Alejandro Gaviria: ¡°Llevo la contraria a los mercaderes de la inmortalidad, la Iglesia y la industria farmac¨¦utica¡±
El ministro de Salud de Colombia repasa su pol¨ªtica de drogas y la crisis del sistema de sanidad
Alejandro Gaviria (Santiago de Chile, 1965), ministro de Salud de Colombia, est¨¢ considerado el ¨²ltimo intelectual de la estirpe de los pol¨ªticos en su pa¨ªs. A ¨¦l, la palabra le parece ¡°un poco antip¨¢tica¡±. Reconoce que se siente diferente al resto de los funcionarios p¨²blicos y que su labor est¨¢ m¨¢s cerca de la pedagog¨ªa que de la pol¨ªtica profesional. ¡°Este mundo considerado de acci¨®n, necesita m¨¢s reflexi¨®n: dar un paso atr¨¢s y pensar¡±, explica en la sede del Ministerio en Bogot¨¢.
En su despacho, en el centro de la ciudad, tiene una biblioteca que es casi una autobiograf¨ªa. Libros de econom¨ªa, de biolog¨ªa, ¨²ltimos lanzamientos¡ La colecci¨®n de un hombre que viene de la Academia, que durante ocho a?os fue columnista del diario El Espectador y que acaba de publicar un nuevo libro: Alguien tiene que llevar la contraria (Ariel), una recopilaci¨®n de ensayos sobre el cambio social, entre otros temas que le preocupan.
- ?El t¨ªtulo del libro es el resumen de su paso por el Ministerio?
- S¨ª, es parte de la naturaleza del trabajo. Hay una tendencia de muchos sectores de la opini¨®n, incluido el periodismo, de negar el progreso. Entonces tengo que llevar la contraria de manera vehemente.
La ¨²ltima vez que, reconoce, ha llevado su opini¨®n hasta tal extremo ha sido en el Congreso al defender el impuesto a las bebidas gaseosas para reducir enfermedades cr¨®nicas como la diabetes. Su propuesta ha provocado el enfado de la industria y ha despertado el fantasma del lobismo parlamentario. ¡°He se?alado una falencia de la democracia y es ese maridaje entre medios de comunicaci¨®n, los grandes grupos econ¨®micos y los pol¨ªticos. Colombia es un pa¨ªs de oligopolios. Y eso permite que un tema como este no se debata¡±.
- ?Cu¨¢l es la alternativa?
- Es muy dif¨ªcil cambiar comportamientos, hay que comunicar el riesgo, plantear normas sociales de estigma y, por supuesto, los impuestos, que en algunos casos tambi¨¦n son mensajes de que ese producto es malo.
Es consciente de que, solo por el momento, ha perdido esta batalla. ¡°M¨¢s adelante se ganar¨¢¡±, asegura. Lo que no tiene tan claro es si lo ver¨¢ desde el Ministerio. ¡°A este paso no s¨¦ si cuando salga la entrevista seguir¨¦ aqu¨ª¡±. Por el momento, sigue ocupando el mismo despacho.
No solo se ha enfrentado a los productores de gaseosas, tambi¨¦n le ha plantado cara a las farmac¨¦uticas durante sus tres a?os de gesti¨®n. Gaviria acaba de declarar un medicamento contra el c¨¢ncer de inter¨¦s p¨²blico. Por primera vez, Colombia impone el precio de un f¨¢rmaco. ¡°De manera m¨¢s ret¨®rica digo que me toca llevarle la contraria a los mercaderes de la inmortalidad, incluida la Iglesia Cat¨®lica y la industria farmac¨¦utica¡±, apostilla entre risas.
Esta apuesta por una pol¨ªtica m¨¢s agresiva sobre los medicamentos forma parte de su modelo de sanidad p¨²blica. El ministro se ha convertido en una especie de mediador ante un profundo divorcio social sobre la salud en el pa¨ªs. ¡°Tengo que defender los logros que se han conseguido porque se ha perdido parte de la confianza y la legitimidad p¨²blica del sistema¡±, explica. Esta mala percepci¨®n del servicio se debe en parte, en palabras de Gaviria, a que en los medios de comunicaci¨®n aparecen casos tr¨¢gicos que no representan la realidad.
- El? endeudamiento de m¨¢s del 50% de las aseguradoras, la corrupci¨®n o el aumento en un 25% de las acciones legales, ?no afectan a la calidad del servicio?
- S¨ª, y de varias maneras. Tal vez la m¨¢s evidente, cuando a un paciente se le niega la atenci¨®n porque la aseguradora no recibe dinero. Hay muchas historias como estas y no lo voy a negar. Gastamos m¨¢s de lo que tenemos. La sociedad demanda un conjunto de bienes y servicios, pero los recursos que ha dispuesto son insuficientes.
En el despacho de Alejandro Gaviria, cerca de uno de los ventanales desde donde se ve todo el centro financiero de Bogot¨¢, hay una planta de marihuana. ¡°Es un regalo¡±, dice. Y un reflejo de su pol¨ªtica sobre las drogas. Durante sus a?os en la universidad, estudi¨® hasta entender que la guerra contra las drogas, que lleva m¨¢s de 40 a?os lidi¨¢ndose en el mundo, se ha perdido. ¡°Como una vez dijo un economista estadounidense: los resultados m¨¢s visibles han sido una transferencia de fondos estatales a los narcotraficantes. Y el consumo no ha ca¨ªdo un ¨¢pice¡±. No cree en los grandes debates sobre la legalizaci¨®n, prefiere lo que denomina ¡°resquicios de posibilismo¡±: programas de salud p¨²blica sostenibles en el tiempo, la marihuana medicinal y el respeto a los derechos humanos, ¡°tambi¨¦n los de los consumidores¡±, apunta.
Por el momento, da la pelea con una ley que permite la producci¨®n de derivados del cannabis en Colombia. Despu¨¦s de un a?o de consolidaci¨®n legal, se han comenzado a otorgar las primeras licencias. ¡°Espero ver dos historias, una social para que comunidades como las del Cauca [en esta regi¨®n se concentra el 70% de los cultivos] tengan una alternativa econ¨®mica. Y una segunda, la del desarrollo de los usos medicinales¡±.
Esta decisi¨®n dista mucho de la que se aplicar¨¢ sobre los 96.000 cultivos de hoja de coca (seg¨²n datos de la ONU) que han convertido a Colombia, desde 1978, en el principal exportador mundial de coca¨ªna. El acuerdo de paz firmado entre el Gobierno y la guerrilla de las FARC contempla la erradicaci¨®n y la sustituci¨®n. Para acabar con estas producciones el Gobierno ha optado por el uso del glifosato, un veneno que puede causar problemas respiratorios, dermatol¨®gico, abortos espont¨¢neos y algunos tipos de c¨¢ncer. ¡°Estoy en contra de la aspersi¨®n a¨¦rea¡±, dice Gaviria, ¡°afecta a las personas, est¨¢ demostrado que es ineficiente y encima se paga con recursos p¨²blicos. Este tipo de pr¨¢cticas hab¨ªan acabado con la legitimidad del Estado en la periferia del pa¨ªs. La presencia m¨¢s visible del Gobierno en muchas comunidades era un avi¨®n tirando veneno. Eso es inaceptable¡±. El Ministerio de Salud ha aceptado el plan de sus colegas de Defensa de utilizar el glifosato, pero de manera manual. La meta del Gobierno es sustituir en 2014 unas 40.000 hect¨¢reas de plantaciones de coca como parte del plan del posconflicto.
El otro reto en el que se ver¨¢ involucrado el Ministerio de Gaviria es la incorporaci¨®n de los guerrilleros al sistema de salud p¨²blico. Una vez censados, las FARC recibir¨¢n una cobertura subsidiada hasta que se incorporen a la vida civil. ¡°En las zonas de transici¨®n tendr¨¢n asistencia m¨¦dica con un equipo permanente¡±, explica.
- ?Qu¨¦ papel tendr¨¢n los m¨¦dicos y enfermeros de las FARC?
- No se ha planteado todav¨ªa. Timochenko, por ejemplo, es cardi¨®logo. Si quiere hacer parte de las brigadas de salud, podr¨ªa.
Cuando el posconflicto comience a caminar en 2017, Alejandro Gaviria habr¨¢ tenido esa conversaci¨®n que dice tener pendiente con el presidente. ¡°Me preocupa mi posici¨®n en el Congreso, he sido muy vehemente en mis ataques y estoy perdiendo el poco capital pol¨ªtico que ten¨ªa¡±, dice con humor. En el mediano plazo se ve de nuevo la Academia.
- ?Est¨¢ satisfecho de su labor en el Ministerio?
- He tomado decisiones que pueden tener un legado. Algo quedar¨¢. Es tan grande la brecha entre lo que la gente quiere y lo que el Estado puede hacer que uno nunca puede estar satisfecho. Hay que tener algo de modestia y casi resignaci¨®n.
- ?Est¨¢ resignado?
- Veo una gran desilusi¨®n de la gente con la democracia y la pol¨ªtica tradicional. El problema en la vida es que las expectativas pueden ser peores que las realidades. Hago una reflexi¨®n que va un poco m¨¢s all¨¢: en este mundo existe la tendencia a no resolver los problemas, sino a aparentar que se est¨¢n resolviendo.
- ?Le ha pasado a usted?
- A veces. Es dif¨ªcil nadar contra esa corriente porque hay una impaciencia colectiva y las soluciones duraderas toman tiempo. Me gusta llevar la contraria al postular tesis que son realistas. Podr¨ªa ser acusado de un exceso de realismo.
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