Arte contra las balas, la f¨®rmula de la maestra Marisol
En un pueblo de Sinaloa, uno de los Estados m¨¢s afectados por la guerra contra el narco, una profesora emprendi¨® un proyecto art¨ªstico para apartar a sus alumnos de la violencia
En el cuarto de una casona de paredes anchas y amplios ventanales Marisol le pidi¨® a sus alumnos que guardaran silencio para leerles Donde viven los monstruos, un cuento que narra las aventuras imaginarias de Max, un ni?o que desde su habitaci¨®n viaja a una misteriosa selva. La figura espigada de la maestra comenz¨® a recorrer el improvisado sal¨®n de clases mientras le¨ªa pacientemente las p¨¢ginas del libro. A su alrededor, unos treinta ni?os sentados en el piso la o¨ªan atentos. Ah¨ª, entre los muros de la vivienda donde dos puertas de madera sostenidas en cubetas serv¨ªan de mesas, sus alumnos lograban olvidar lo que se viv¨ªa en sus casas y en las calles del pueblo. Era la primavera de 2010 y La Noria ¡ªun poblado serrano de Sinaloa¡ª resist¨ªa los embates de la guerra contra el narco que iba dejando cientos de desplazados, miles de desaparecidos y familias incompletas.
En esos meses de 2010, mientras la maestra reun¨ªa a los ni?os y organizaba a la comunidad para terminar de habilitar la casona antigua como taller, los ataques eran recurrentes. Las autoridades informaban sobre hombres encapuchados que incendiaban las viviendas apostadas en los cerros y los militares emprend¨ªan la b¨²squeda de pistoleros que entraban en la madrugada a las comunidades y rafagueaban casas. En medio de las persecuciones y los enfrentamientos a balazos las familias hu¨ªan despavoridas con lo ¨²nico que llevaban puesto. La Noria ¡ªde unos 1.250 habitantes¡ª se iba deshabitando poco a poco.
Marisol Liz¨¢rraga cuenta que la gente estaba tan asustada que permanec¨ªa encerrada en sus casas. Los ni?os, que acostumbraban a correr en la plazuela por las tardes, tambi¨¦n estaban bajo llave. ¡°En las carreteras tiraban descuartizados, se llevaban gente, llegaban y tumbaban las puertas de las casas¡±, dice la maestra. El miedo se apoderaba tanto de sus vecinos que lleg¨® a pensar que el pueblo pod¨ªa quedar solo. ¡°Fue entonces cuando me dije: si estas personas ven una poblaci¨®n sola, eso se presta para que la tomen, as¨ª que pens¨¦: vamos saliendo, dejemos de estar encerrados y fue cuando se me ocurri¨® empezar actividades con los ni?os¡±, recuerda.
Las actividades art¨ªsticas comenzaron en la plazuela del pueblo y en el 2010 con sus ahorros pag¨® el alquiler de una casona donde comenzaron formalmente las clases de pintura y lectura. Actualmente, adem¨¢s de servir de aula para sus talleres, es un museo donde se exhiben jarrones ind¨ªgenas, ollas antiguas, monedas y petroglifos que los peque?os recolectan en el monte. La renta del lugar la contin¨²a pagando de su bolsillo. ¡°Actualmente debo casi un a?o de rentas, pero la casera me espera, poco a poco le voy abonando¡±, explica. Aunque present¨® ante las autoridades del Gobierno del Estado, la propuesta para crear un centro comunitario, s¨®lo ha obtenido indiferencia.
La Noria es una sindicatura de Mazatl¨¢n ¡ªel destino tur¨ªstico m¨¢s importante de Sinaloa¡ª que se compone por nueve barrios y 13 comisar¨ªas (poblados alejados de la cabecera municipal) distribuidos en territorios sinuosos. Debido a su riqueza cultural en alg¨²n momento la localidad fue candidata a ser distinguida como pueblo se?orial (como un pueblo m¨¢gico). El a?o en que Marisol comenz¨® los talleres la violencia en Sinaloa se hab¨ªa desbordado. El 2010 hubo 2.210 homicidios en todo el Estado ¡ªunos seis muertos al d¨ªa¡ª mientras que un a?o antes hab¨ªan ocurrido 1.251. En los diez a?os de la guerra contra el narco emprendida por el expresidente Felipe Calder¨®n y perpetuada por Enrique Pe?a Nieto en Sinaloa han ocurrido casi 13.000 asesinatos.
Sonrisas desdibujadas
Conforme transcurr¨ªan los talleres Marisol se fue percatando de la tristeza que hab¨ªa en sus alumnos por la violencia vivida en el pueblo. Le preocupaba cuando en las clases de pintura alg¨²n peque?o dibujaba pistolas, rifles o llenaba de cruces negras alg¨²n paisaje. En diciembre de 2012 las cartas de deseos que escribieron para Navidad estaban repletas de mensajes cargados de tristeza. Juan David y Carlos Enrique, hijos de un le?ador desaparecido, ped¨ªan que su padre pasara la Nochebuena con ellos. Paola, otra ni?a del poblado, dibuj¨® un mu?eco de nieve y despu¨¦s de pedir una laptop, se sum¨® a las s¨²plicas de tranquilidad. ¡°No queremos vivir m¨¢s aterrados¡±. Uno de sus compa?eros ped¨ªa paz para su pueblo. ¡°Yo quiero que los locos se desaparezcan por favor¡±, escribi¨® Lupita, una ni?a de 8 a?os.
Marisol fue descubriendo la importancia de mantener a los ni?os entretenidos en el arte. Ahora los dibujos cargados de furia son cada vez menos. ¡°El acercarlos a la cultura los vuelve ni?os m¨¢s sensibles y ven la vida de forma distinta¡±, asegura. Para esta maestra de 39 a?os, su gran logro ha sido alejarlos de la narcocultura y apartarlos de actividades il¨ªcitas. ¡°Yo pienso que si en vez de interesarse por un arma, ellos se interesan por una profesi¨®n, ya hemos hecho mucho¡±, manifest¨®.
Un remanso de paz
Este medio d¨ªa soleado de diciembre ¡ªcuando visitamos a Marisol en su taller¡ª la maestra les pide a sus alumnos escribir sus deseos de Navidad, como cada a?o. La mayor¨ªa pide juguetes y zapatos. Una peque?a se levanta de la silla y lee su cartita en voz alta. "Yo quiero durar toda la vida", dice. La profesora cuenta que ese deseo es porque hace unos a?os sus padres fueron asesinados. "Es muy com¨²n que ellos reflejen en sus expresiones lo que sienten o est¨¢n viviendo", explica.
Unas horas despu¨¦s de impartir el taller, Marisol estar¨¢ con un grupo de ni?os especiales a los que ayuda a mejorar en su aprendizaje. Esta madre soltera todos los d¨ªas toma un autob¨²s que la lleva de la Noria a Mazatl¨¢n en un trayecto de 45 minutos para trabajar en una primaria de las periferias del puerto.
Juan Antonio Salas lleva toda su vida viviendo en La Noria. Cuenta que en 2010 cuando se desat¨® la violencia pens¨® en mudarse con su esposa y sus hijos a Mazatl¨¢n. Despu¨¦s de consensuarlo, su familia decidi¨® quedarse. En esos a?os a punta de balas, los talleres de Marisol fueron un respiro porque ah¨ª sus ni?os se manten¨ªan ocupados y tranquilos. ¡°Nosotros nom¨¢s le ped¨ªamos que hiciera los talleres temprano, antes de que oscureciera¡±, cuenta.
Su hijo Juan, de 13 a?os, es uno de los alumnos m¨¢s antiguos de Marisol. El se?or Salas cree que es un ni?o m¨¢s responsable y aplicado. Para el padre de familia, la maestra hace un trabajo admirable. Sin recibir ning¨²n sueldo, dice, ha dedicado cientos de d¨ªas a los peque?os del poblado y ha buscado mantener el museo abierto a toda costa. ¡°Es una gran maestra, ha hecho un trabajo admirable por los ni?os de La Noria¡±, resume con un tono de satisfacci¨®n.
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