Las dos mujeres m¨¢s peligrosas para Merkel

Los alemanes acudir¨¢n en septiembre a unas elecciones in¨¦ditas por varios motivos. Por primera vez, un partido a la derecha de la familia democristiana va a entrar, salvo milagro de ¨²ltima hora, en el Bundestag. Y, tambi¨¦n por primera vez, los poscomunistas podr¨ªan pactar con los socialdem¨®cratas para llegar al Gobierno. La canciller Angela Merkel se presenta como la ¨²nica capaz de evitar estos dos peligros representados por dos mujeres: la l¨ªder del partido ultraconservador xen¨®fobo Alternativa para Alemania (AfD), Frauke Petry, y la cabeza de lista de Die Linke (La Izquierda), Sahra Wagenknecht. Dos pol¨ªticas con concepciones opuestas de la econom¨ªa y la sociedad, pero con un enemigo com¨²n y un discurso que, en ocasiones, converge.

Estas coincidencias han quedado claras estos d¨ªas. Wagenknecht una economista marxista del sector m¨¢s a la izquierda de Die Linke, volvi¨® a descolocar a m¨¢s de uno al atribuir a Merkel una ¡°corresponsabilidad¡± en el ataque islamista de Berl¨ªn que cost¨® la vida a 12 personas. Wagenknecht justific¨® esta acusaci¨®n contra la canciller tanto por la ¡°apertura de fronteras incontrolada¡± como por su pol¨ªtica de austeridad, que habr¨ªa disminuido las capacidades de la polic¨ªa.

Hasta ahora, solo AfD hab¨ªa culpado a Merkel de la masacre. No es de extra?ar que estas palabras le hayan valido a la dirigente de izquierdas el aplauso de los populistas antiinmigraci¨®n; y la reprimenda del resto de fuerzas pol¨ªticas, incluidos sus compa?eros de partido. No es la primera vez que algo as¨ª ocurre. Destacados l¨ªderes de AfD han alabado el discurso de Wagenknecht, afe¨¢ndole tan solo el hecho de militar en el partido equivocado. Ella, que no oculta su deseo de robar votos a los populistas de derechas, responde que ser de izquierdas consiste en luchar por la igualdad entre clases sociales, y no en defender la inmigraci¨®n o unas teor¨ªas de g¨¦nero ¡°alejadas de las realidad¡±.

Pese a estas pol¨¦micas ¨Co quiz¨¢s gracias a ellas- es sin duda la dirigente m¨¢s popular de Die Linke. M¨¢s de 335.000 personas la siguen en Facebook y es rara la semana en la que no aparece en una tertulia televisiva de m¨¢xima audiencia. As¨ª, pese a las reticencias de la c¨²pula, al partido no le qued¨® otro remedio que elegirla como una de las dos cabezas de lista para las elecciones.

Al otro lado del espectro ideol¨®gico, Petry se prepara tambi¨¦n para luchar por encabezar la lista de su partido a las elecciones. No le resultar¨¢ f¨¢cil. Porque la copresidenta y cara m¨¢s conocida de AfD, a diferencia de Marine Le Pen en Francia o Geert Wilders en Holanda, no es una l¨ªder indiscutida entre los suyos. M¨¢s bien al contrario. Este partido fundado en 2013 como respuesta eur¨®foba a la pol¨ªtica de rescates del sur de Europa y que en el ¨²ltimo a?o y medio ha dado un salto espectacular con un discurso xen¨®fobo tiene dentro a su peor enemigo: las luchas intestinas que ya acabaron con su primer l¨ªder y fundador afectan tambi¨¦n a Petry.

Esta qu¨ªmica de formaci¨®n y antigua empresaria es muy criticada entre los suyos, entre otros motivos, por el cerrado t¨¢ndem pol¨ªtico y personal que forma con un eurodiputado de AfD con el que se acaba de casar tras divorciarse del pastor protestante con el que tuvo cuatro hijos.

A Petry le gusta la pol¨¦mica. Y sabe qu¨¦ botones apretar para generarla. Lo hizo cuando defendi¨® el uso de armas como ¨²ltimo recurso para evitar la entrada de refugiados, o cuando reivindic¨® el uso del t¨¦rmino v?lkisch, un adjetivo con connotaciones ¨¦tnicas estrechamente ligado al nazismo. Estas declaraciones le han valido un sinf¨ªn de cr¨ªticas y figurar entre los pol¨ªticos peor valorados del pa¨ªs. Pero el ¨¦xito es innegable. Cuando se hizo cargo de AfD, este parec¨ªa acercarse a la irrelevancia. Las encuestas le atribuyen ahora una c¨®moda tercera posici¨®n, a pocos puntos de distancia de los socialdem¨®cratas.

Pese a la amenaza que estas dos mujeres suponen para Merkel, los da?os ser¨¢n limitados. Porque AfD entrar¨¢ con fuerza en el Parlamento, pero le ser¨¢ imposible pactar con otros partidos. Y el rojo-rojo-negro -como llaman en Alemania al tripartito de izquierdas- no suma, seg¨²n coinciden todas las encuestas, la mayor¨ªa para gobernar.

Y aunque subiera en intenci¨®n de voto, las tesis de Wagenknecht dificultar¨ªan un pacto con los socialdem¨®cratas. Su marido es Oskar Lafontaine, el poderoso ministro que en 1999 abandon¨® el Gobierno por desavenencias con el canciller Gerhard Schr?der, y que a?os m¨¢s tarde liderar¨ªa la escisi¨®n del SPD que dio lugar a Die Linke. Estas tensiones con los socialdem¨®cratas se evidenciaron hace poco en un debate parlamentario en el que Wagenknecht alab¨® los planes econ¨®micos del presidente electo de EE UU, Donald Trump. ¡°?l ha entendido que una pol¨ªtica industrial estatal es mejor que la creaci¨®n de puestos de trabajo baratos en los servicios¡±, areng¨® ella. ¡°Antes se dec¨ªa ¡®Proletarios del mundo, un¨ªos¡¯. Pero hoy el lema ser¨ªa: ¡®Populistas del mundo, un¨ªos¡±, le respondi¨® el portavoz socialdem¨®crata.