona. ¡°Nos esforzamos por ser transparentes, y eso ha dado sus frutos¡±, afirma S¨¦gur-Cabanac.
La mayor¨ªa vive a espaldas de lo que ocurre en la residencia, pero algunos han decidido acercarse a ayudar. De la resistencia a la llegada de los refugiados ha salido un entrenador de f¨²tbol y por el rechazo a la agitaci¨®n creada una profesora que da clases de alem¨¢n.
Salome Bergmann, de 38 a?os, se plant¨® en el lugar tras ver un reportaje en la televisi¨®n. ¡°Quer¨ªa ver c¨®mo es con mis propios ojos, y decid¨ª venir a ayudar¡±. Una vez por semana acude para sortear y organizar la ropa donada a los refugiados. ¡°Hay problemas, pero se puede con ellos. Nos va bien y tenemos tanto que tambi¨¦n podemos dar algo¡±, asegura.
En la transformaci¨®n del gran edificio de oficinas vac¨ªo en un lugar habitable se nota que tambi¨¦n hay solidaridad. Los refugiados pueden hacer deporte sin desplazarse porque alguien don¨® bicicletas est¨¢ticas y hay un peque?o caf¨¦ en una de las estancias gracias a que un comercio no se deshizo de una m¨¢quina que quer¨ªa sustituir.
Otros aportan como voluntarios sus conocimientos y dan clases de alem¨¢n y alfabetizaci¨®n, atienden una consulta m¨¦dica o hacen teatro terap¨¦utico para ni?os. Los refugiados, ansiosos por ocupar el tiempo mientras esperan la decisi¨®n sobre su asilo, han organizado una peluquer¨ªa, se ofrecen para todo tipo de arreglos y ayudan en la limpieza y la cocina. Hasta que puedan marcharse para abrirse paso en el pa¨ªs que les acoge.
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