En su 80 cumplea?os, el papa Francisco reivindica la vejez
"Es una palabra que parece fea y que asusta, pero tambi¨¦n puede ser una etapa para vivir con alegr¨ªa"
El d¨ªa de su 80 cumplea?os, delante de unos 60 cardenales m¨¢s o menos de su quinta, Jorge Mario Bergoglio ha reivindicado la vejez y, de paso, un ingrediente que considera necesario para sobrellevarla: el sentido del humor. Durante una misa en la Capilla Paulina del Palacio Apost¨®lico, el papa Francisco ha reconocido: ¡°Desde hace algunos d¨ªas me viene a la mente una palabra que parece fea y que tambi¨¦n asusta, la vejez. Se me viene a la cabeza aquel poema [de Ovidio]: ¡°con paso silencioso se te viene encima la vejez¡±. ?Es un golpe!, pero hay que verla como una etapa m¨¢s de la vida, con alegr¨ªa, esperanza. La vejez es sed de sabidur¨ªa, esperemos que tambi¨¦n para m¨ª¡±.
Bergoglio ya empez¨® a recibir felicitaciones el pasado mi¨¦rcoles, coincidiendo con la audiencia general, aunque ¨¦l intent¨® frenarlas con una broma. ¡°Os digo una cosa que os har¨¢ re¨ªr¡±, advirti¨®, ¡°en mi tierra, felicitar antes de tiempo trae mala suerte y quien felicita por anticipado es un gafe¡±. Durante la misa de hoy, el Papa pidi¨® a los cardenales que recen para que su vejez sea ¡°religiosa, tranquila, fecunda y tambi¨¦n alegre¡± porque, seg¨²n a?adi¨®, ¡°un poco de sentido del humor ayuda a seguir adelante¡±.
Desde que fue elegido papa el 13 de marzo de 2013, el Papa sigue una agenda fren¨¦tica, que no contempla d¨ªas de fiesta ni vacaciones navide?as o veraniegas. La semana de su 80 cumplea?os no ha sido una excepci¨®n. Es m¨¢s, basta observar lo que ha hecho en los ¨²ltimos d¨ªas para identificar la directriz de sus tres a?os de pontificado. El jueves, por ejemplo, Jorge Mario Bergoglio recibi¨® al personal sanitario y a los pacientes del hospital Bambino Ges¨´, propiedad de la Santa Sede, y aprovech¨® su encuentro pastoral con decenas de ni?os enfermos para dar un toque de atenci¨®n de forma muy severa a quienes gestionan este tipo de instituciones, salpicadas por la corrupci¨®n en tiempos muy recientes.
Dijo el Papa: ¡°Miren a los ni?os: ?Yo puedo hacer negocios corruptos con estos ni?os? ?No! Yo puedo acabar el d¨ªa sudado, sucio, cansado, con ganas de decir una palabra un poco¡ y mandar a alguien a fre¨ªr ejotes, s¨ª, pero sin corrupci¨®n. El c¨¢ncer m¨¢s fuerte de hospitales como estos es la corrupci¨®n: que no viene de un d¨ªa para otro, se cae lentamente, hoy una propina aqu¨ª, ma?ana una mordida all¨¢, pasado ma?ana un enchufe all¨¢ y lentamente, sin darse cuenta, se acaba en la corrupci¨®n. Los ni?os no son corruptos. Y en este mundo en el que se hacen muchos negocios con la salud, se enga?a a mucha gente, con la industria de la enfermedad, el hospital Bambino Ges¨´ debe saber decir no. Pecadores s¨ª, lo somos todos, pero corruptos nunca¡±.
Al d¨ªa siguiente, viernes, Bergoglio sigui¨® otra de las huellas de su pontificado. La de convertir a la poderosa diplomacia vaticana en cascos azules del di¨¢logo. El Papa aprovech¨® la, en principio, protocolaria visita del presidente colombiano, Juan Manuel Santos, en un intento de desbloquear la relaci¨®n con el expresidente ?lvaro Uribe, quien sigue oponi¨¦ndose de manera frontal al segundo acuerdo de paz alcanzado por el Gobierno y las FARC. Bergoglio se reuni¨® con los dos por separado, luego los sent¨® juntos frente a ¨¦l, para que hablaran de sus puntos en com¨²n o de sus diferencias, pero que hablaran al fin y al cabo. Hay quien analiza los esfuerzos diplom¨¢ticos del Papa en funci¨®n de triunfos o derrotas ¡ªle sali¨® bien el acercamiento entre EE UU y Cuba, el laberinto venezolano parece no tener arreglo, la paz de Oriente Pr¨®ximo sigue siendo una utop¨ªa¡¡ª, pero, en la perspectiva de Francisco, se trata de una vara de medir equivocada. Lo importante, m¨¢s all¨¢ de los casos concretos, es inocular en los contendientes la necesidad del di¨¢logo y, de paso, lanzar un mensaje a la r¨ªgida maquinaria vaticana: para ganar hay que arriesgar, dar pasos en falso, equivocarse, dudar... El mi¨¦rcoles, durante un encuentro con los ni?os del hospital infantil, una enfermera le pregunt¨®: "?Por qu¨¦ sufren los ni?os?" El Papa, afligido, respondi¨®: ¡°No tengo respuesta... Tampoco Jes¨²s dio una respuesta¡¡±.
Es verdad que ese Papa que duda ¡ªo que prefiere visitar la isla de Lampedusa a pasearse por Mil¨¢n, o que re¨²ne a los alcaldes contestatarios para que pidan a sus Gobiernos que acojan a m¨¢s refugiados¡ª no gusta a los cardenales m¨¢s retr¨®grados y sigue encontrando resistencias en el Vaticano, donde las sorpresas y las horas extraordinarias son cosas del diablo. Tampoco satisface a quienes querr¨ªan m¨¢s rapidez a la hora de rescatar a las mujeres del lugar subalterno que todav¨ªa ocupan de la Iglesia o a quienes, del otro lado, se hacen cruces porque el Papa dedique una tarde a merendar con curas casados, sus esposas y sus hijos. Un Papa contradictorio e imprevisible que, en el d¨ªa de su cumplea?os, recibi¨® la llamada de felicitaci¨®n de Barack Obama mientras desayunaba con ocho vagabundos en la residencia de Santa Marta.
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