Para estos tiempos
Es preciso sostener y renovar las instituciones pol¨ªticas, econ¨®micas y de convivencia
Al finalizar el a?o tuvimos pocas buenas noticias. Todo fue concentr¨¢ndose en lo negativo. No como resultado de afanes concretos, sino como cuenta de las realidades actuales y por venir. De lo mucho que se dijo y m¨¢s all¨¢ de los consabidos nombres y tendencias, algunos focos de alarma se encendieron. En la superficie mucho ha sido constatado: Rusia, el Medio Oriente y China, como geograf¨ªas; las guerras comerciales, los regresos nacionalistas, las acumulaciones y desigualdades, las xenofobias y las intolerancias, como tendencias; la simulaci¨®n, la incapacidad y el ensimismamiento, como actitudes. En todo se observa la progresiva desinstitucionalizaci¨®n de lo que d¨¢bamos por dado y hasta como permanente.
La lucha no puede concentrarse en atacar a personas concretas ni a ridiculizar sus ideas
Si lo que se nos viene encima se parecer¨¢ a lo pronosticado, la lucha no puede concentrarse en atacar a personas concretas ni a ridiculizar sus ideas, por ridiculizables que sean. Es preciso encontrar las maneras de sostener y renovar las instituciones y pr¨¢cticas que en los ¨²ltimos siglos se han ido creando para ordenar a la pol¨ªtica, la econom¨ªa y la convivencia. Conceptos como democracia, derechos humanos, cosa p¨²blica, divisi¨®n de poderes y otros semejantes, no pueden desecharse por los ataques que est¨¢n sufriendo. Lo que ha propiciado la riesgosa e incierta situaci¨®n actual, no es atribuible a esos conceptos, sino a su falta de expresi¨®n y concreci¨®n. Abjurar de las ideas de convivencia y de las instituciones creadas para darles materialidad, supone trasladar las decisiones a personas concretas precisamente por serlo. Supone que uno o pocos tienen alg¨²n atributo personal (carisma, sapiencia) para sustituirse al conjunto de reglas creadas socialmente para ordenar la vida social. En tiempos de crisis, las frustraciones y desasosiegos propician la traslaci¨®n de las responsabilidades propias a agentes ajenos. Ante lo que no se sabe c¨®mo ordenar o dirigir, la autonom¨ªa se cede para que otro elija y act¨²e. Se sacrifica libertad por seguridad. Es un ejercicio tal vez comprensible, pero peligroso. La voluntad cedi¨®. Otro definir¨¢ qu¨¦ es lo conveniente.
La manera de tratar de ordenar lo que se viene es demandando institucionalidad
Son pocas las sociedades en las que sus integrantes han realizado ejercicios cotidianos de honesta racionalidad. No s¨¦ qu¨¦ tanto es posible exigir a cada uno que, m¨¢s all¨¢ de su circunstancia, desdoble su psicolog¨ªa, aprecie su libertad, asuma las consecuencias de sus actos y act¨²e as¨ª constantemente. Las instituciones existen para ayudar a soportar las cargas de la cotidiana individualidad. Son medios para imponer pr¨¢cticas que trasciendan a las conductas de quienes trabajan en ellas o van a ser sometidos por ellas. Hay personas que por su capacidad, valor, devoci¨®n, ego¨ªsmo o reflexividad, quieren ordenar las conductas propias y ajenas para beneficio de muchos. Ello, sin embargo, no es com¨²n. Las personas viven su cotidianeidad como pueden. Tratan de encontrar modos de estar en su mundo lo mejor posible. Hacen un poco de lo que les toca y evaden otro tanto. No pueden conducirse los asuntos de todos mediante apelaciones individualizadas, as¨ª tengan como contenido el futuro de hijos y nietos, las glorias y unidades nacionales pasadas o aquello que de decente haya en cada cual.
La manera de tratar de ordenar lo que se viene, dado lo mucho que se han personalizado los ejercicios de poder, es demandando institucionalidad. Organizaciones capaces de identificar fen¨®menos sobre los que se deba actuar para incidir en el cambio de los usos y las costumbres para transformarlos u orientarlos. Frente a las malas noticias y desazones que todos los d¨ªas nos inundan, en mucho como modo de generar la necesidad de superh¨¦roes, lo dicho parecer¨¢ ilusorio. Aun as¨ª, creo que son las instituciones, los modos de hacer generales y ordenados, las que debieran terminar imponi¨¦ndose, y no las personas individuales, por mucha que sea la legitimaci¨®n temporal que tengan o crean tener.
Jos¨¦ Ram¨®nCoss¨ªo D¨ªaz, es ministro de la Suprema Corte de Justicia de M¨¦xico. @JRCossio
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