?Oh, las FARC bailan! (La Monta?ita, Caquet¨¢)
Qu¨¦ ganas tan tontas de seguir siendo el mismo pa¨ªs de siempre. Qu¨¦ ganas tan tristes de reducirse a Macondo
Feliz 1964: EFE, la agencia espa?ola de noticias, publica un video en el que se ve a los guerrilleros de las Farc festejando el fin de 2016 ¨Cen el corregimiento de El Conejo, en La Guajira¨C con la ilusi¨®n de dejar atr¨¢s una guerra de medio siglo. Pero, como en un par de planos aparecen bailando con un par de verificadores de la ONU, ni los ladinos analistas de la derecha, ni la azuzadora oposici¨®n del Gobierno, ni el Gobierno, ni la ONU, ni sus espectadores, se lo toman como la buena noticia que es. Esa, se supone, es la idea: que unos siete mil guerrilleros salgan por fin de aquella cenagosa tierra de nadie en donde el tiempo es un c¨ªrculo vicioso, y en donde pueden irse cinco d¨¦cadas en una misma idea, para mudarse a este pa¨ªs en donde al menos puede celebrarse que los a?os se acaban, en donde al menos hay pasado y presente y futuro. Pero muchos gritan ¡°?es una falta de respeto!¡± cuando ven el tal video.
Es absurdo. Se re¨²ne a un grupo de guerrilleros en una de las zonas de preagrupamiento, que ya de por s¨ª es un milagro, como una primera parte del proceso de desarme que est¨¢ siendo verificado por los funcionarios de la ONU. Se consigue lo que tiene que conseguirse: que los guerrilleros de las Farc comiencen a recobrar sus identidades ¨Csus humanidades y sus formas de ser¨C entre una sociedad traumatizada que se ha educado en la idea de que aquellos son unos perros salvajes agazapados en los montes. Y s¨ª: la oposici¨®n uribista, que ¡°uribista¡± en estos casos no suena a tendencia pol¨ªtica, sino a calificativo, aprovecha el video para repetir la idea de que los acuerdos de paz ponen a bailar a este pa¨ªs con el narcoterrorismo; aprovecha la ocasi¨®n, que aprovechar es lo suyo, para llamar soberan¨ªa a la violencia.
Pero no tiene pies ni coraz¨®n ni cabeza que tanto el Gobierno como la ONU ¨Cque al d¨ªa siguiente, por culpa del esc¨¢ndalo, sac¨® a los verificadores bailarines del pa¨ªs¨C se unan a la indignaci¨®n desinformada, a la guerra que a¨²n se libra en las palabras y en los hechos. Oh, bailan. Oh, cantan canciones de fin de a?o. Oh, comen bu?uelos como usted y como yo. Qui¨¦n les dio permiso de portarse como personas antes de haber entregado las armas, antes de haber recibido el permiso. S¨ª, todo esto de la paz con las Farc es, en resumidas cuentas, el intento de que los colombianos recobren la confianza perdida hace tanto tiempo, pero qui¨¦n les dijo que pod¨ªan sentirse c¨®modos con los verificadores de la ONU. En qu¨¦ momento se tomaron tan a pecho eso de que hab¨ªa que empezar un nuevo cap¨ªtulo. No, todav¨ªa no. Si quieren sobrevivir en Colombia, no es bueno que se deshagan tan pronto de la costumbre de sobrevivir a duras penas.
Feliz 1964: cuatro polic¨ªas est¨¢n siendo investigados en este momento por tomarse una fotograf¨ªa con una delegada de la ONU y ocho guerrilleros armados hasta las muelas ¨Cy a la vera del camino¨C a los que acompa?aban por las carreteras del Caquet¨¢ desde el municipio de La Monta?ita hasta la zona de concentraci¨®n en Puerto Rico. Se supone que esa es la idea: que por fin los guerrilleros salgan con los agentes de la ley en la misma foto, que los unos y los otros se den cuenta en la pr¨¢ctica de que la guerra ha sido un oficio perverso, un modo siniestro de la resignaci¨®n. Pero la investigaci¨®n se llevar¨¢ ¡°hasta las ¨²ltimas consecuencias¡±, de aqu¨ª a finales de febrero, porque hasta ahora estamos empezando a entender que lo que ha sido m¨¢s dif¨ªcil para Colombia ¨Cy ahora lo ser¨¢ m¨¢s¨C es quitarnos esta man¨ªa de creer que hay colombianos que son menos colombianos.
Oh, ese video vergonzoso. Oh, esa foto que es una falta de respeto. Qu¨¦ ganas tan tontas de seguir siendo el mismo pa¨ªs de siempre. Qu¨¦ ganas tan tristes de reducirse a Macondo.
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