El Asad conquista Alepo pero puede perder una Siria unida
Lejos de haber ganado la guerra, el presidente queda bajo la tutela de Rusia e Ir¨¢n, al frente de un pa¨ªs que se encamina hacia la partici¨®n
Hace apenas 15 meses, los analistas de Estado Mayor del Ej¨¦rcito de Israel daban por perdida la guerra para Bachar el Asad. Como mucho le auguraban un oscuro futuro al frente de un Alauist¨¢n, o tierra de los alau¨ªes, la rama del islam a la que pertenecen la mayor¨ªa de los mandos pol¨ªticos y militares del r¨¦gimen, en la franja costera. Pero la intervenci¨®n de Rusia en defensa de su ¨²nica base en el Mediterr¨¢neo, precisamente en la Latakia natal de la familia El Asad, dio un vuelco al conflicto, que ahora se ha consumado con la mayor victoria gubernamental ante los rebeldes de Alepo.
Occidente, y tambi¨¦n Israel y los aliados sun¨ªes de los insurgentes, asistieron mudos al despliegue ruso, considerando tal vez que el Kremlin se limitaba a defender sus intereses geoestrat¨¦gicos sin pretender implicarse en la guerra civil. El reequilibrio de fuerzas mostr¨®, aparentemente entonces, el camino hacia una salida negociada al conflicto. Ni la oposici¨®n estaba en condiciones de expulsar del poder a El Asad por la fuerza de las armas, ni el r¨¦gimen parec¨ªa capaz de arrebatar a los rebeldes ¡ªy mucho menos al Estado Isl¨¢mico, con el que apenas se ha enfrentado¡ª los amplios territorios que controlaban.
Los aliados de ambos contendientes as¨ª lo entendieron el pasado oto?o al crear el llamado Grupo de Apoyo a Siria, encabezado por Washington y Mosc¨². El Consejo de Seguridad de la ONU se limit¨® a ratificar hace un a?o la voluntad de los grandes y el proceso de negociaciones entre los contendientes pudo arrancar en marzo en Ginebra.
Pero los bombardeos de la aviaci¨®n del r¨¦gimen y de su aliado ruso hicieron saltar por los aires el alto el fuego en el que se amparaba el di¨¢logo, en una estrategia que culmin¨® en julio con el asedio a los rebeldes de Alepo. En este ¨²ltimo episodio del conflicto de Siria ¡ªlo m¨¢s parecido a una guerra mundial que podamos observar en los tiempos actuales¡ª Washington ha asistido como espectador durante cinco meses a la tragedia que han vivido los alepinos bajo las bombas mientras Rusia e Ir¨¢n actuaban como protagonistas. La tregua acordada en septiembre por las dos grandes potencias result¨® una farsa.
La ca¨ªda del Alepo rebelde se ha escenificado durante la transici¨®n en el poder en EE UU entre la presidencia de Barack Obama, que apoy¨® con reservas a algunos insurgentes, y la de Donald Trump, que ya ha anunciado que se va a concentrar en la acci¨®n militar contra el ISIS y no oculta sus simpat¨ªas hacia Vlad¨ªmir Putin. La cercana provincia de Idlib ser¨¢ el previsible escenario de la pr¨®xima batalla, como apunta el profesor estadounidense Joshua Landis. ¡°Se trata de un basti¨®n de Al Qaeda y del salafismo y Occidente no va apoyarles ahora¡±, subraya este experto en la Siria contempor¨¢nea.
Turqu¨ªa, que ha intervenido en los ¨²ltimos meses en el interior del territorio sirio, se ha ocupado de garantizar las l¨ªneas de suministro a los rebeldes para evitar que sufran un nuevo cerco como el de Alepo. Pero Ankara teme sobre todo el nacimiento de una entidad kurda en el norte de Siria, a lo largo de su frontera com¨²n, bajo el control de unas milicias que se han mostrado activas contra el Estado Isl¨¢mico y han recibido respaldo militar de EE UU.
El r¨¦gimen culmina en Alepo la estrategia para dominar la llamada ¡°Siria ¨²til¡±: la capital, la costa y los corredores que enlazan las grandes ciudades en su poder. El espacio donde se concentra la riqueza del pa¨ªs y la mayor parte la poblaci¨®n. Est¨¢ por ver si cumple su promesa de reconquistar todo el territorio o si, como ocurri¨® en Irak, acepta una partici¨®n de hecho con kurdos y sun¨ªes. Pero de lo que no parece caber duda es que, tras haberle brindado su mayor triunfo, el r¨¦gimen est¨¢ en deuda con sus dos grandes padrinos de Mosc¨² y Teher¨¢n.
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