Oportunistas del mundo, ?un¨ªos!
La atracci¨®n por el caos es la bandera de la causa sin valores ni ideas que es el trumpismo
Los mayores oportunistas del mundo est¨¢n muy atentos a la jugada, con los nervios vivos y a flor de piel para reaccionar a tiempo y con el m¨¢ximo provecho. Hay una nueva causa que levanta sus banderas estos d¨ªas y que se anuncia como triunfante antes incluso de entrar en combate. Es el trumpismo.
Aunque algunos quieran disfrazarla, no es una causa moral o ideol¨®gica, en la que se defiendan valores e ideas. Al contrario, los valores y las ideas no tienen importancia alguna. Y si hay valores e ideas que cuentan son los de los otros, a los que hay que combatir y destruir, y que sirven adem¨¢s para definirse a uno mismo y federar todos los rencores y resentimientos. Valores propios no los hay: es la causa m¨¢s c¨ªnica del mundo. Ideas tampoco: compra las que le convienen y tira las que no, aunque fundamentalmente se caracterice por su desinter¨¦s e incluso su ignorancia.
Lo ¨²nico propio es el cuidado y la atenci¨®n de s¨ª mismo, seg¨²n el inter¨¦s m¨¢s rastrero y cortoplacista: el resto no tiene importancia alguna. Situar lo m¨ªo ante todo. America First, que es lo mismo que Deutschland ¨¹ber alles. La fascinaci¨®n por tal causa va m¨¢s all¨¢ de la destrucci¨®n que proyecta sobre los valores y las ideas de los otros, y se concentra en el atractivo que ofrece el desorden. Su bandera es el caos. Es la magn¨ªfica oportunidad que maravilla a Mao Zedong cuando la ve ondear bajo las estrellas. Es la ocasi¨®n que no debe perder el pr¨ªncipe virtuoso, seg¨²n Maquiavelo. Equivale incluso a la destrucci¨®n creativa que necesita el capitalismo de Schumpeter. La mayor virtud del trumpismo, como del Brexit, es que no sabe ni quiere saber a d¨®nde va, puesto que lo ¨²nico que puede ofrecer a quienes le admiran es el mundo destruido que dejar¨¢ a sus espaldas y el paisaje ca¨®tico que proyecta para beneficio de los oportunistas. No es revolucionario, vieja palabra de significado cada vez m¨¢s discutido, sino disruptivo, m¨¢s neutra ideol¨®gicamente.
Rompe con el pasado y en la ruptura concentra toda su virtualidad. Y lo hace, atenci¨®n, de forma anticipada, antes de empezar a actuar. Sin necesidad de instalarse en el puente de mando de la Casa Blanca. A golpe de tuit. Una de las ventajas del trumpismo es que la sorpresa ya se ha producido, su capacidad disruptiva ya se ha puesto en marcha y los efectos sobre la realidad ya empiezan a notarse. Es el regreso al g¨¦nesis, al caos inicial del que surgir¨¢ la luz en alg¨²n momento; un nuevo comienzo que abre nuevas esperanzas a quienes estaban cansados de esperar.
Trump es por s¨ª solo toda una apelaci¨®n a los aventureros. ?Atenci¨®n!: hay nuevo reparto de cartas. Quien no est¨¦ satisfecho con el juego que lleva que aproveche la oportunidad. Tiene toda la l¨®gica que Putin, presidente de un pa¨ªs de dif¨ªcil futuro, haya patrocinado tal maniobra para crear la oportunidad que haga a Rusia grande de nuevo. Quienes elogian al presidente electo, y son muchos, revelan el secreto de su ¨ªntimo deseo de ascenso; aunque probablemente hay muchos m¨¢s que prudentemente prefieren ocultarlo todav¨ªa, a pesar de que ya se sienten directamente interpelados por la consigna: oportunistas del mundo, ?un¨ªos¡ a Donald Trump!
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