Soares tendr¨¢ calle en la ciudad del dictador que lo tuvo encarcelado
Santa Comba D?o, que vio nacer a Salazar, homenajea a quien fue su prisionero
Los nombres de las calles los carga el diablo, sobre todo las de militares y pol¨ªticos, que con los nombres de santos, santas, v¨ªrgenes y milagreros nadie se mete. El caso m¨¢s reciente acaba de acontecer con la reciente muerte de M¨¢rio Soares, que fue primer ministro y presidente de Portugal.
Antes que todo eso, Soares fund¨® el Partido Socialista de Portugal y antes a¨²n se dedic¨® a luchar, dentro de la legalidad y fuera de ella, contra la dictadura que viv¨ªa su pa¨ªs. Estuvo m¨¢s de doce veces encarcelado por Salazar que, en 1968, lo deport¨® a la colonia de Santo Tom¨¦ y Pr¨ªncipe.
Despedido con todos los honores del Estado, pronto comenzar¨¢ a recordarse su nombre en calles, plazas y monumentos de Portugal, como es l¨®gico. Una de las ciudades que m¨¢s prisa se ha dado en poner una calle a M¨¢rio Soares ha sido Santa Comba D?o, municipio de 3.200 habitantes. Aparte de los r¨¢pidos reflejos, nada que decir, excepto que esta ciudad es el lugar natal de Ant¨®nio Oliveira de Salazar, el dictador portugu¨¦s que dirigi¨® los designios del pa¨ªs (y los de Soares) durante cerca de 40 a?os (1932-1968). Aqu¨ª se encuentra su casa -con placa conmemorativa- y aqu¨ª tambi¨¦n tiene una de las principales avenidas. Y aqu¨ª tambi¨¦n la tiene ya su combatiente M¨¢rio Soares. Carcelero y prisionero unidos por avenidas en un mismo pueblo, ambos con historias a¨²n calientes.
Entre la ciudadan¨ªa la aparente contradicci¨®n no es tal. Muy a la portuguesa, reina el escepticismo de los vecinos. ¡°Tenemos tantas calles para homenajear a otras figuras, ?por qu¨¦ no a Soares?¡±, dice uno. ¡°Soares hizo cosas buenas, y tambi¨¦n malas, como Salazar¡±, apunta otro. Una se?ora recuerda que todo le da igual desde que le quitaron la estatua de Salazar en el pueblo; y otro vecino est¨¢ en contra por simple reciprocidad. Se?ala que Soares vot¨® para retirar el nombre de Salazar del puente que une Lisboa con el otro lado del Tajo, y poner el de 25 de Abril, fecha de la revoluci¨®n.
En cierta forma, en Santa Comba D?o le han puesto una calle a Dios y otra al diablo, pero sus vecinos, donde predomina la tercera y cuarta edad, no ponen la mano en el fuego ni por el uno ni por el otro.
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