¡°Nuestra casa ya no existe¡±
Los desplazados de Alepo vuelven a barrios fantasma para recuperar lo que queda de sus pertenencias
Centenares de almas deambulan por los barrios orientales de Alepo. Parecen hormigas cargando pesadas bolsas con los enseres que han logrado recuperar de sus casas. Las barriadas han sido convertidas en termiteras en las que el grado de destrucci¨®n acumulado durante cuatro a?os de combates vaticina una larga reconstrucci¨®n que llevar¨¢ meses, a?os, antes del retorno. Cerca de medio mill¨®n de civiles ha huido progresivamente de los cambiantes frentes de guerra en Alepo. Entre los desplazados que acuden a comprobar lo que queda de sus hogares, est¨¢n algunos de los 100.000 que el pasado 15 de diciembre salieron de la ciudad en plena ofensiva del Ej¨¦rcito sirio para expulsar al reducto insurrecto. Otros forman parte de los m¨¢s de 250.000 vecinos que huyeron con lo puesto en 2012, cuando combatientes insurgentes se hicieron con el control de este pu?ado de barrios.
¡°Nuestra casa ya no existe. Hemos recuperado lo que hemos podido, pero es imposible regresar¡±, dice Marua Shahan en el barrio de Masaken Hananu, en Alepo oriental. La tercera planta del edificio que abandon¨® cuatro a?os atr¨¢s ha desaparecido. Los pilares sucumbieron precipitando el cuarto piso sobre el segundo. La familia Shahan deber¨¢ seguir en la casa de familiares en Alepo occidental, donde al ritmo del cambio de los frentes se han ido agolpando 22 personas llegadas de la campi?a y de la parte oriental de la ciudad.
B¨²squeda de familiares
El peso de los desplazados recae mayoritariamente sobre la Alepo occidental, que ha permanecido estos a?os bajo control del Gobierno sirio y condiciones de vida que incluyen cortes de electricidad de m¨¢s de 16 horas diarias.
A la ca¨ªda del sol tan solo pesta?ean algunos fuegos en torno a los que se calientan familias pobres que no tienen m¨¢s remedio que regresar a los ro¨ªdos edificios. ¡°Repartimos diariamente platos de comida caliente a unas 45.000 personas que han retornado a los barrios menos afectados por la guerra¡±, explica Georgios Comninos, director del Comit¨¦ Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Alepo, que junto a la Media Luna Roja siria les provee de agua, electricidad y servicios sanitarios ambulatorios. Comninos recuerda que la huella destructora de los combates es tan masiva que supera las capacidades de la acci¨®n humanitaria. A pesar de que en Alepo este ya se divisan peque?as excavadoras retirando los escombros y reabriendo carreteras, el destrozo en muchos inmuebles los aboca a la demolici¨®n.
Los desplazados que no tienen a quien acudir han ido a parar al centro de acogida temporal de Yibrin, en las afueras de Alepo. Unos 5.000 desplazados viven en peque?as construcciones de cemento dependientes de la ayuda de organizaciones humanitarias. A las entidades occidentales se suman las rusas en la provisi¨®n de servicios m¨¦dicos y las iran¨ªes en la asistencia alimentaria. ¡°Nos evacuaron en autobuses a finales de diciembre¡±, cuenta Nasser Nassan, de 38 a?os, del barrio Al Sukkari y que fue realojado en el campo de Yibrin. Toda su familia ha sobrevivido a cuatro a?os de combates, una fortuna que no todos comparten en Yibrin.
A pocas casetas de la de los Nassan, Um Mohamed se golpea la cara con las manos sumida en un inconsolable llanto. Arrastra unos zapatos gastados de los que asoman sus dedos agrietados. ¡°Se llevaron a mis hijos, a todos¡±, musita. Tras enviudar durante la guerra, esta mujer sal¨ªa cada ma?ana a mendigar para alimentar a sus ocho hijos, de entre siete y 17 a?os. Uno de los combates la sorprendi¨® de camino a casa cargada con hogazas de pan duro. ¡°Cuando logr¨¦ llegar no encontr¨¦ a ninguno de mis hijos, se los llevaron a todos¡±, dice.
Tr¨¢fico de ¨®rganos en Turqu¨ªa
Nirmin, de 22 y desplazada de Salhen, barriada de la Alepo oriental, sujeta en la mano una fotograf¨ªa de su padre. ¡°Hace tres a?os cay¨® un mortero que le arranc¨® el brazo izquierdo y le perfor¨® el est¨®mago¡±, dice tragando saliva. ¡°A mi hermano le entr¨® metralla aqu¨ª pero le dieron el alta¡±, a?ade se?alando el tobillo de Ahmed, de nueve, parado a su lado.
El padre de los dos j¨®venes fue evacuado primero a un hospital en zona insurrecta para luego ser transportado en una ambulancia a Gaziantep, localidad al sur de Turqu¨ªa. Los heridos graves de las zonas bajo control rebelde han sido tratados en los hospitales turcos, y, en el caso de los que no han sobrevivido a sus heridos, devueltos en ata¨²des. Nirmin recuper¨® el cuerpo de su padre diez d¨ªas m¨¢s tarde. ¡°Cuando abrimos la mortaja para lavarle acorde a nuestra religi¨®n, descubrimos que le hab¨ªan abierto desde el cuello a la pelvis. Le hab¨ªan vaciado de sus ¨®rganos¡±. El caso que denuncia esta familia no es ¨²nico, poniendo en evidencia el surgir de una mafia que a la sombra de la guerra siria trafica con ¨®rganos humanos en el pa¨ªs vecino.
Madres como Um Mohamed, que lograron mantener con vida a sus hijos y los perdieron de vista durante la confusi¨®n de los combates, buscan desde Yibrin noticias sobre ellos. Mientras, Unicef asiste a 300 ni?os que han llegado al campo sin acompa?antes. ¡°Es la primera vez que estos ni?os pisan una clase y son vacunados¡±, cuenta en Damasco Shushan Mebrahtu, responsable de Unicef en Siria y que tambi¨¦n intenta encontrar a sus familias.
Las dos mitades de Alepo han quedado reunidas bajo el control de las tropas sirias en lo que se ha convertido en una nueva rotaci¨®n de la poblaci¨®n. Un tercio de los 18 millones de personas que quedan en el pa¨ªs (cinco han buscado refugio en el extranjero) son desplazados m¨²ltiples. Y mientras unos regresan a sus barrios de Alepo, otros 35.000 (7.000 combatientes armados y sus familias) los han abandonado en direcci¨®n a Idlib, bajo control insurrecto.
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