Boris Johnson acusa a Ir¨¢n y Arabia Saud¨ª de ¡°manejar marionetas¡± en la regi¨®n
El ministro de Exteriores brit¨¢nico opina abiertamente sobre Oriente Pr¨®ximo con unas palabras que han sido matizadas por el Gobierno de May
Boris Johnson ha vuelto a demostrar que su condici¨®n de pol¨ªglota, y hombre de vasta cultura, quiz¨¢ no sea suficiente para llevar las riendas de la diplomacia brit¨¢nica. Su propio Gobierno se ha visto forzado este jueves a salir al paso de unas declaraciones del ministro de Exteriores en las que acusaba a Arabia Saud¨ª, uno de los grandes aliados del Reino Unido, de atizar una rama de la religi¨®n isl¨¢mica para librar ¡°guerras subsidiarias¡± en Oriente Pr¨®ximo. Un portavoz de la primera ministra, Theresa May, precisamente reci¨¦n regresada de una visita a la regi¨®n, matizaba que el discurso de Johnson responde a ¡°opiniones personales que no representan la posici¨®n¡± oficial.
La diatriba p¨²blica del ministro contra los reg¨ªmenes saud¨ª y de Ir¨¢n, por utilizar respectivamente los sentimientos de sun¨ªes y chi¨ªes en su propio beneficio pol¨ªtico, tuvo lugar hace ya una semana durante una conferencia en Roma, pero s¨®lo ha trascendido ahora a ra¨ªz de la difusi¨®n del v¨ªdeo por el diario The Guardian. En aquella tribuna del Med 2, Johnson calific¨® de ¡°tragedia¡± la ausencia de ¡°l¨ªderes fuertes y visionarios en Oriente Pr¨®ximo y el Golfo capaces de trascender a una rama concreta del Islam para unir a la poblaci¨®n¡± y ¡°desarrollar una narrativa nacional¡±.
Muchos analistas coincidir¨ªan con el retrato esbozado por Johnson de los poderes de Riad y de Teher¨¢n, como titiriteros que manejan ¡°las marionetas¡± de una regi¨®n muy convulsa y cuya sombra se proyecta sobre los conflictos de Siria o de Yemen, pero el problema es que lo dice el periodista que fue en el pasado y no el diplom¨¢tico del presente, obligado a atenerse a la posici¨®n de su Gobierno. Cuando Londres est¨¢ apoyando sin ambages la intervenci¨®n saud¨ª en Yemen contra los rebeldes Huthi, a base de bombardeos a¨¦reos, las palabras de Johnson amenazan con irritar al Gobierno de Riad, uno de los principales compradores de armas de facturaci¨®n brit¨¢nica.
Se trata del mismo personaje que hab¨ªa comparado a la Uni¨®n Europea con Hitler antes de asumir el puesto de ministro de Asuntos Exteriores en plena era del Brexit y, por tanto, en calidad de encargado de transmitir las intenciones de May a los negociadores de Bruselas. O que, ya inmerso el Gobierno de Londres en ese pulso con la UE, amenazaba a los italianos durante una reuni¨®n de alto nivel con poner dificultades a la venta del espumoso Prosecco en el Reino Unido si no se aceptaba su demanda de libre tr¨¢nsito de los productos brit¨¢nicos por el espacio comunitario pero no de los trabajadores europeos en las islas.
Entre los muchos problemas que afronta Theresa May desde que decidi¨® abrazar la proclama del Brexit, el de brindar la cartera de Exteriores a Boris Johnson no es ni mucho menos irrelevante.
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