Violencia: la segunda ola
No se trata solo del aumento de homicidios, sino de una bater¨ªa de otros delitos
El repunte de la violencia en M¨¦xico comienza a adquirir visos de constituir una segunda ola, igual de cruenta que la desatada en el sexenio anterior, pero con rasgos a¨²n m¨¢s da?inos. Septiembre de 2016 ha sido el mes m¨¢s sangriento del sexenio de Enrique Pe?a Nieto; hasta octubre se hab¨ªan registrado 17.063 homicidios, una cifra mayor a la suma de todo el a?o pasado. Habr¨ªa que remontarse a los peores a?os del combate al narcotr¨¢fico, al final del sexenio de Calder¨®n, para encontrar estad¨ªsticas similares.
La violencia salvaje se ha salido de los bolsones tradicionales de Ciudad Ju¨¢rez
La segunda ola tiene rasgos a¨²n m¨¢s preocupantes que la primera. Por un lado la proliferaci¨®n geogr¨¢fica. La violencia salvaje se ha salido de los bolsones tradicionales de Ciudad Ju¨¢rez, y regiones puntuales de Tamaulipas, Michoac¨¢n, Sinaloa y Guerrero, para extenderse a buena parte del territorio nacional. Colima, Guanajuato, Jalisco, Veracruz y Estado de M¨¦xico, entre otros. En los ¨²ltimos dos a?os el crimen organizado ha abierto cabezas de playa en plazas nuevas como San Miguel Allende, Zamora o colonias como La Condesa, en la Ciudad de M¨¦xico, y al mismo tiempo ha adquirido una mayor virulencia en las zonas tradicionales.
El otro rasgo de esta segunda oleada es la proliferaci¨®n de giros. No se trata solo del aumento de homicidios relacionados con el crimen organizado, sino de una bater¨ªa de delitos en los que han incursionado gracias al control de las plazas y su impunidad ante la polic¨ªa local. Las bandas se disputan ahora las extorsiones a comercios, bares y restaurantes, el control de la pirater¨ªa en los tianguis, los secuestros en todas sus variantes, el robo de autom¨®viles, el asalto a autobuses en carretera. En el caso de pirater¨ªa o robo de autos, han desplazado o est¨¢n en proceso de hacerlo a las bandas tradicionales especializadas en estos giros. Y en los municipios aislados, en el coraz¨®n de sus territorios, gestionan incluso la designaci¨®n de presidencias municipales y la recaudaci¨®n de impuestos.
Como los virus de nueva generaci¨®n, esta segunda oleada parecer¨ªa haber desarrollado inmunidad a los recursos empleados para combatirlos. Y este recurso no ha sido otro que el Ej¨¦rcito.
El General Cienfuegos, titular de la Sedena, afirm¨® la semana pasada que los militares no hab¨ªan estudiado para perseguir a delincuentes ni pod¨ªan hacer el trabajo que corresponde a las polic¨ªas. Llevan 10 a?os haci¨¦ndolo y el fracaso est¨¢ a la vista. Peor a¨²n, el desgaste para las fuerzas armadas ha sido terrible: docenas de miembros del ej¨¦rcito enfrentan cargos por violaci¨®n de derechos humanos. En suma, se sienten utilizados y sacrificados por los pol¨ªticos y por su negligencia o incapacidad para refundar el sistema de justicia y la profesionalizaci¨®n de las polic¨ªas.
Por su parte, el secretario de Marina matiz¨® horas despu¨¦s el planteamiento de su colega y afirm¨® que los militares estar¨ªan dispuestos hacer la tarea en la medida en que las leyes ampl¨ªen sus atribuciones para combatir el crimen. Las organizaciones civiles a favor de los derechos humanos temen que esta sea la salida f¨¢cil para la clase pol¨ªtica. Ampliar atribuciones de los militares sobre la poblaci¨®n civil y ahorrarse la dif¨ªcil tarea de refundar polic¨ªas y mejorar el sistema de justicia. Despu¨¦s de todo, esto ¨²ltimo exigir¨ªa combatir frontalmente la corrupci¨®n y la impunidad.
Cabr¨ªa preguntarse si existe alguna raz¨®n para que la violencia aumente de manera tan visible en los dos ¨²ltimos a?os de ambos sexenios, el de Calder¨®n y el de Pe?a Nieto. Quiz¨¢ se trate simplemente de una coincidencia. O quiz¨¢ obedezca a la fatiga y a la frustraci¨®n o, algo peor, a los arreglos locales de cara a campa?as y procesos electorales.
En cualquier caso, doblar la dosis del antibi¨®tico que no est¨¢ funcionando s¨®lo puede provocar terribles da?os colaterales y no parece ser la mejor opci¨®n para atacar un virus que ha generado inmunidad. Pues eso es justamente lo que se proponen los legisladores: ampliar atribuciones a los militares para no tener que llevarlos a tribunales por violaci¨®n a los derechos humanos.
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