El bot¨®n nuclear, al alcance de Trump
El nuevo presidente tendr¨¢ la capacidad de desencadenar un ataque masivo
El vendaval que Trump ha levantado todav¨ªa no ha alcanzado a la almendra del poder, el elemento definitorio de la inmensa capacidad de destrucci¨®n que tiene el presidente de Estados Unidos en sus manos. Su s¨ªmbolo es una simple cartera con las instrucciones, objetivos y c¨®digos para lanzar un ataque masivo nuclear. Un militar uniformado le seguir¨¢, siempre con la maleta de emergencia en la mano, all¨ª adonde vaya durante los cuatro a?os de su presidencia a partir del 20 de enero, para que en cualquier momento pueda ordenar el disparo de alguna o de todas las 900 ojivas nucleares actualmente activadas para su lanzamiento, una decisi¨®n que es de su exclusiva y personal responsabilidad.
La preocupaci¨®n surgi¨® ya durante la campa?a electoral, cuando Trump demostr¨® su extrema ignorancia sobre la materia. Trump no sab¨ªa, por ejemplo, qu¨¦ era la doctrina del primer disparo nuclear, por la que el poseedor de este tipo de armamento se reserva el derecho a usar el arma at¨®mica en caso de una agresi¨®n convencional o incluso de forma meramente preventiva, en vez de limitar su uso a la defensa ante un ataque nuclear previo.
La ignorancia de un presidente electo no es un problema. Una vez en la Casa Blanca, todo se puede aprender. Sobre todo si cuenta con asesores fiables y competentes. El problema se plantea cuando el presidente tiene un car¨¢cter caprichoso y nombra colaboradores que son poco de fiar. Este es el caso de Trump: cuando el primer ministro japon¨¦s, Shinzo Abe, sali¨® de la Torre Trump de Nueva York el pasado 17 de noviembre, tras la primera entrevista del presidente electo con un mandatario extranjero, uno de sus colaboradores le dijo que no se preocupara por el tenor literal de sus palabras, puesto que lo que contaban eran las de los asesores.
Las declaraciones y programas de la nueva Administraci¨®n son la se?al de salida para una nueva carrera de armamentos, con proliferaci¨®n incluida
No es un consuelo, porque algunos asesores, y nada menos que su consejero nacional de Seguridad, el general retirado Michael Flynn, es tan poco de fiar como el propio Trump. Adem¨¢s de su islamofobia y de sus simpat¨ªas por Putin, Flynn se ha expresado en contra del ¨²nico avance sustancial que ha realizado Obama en la pol¨ªtica de no proliferaci¨®n nuclear, como es el acuerdo firmado con Ir¨¢n. Si los enemigos del acuerdo consiguieran anularlo, cosa realmente dif¨ªcil por su car¨¢cter multilateral, dar¨ªan luz verde a los halcones iran¨ªes para reemprender el programa de fabricaci¨®n de la bomba y ser¨ªa un est¨ªmulo a la proliferaci¨®n en la regi¨®n. Pues bien, este personaje tendr¨¢ un papel de primer orden en el equipo de emergencia de la Casa Blanca y pudiera convertirse incluso en el coordinador del arma nuclear, como ya lo han sido otros antecesores suyos en el cargo.
Hay dos situaciones especialmente dif¨ªciles para un presidente de Estados Unidos. La primera es una circunstancia que pudiera conducir a la realizaci¨®n del primer disparo nuclear. Obama ha efectuado tanteos para renunciar durante su mandato al derecho a golpear primero, como han hecho ya otros pa¨ªses. En prevenci¨®n a las locuras de Trump, dos congresistas elaboraron en septiembre una proposici¨®n de ley que exige la autorizaci¨®n parlamentaria para la realizaci¨®n del primer disparo nuclear sin ataque previo. No est¨¢ claro que el Congreso llegue a aprobarla, pero si lo hiciera no resolver¨ªa el problema del car¨¢cter imprevisible del nuevo presidente.
Las err¨¢ticas declaraciones de Trump pueden significar una cosa y la contraria. Su amenaza de golpear al Estado Isl¨¢mico con armas nucleares, proferida durante la campa?a electoral, ser¨ªa un caso de primer disparo ¡ªel tercero en la historia despu¨¦s de las dos bombas de Hiroshima y Nagasaki, lanzadas por el presidente Truman¡ª, con un considerable potencial de provocar respuestas nucleares. Su sugerencia durante la campa?a de que Corea del Sur y Jap¨®n se doten de sus respectivas bombas en vez de seguir bajo cobertura estadounidense cuadrar¨ªa con la doctrina de no utilizar el primer disparo m¨¢s que en caso de un ataque a territorio estadounidense.
De las numerosas declaraciones de Trump se deduce que tampoco le interesa la pol¨ªtica de no proliferaci¨®n nuclear, algo que en su caso viene agravado por las ideas extremistas de buen n¨²mero de sus colaboradores, hostiles a las negociaciones multilaterales ¡ªde las que el TNP es uno de los casos m¨¢s exitosos¡ª y favorables en cambio a las exhibiciones de poder¨ªo militar estadounidense, al aumento del gasto militar por principio y al incremento del arsenal nuclear hasta obtener un desfase insuperable por parte de la siguiente potencia, que es Rusia.
Proliferaci¨®n nuclear
El presidente electo hizo el jueves uno de sus caracter¨ªsticos tuits defendiendo la ampliaci¨®n y refuerzo del arsenal estadounidense, en lo que constituye un aut¨¦ntico llamamiento al rearme. Desde la Heritage Foundation, uno de los think tanks de la derecha, se le propone que se retire del acuerdo New Start (New Start Strategic Arms Reduction), firmado en el a?o 2010 con Rusia; del Tratado INF (Intermediate Range Nuclear Forces) de 1987 y que no se ratifique el acuerdo de prohibici¨®n total de pruebas nucleares CTBT (Comprehensive Nuclear Test Ban Treaty) aprobado en 1996 por Naciones Unidas, pero que todav¨ªa no ha entrado en vigor a falta de las ratificaciones m¨ªnimas.
La segunda situaci¨®n cr¨ªtica con la que se puede encontrar un presidente es la eventualidad de ordenar un ataque nuclear masivo en respuesta a un ataque nuclear que ya ha empezado ¡ªes decir, que los cohetes est¨¢n ya en vuelo hacia territorio de Estados Unidos o de sus aliados¡ª aunque todav¨ªa no se han alcanzado los objetivos. Tal situaci¨®n, que podr¨ªa darse si Corea del Norte consiguiera fabricar misiles nucleares de largo alcance, da pie a una circunstancia muy dif¨ªcil, denominada "tira o pierde", en la que el presidente debe accionar todos los misiles en tierra para evitar que el ataque ya en marcha los destruya y se desequilibre as¨ª la guerra nuclear en favor del enemigo. Una situaci¨®n como esta exige realizar consultas, verificar bien los datos y tomar las decisiones en menos de 30 minutos, una circunstancia que es para echarse a temblar, a la vista de las ideas y el car¨¢cter de Trump y de buen n¨²mero de sus colaboradores.
La presidencia de Donald Trump es, ante todo, una promesa de revisi¨®n de las alianzas y de las doctrinas en pol¨ªtica exterior y en defensa construidas a lo largo de los ¨²ltimos 70 a?os, desde la victoria aliada sobre el nazismo y gracias al desenlace de la Guerra Fr¨ªa en favor de Estados Unidos. La pieza m¨¢s sustancial de esta historia de siete d¨¦cadas para los europeos es la relaci¨®n trans?atl¨¢ntica, con la garant¨ªa que significa la cobertura del arsenal nuclear defensivo sobre Europa, a cargo de la OTAN pero garantizado por Washington. Nada se conoce por el momento de las ideas del nuevo equipo presidencial, pero de momento tanto en la sede central de la OTAN en Bruselas como en las principales capitales europeas cunde la preocupaci¨®n ante la eventualidad de que Trump piense en alg¨²n momento en retirar el paraguas que protege ahora a los europeos.
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