Trump y sus secuelas en el mundo
Los corresponsales de EL PA?S analizan las consecuencias geopol¨ªticas de la llegada del magnate
La llegada del multimillonario Donald Trump a la presidencia de EE UU tendr¨¢ consecuencias en gran parte del mundo. Los corresponsales de EL PA?S analizan los posibles efectos de la pol¨ªtica exterior de Trump:
EUROPA
La amenaza de romper el atlantismo. Por CLAUDI P?REZ
Las relaciones entre Trump y Europa nacen torcidas. A apenas unos d¨ªas de convertirse en presidente, Trump sigue cargando contra los europeos en un ataque furibundo que no ha rebajado un ¨¢pice la virulencia que ya mostr¨® durante la campa?a. Afirma que Reino Unido hace bien en irse y augura que otros le seguir¨¢n. Subraya que la OTAN est¨¢ obsoleta. Amenaza con poner aranceles a los coches alemanes. Y culpa a la canciller Angela Merkel de la crisis migratoria por su pol¨ªtica de puertas abiertas. Su discurso mezcla realidades encapsuladas para provocar (¡°la UE es un veh¨ªculo de Alemania¡±) con mensajes populistas similares a los de Marine Le Pen o Geert Wilders, dos de los l¨ªderes que le adoran.
Desde la II Guerra Mundial, las relaciones entre Europa y Estados Unidos han estado marcadas por la pol¨ªtica comercial y la defensa, con intereses comunes muy marcados. Pero Trump corteja a Vlad¨ªmir Putin, ataca a Merkel y defiende el Brexit como modo de vida: durante siete d¨¦cadas, EE UU intent¨® unificar Europa y apoyar el desarrollo econ¨®mico para contener la amenaza comunista; casi 30 a?os despu¨¦s de la ca¨ªda del Muro, el enemigo parece sentarse ahora en la Casa Blanca. El efecto, parad¨®jicamente, puede acabar siendo el mismo. El mensaje de Berl¨ªn y Par¨ªs en los ¨²ltimos d¨ªas ha sido un continuo llamamiento a la unidad. Falta le va a hacer a Europa con elecciones a la vista en Holanda, Francia, Alemania e Italia y los mismos flequillos populistas asomando en todos esos pa¨ªses.
Trump y las pasiones rusas. Por PILAR BONET
¡°Trump es nuestro¡± ("Trump nash"), exclama con iron¨ªa Vlad¨ªmir Dolin, un colega ruso, remedando la popular expresi¨®n nacionalista ¡°Crimea es nuestra¡± y haci¨¦ndose eco de las pasiones que ha despertado en su pa¨ªs el nuevo l¨ªder de la Casa Blanca. La exaltaci¨®n y generosidad de los comentaristas y los pol¨ªticos rusos (incluido el presidente Vlad¨ªmir Putin) en relaci¨®n a Trump son solo comparables con los vituperios y humillaciones que propinan a Barack Obama, cuya febril actividad de ¨²ltima hora impacient¨® a Putin, a juzgar por las declaraciones que este hizo sobre una administraci¨®n que ¡°se despide pero no se va¡±.
En el Kremlin esperan que Trump permita restablecer las relaciones privilegiadas que la URSS tuvo con EE UU, un pa¨ªs que es la ¨²nica superpotencia reconocida, respetada, y tambi¨¦n admirada como tal por Mosc¨².
Desde Rusia Trump se ve como una oportunidad de dejar atr¨¢s el sermoneo sobre derechos humanos, inviolabilidad de fronteras y respeto a la legalidad internacional, impartido por Washington y Bruselas, sobre todo despu¨¦s de las injerencias militares rusas en Ucrania. El Kremlin no reconoce la autoridad moral de sus interlocutores occidentales para leerle la cartilla y espera que Trump promover¨¢ los intereses de EE UU de tal modo que, bas¨¢ndose en objetivos comunes (entre ellos hoy sobre todo la lucha contra los islamistas radicales en Oriente Pr¨®ximo), se llegar¨¢ a acuerdos pr¨¢cticos sin grandes formalismos y prescindiendo de las aprensiones y las experiencias hist¨®ricas de una Europa compleja, que adem¨¢s de estar agobiada por sus propios problemas, ha sido demonizada por las televisiones rusas.
Pero, las pasiones que suscita Trump en Rusia no responden solo a una coyuntura temporal, sino que reflejan un rasgo m¨¢s profundo de la cultura pol¨ªtica rusa, que es proclive a la personificaci¨®n (Putin es Rusia y Trump es EE UU) y a la idealizaci¨®n del ¡°objeto del deseo¡±. La realidad de esos "objetos" suele defraudar las ilusiones juveniles, la fe casi religiosa y el apasionamiento de los rusos. Les defraud¨® Occidente, como modelo a seguir tras la disoluci¨®n de la URSS a principios de los noventa y ahora podr¨ªa defraudarles la capacidad y voluntad de Trump para ayudarles a superar conflictos internacionales en los que se ha involucrado en los ¨²ltimos a?os. A no ser que ocurra un milagro.
AM?RICA LATINA
Temor a una cat¨¢strofe en M¨¦xico. Por JAN MART?NEZ AHRENS
La escalada del republicano Donald Trump a la cima del mundo ha desatado el p¨¢nico al sur del r¨ªo Bravo. No hay indicador que no haya detectado el peligro. El peso, la inflaci¨®n, la inversi¨®n extranjera hasta el precio de la tortilla bailan desde hace semanas en la cuerda floja. Un d¨ªa tras otro, el republicano ha multiplicado sus ataques a M¨¦xico y, lo que es peor, los ha materializado. Desde su cuenta de Twitter ha logrado, bajo amenaza de castigos fiscales, que un gigante como Ford retire una inversi¨®n de 1.600 millones de d¨®lares, que General Motors saque parte de su producci¨®n o que Fiat Chrysler considere una ¡°gran locura¡± abrir nuevos proyectos en el pa¨ªs. Para rematar el cuadro, ha acusado a M¨¦xico de ¡°haberse aprovechado de Estados Unidos¡± y ha dejado claro que el muro no s¨®lo ser¨¢ construido sino que lo pagar¨¢ el vecino del sur. Con Trump, la frontera se ha vuelto, m¨¢s que nunca, un abismo.
Pocas veces desde el siglo XIX la tensi¨®n hab¨ªa sido mayor. Unidos por 3.180 kil¨®metros de frontera, las patadas de Trump se sienten como terremotos en M¨¦xico. Pero las grandes protestas a¨²n no han hecho su aparici¨®n. En un pa¨ªs donde el simple aumento del precio de la gasolina ha desatado una oleada de saqueos y muertes, el peligro siempre anda cerca. Los mismos servicios de inteligencia estadounidenses han alertado de que la inestabilidad puede dispararse y romper el equilibrio pol¨ªtico. De ocurrir, el gran beneficiado ser¨ªa el izquierdista Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, el eterno adversario del PRI y del PAN, las dos grandes fuerzas de gobierno mexicanas.
Cautela en Colombia y expectaci¨®n en Venezuela. Por JAVIER LAFUENTE
Las consecuencias de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca son tambi¨¦n impredecibles al sur del continente americano. Colombia espera con cautela cualquier movimiento del presidente estadounidense respecto al proceso de paz con las FARC, cuya implementaci¨®n da sus primeros pasos. Tanto el presidente Juan Manuel Santos como su antecesor y mayor cr¨ªtico, ?lvaro Uribe, se apresuraron a felicitar a Trump por su triunfo, a sabiendas del papel que ha desempe?ado el gran aliado colombiano en la lucha contra las FARC. El nuevo inquilino de la Casa Blanca, sin embargo, no ha hecho referencia alguna a Colombia.
S¨ª ha trascendido, en cambio, su inter¨¦s por Venezuela, despu¨¦s de reunirse con una serie de expertos latinoamericanos la pasada semana. Trump pregunt¨® por la situaci¨®n de los presos pol¨ªticos del Gobierno chavista, entre ellos Leopoldo L¨®pez. La crisis institucional, econ¨®mica y social de Venezuela no es ajena para Estados Unidos, quien durante el final de la Administraci¨®n de Obama se ha mostrado partidaria de impulsar el di¨¢logo auspiciado por El Vaticano y ha respaldado el papel de los tres expresidentes iberoamericanos, entre ellos el espa?ol Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. A la espera de que tome posesi¨®n, el presidente venezolano, Nicol¨¢s Maduro, quien en m¨¢s de una ocasi¨®n se ha burlado ya de Trump, la pasada semana asegur¨®: ¡°Peor que Obama no puede ser¡±.
ORIENTE PR?XIMO
El traslado de la Embajada de EE UU a Jerusal¨¦n amenaza con hacer estallar Oriente Pr¨®ximo. Por JUAN CARLOS SANZ
Antes incluso de asumir la presidencia, Donald Trump ya dio buena muestra de su pol¨ªtica de respaldo a Israel al presionar a Egipto el mes pasado para que retirara en el Consejo de Seguridad una propuesta de condena de los asentamientos jud¨ªos. La resoluci¨®n sali¨® sin embargo adelante con la abstenci¨®n de Estados Unidos y el voto del resto de los pa¨ªses. Unos 70 Estados le acaban de recordar en la Conferencia de Par¨ªs que en la comunidad internacional existe pleno consenso sobre la soluci¨®n de los dos Estados para poner fin al conflicto entre israel¨ªes y palestinos.
El mensaje para el nuevo presidente ha sido rotundo: si cumple su promesa electoral de trasladar la embajada norteamericana de Tel Aviv a Jerusal¨¦n acabar¨¢ incendiando todo Oriente Pr¨®ximo. El presidente palestino, Mahmud Abbas, que aspira a establecer la capital de su Estado en la parte oriental de la Ciudad Santa, ha advertido de que dejar¨¢ de reconocer la existencia de Israel si Trump aprueba el traslado de la sede diplom¨¢tica.
Est¨¢ por ver tambi¨¦n el giro que pueda dar la nueva Administraci¨®n republicana en el conflicto de Siria. Al contrario que con el equipo dem¨®crata saliente, Rusia ha invitado a Washington a enviar representantes a la conferencia de paz apadrinada por Mosc¨² y Ankara el pr¨®ximo lunes en Kazajist¨¢n. Trump sostuvo durante su campa?a que el objetivo central de EE UU en Siria debe ser la lucha contra el Estado Isl¨¢mico y no el apoyo a los rebeldes.
Desconfianza en Ir¨¢n y optimismo en Arabia Saud¨ª.?Por ?NGELES ESPINOSA
Los saud¨ªes se dicen optimistas ante la llegada de Trump a la Casa Blanca. Sus rivales iran¨ªes, siempre recelosos de Estados Unidos, se muestran m¨¢s precavidos. Las declaraciones del presidente electo sobre la regi¨®n han sido tan extravagantes y contradictorias que resulta imposible hacer proyecciones sobre su traducci¨®n pol¨ªtica concreta. Pero la confusi¨®n tampoco ayuda a resolver los problemas que se han enquistado durante los ¨²ltimos a?os. ¡°Deseamos trabajar juntos en todas las ¨¢reas de inter¨¦s com¨²n¡±, declar¨® el ministro de Exteriores saud¨ª, Adel al Jubeir, el pasado lunes al ser preguntado por la futura presidencia de Trump durante una visita a Par¨ªs. En su opini¨®n Washington y Riad comparten los mismos objetivos en Siria, Irak, Yemen, Libia, el terrorismo y la energ¨ªa.
Desencantados con la Administraci¨®n Obama, por no haber frenado la ca¨ªda de Mubarak en Egipto y haber negociado el acuerdo nuclear con Ir¨¢n, los saud¨ªes han visto en las cr¨ªticas de Trump a ese pacto (¡°el peor jam¨¢s negociado¡±, dijo), una proyecci¨®n de sus propios deseos. El problema es que incluso si el nuevo presidente decide repudiarlo, directamente o mediante recortes que cercenen su efectividad, no s¨®lo perder¨¢ influencia en la regi¨®n sino que reforzar¨¢ al ala dura del r¨¦gimen iran¨ª, siempre inclinada a actuar de forma subrepticia.
Por otro lado, la oposici¨®n de Trump al acuerdo choca con sus planes de combatir al Estado Isl¨¢mico (ISIS). Cualquiera que busque acabar con la presencia de ese grupo en Oriente Pr¨®ximo se ver¨¢ autom¨¢ticamente aliado con Ir¨¢n. Por ejemplo, si como ha anunciado, el presidente electo piensa unirse a Rusia en esa lucha. Adem¨¢s, en tanto que hombre de negocios, es improbable que quiera arriesgar importantes contratos, como la compra de 80 aviones firmada por Boeing.
De ah¨ª que el presidente iran¨ª, Hasan Rohan¨ª, haya comparado la intenci¨®n de Trump de renegociar el pacto nuclear con ¡°convertir un jersey en ovillos de lana¡±.
ASIA
China quiere llegar, EE UU quiere salir. Por MACARENA VIDAL LIY
La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca promete dejar un profundo impacto en Asia, eje de la pol¨ªtica exterior y de seguridad de su predecesor. La nueva Administraci¨®n ha planteado el abandono del TPP, el tratado de libre comercio con el que Barack Obama planeaba estrechar v¨ªnculos econ¨®micos con sus aliados en la regi¨®n. Tambi¨¦n el aumento de la presencia militar naval estadounidense en esas aguas.
Las relaciones entre Washington y Pek¨ªn, fr¨ªas pero pragm¨¢ticas durante el mandato de Barack Obama, han comenzado con mal pie. Trump y su equipo ya han protagonizado una serie de encontronazos con China en ¨¢reas que este pa¨ªs considera ¡°innegociables¡±, Taiw¨¢n y las islas en disputa en el mar a su sur. Mientras Trump amenaza con aranceles y medidas proteccionistas, el presidente chino, Xi Jinping, se ha ofrecido ante el mundo en Davos como la gran alternativa defensora de la globalizaci¨®n econ¨®mica ¨Cmatiz importante: solo econ¨®mica¨C, del libre comercio y de la lucha contra el cambio clim¨¢tico.
Ante la incertidumbre que genera la futura pol¨ªtica exterior estadounidense, pa¨ªses como Vietnam consideran la posibilidad de reconducir su relaci¨®n con China. Otros, como Malasia o Filipinas, ya hab¨ªan comenzado su aproximaci¨®n antes de las elecciones estadounidenses. Este a?o Corea del Sur celebrar¨¢ nuevas elecciones y puede elegir un gobierno m¨¢s cercano a Pek¨ªn. Jap¨®n, en el otro lado, se ha apresurado a levantar la mano para recordar a Trump que es el mejor aliado estadounidense en la regi¨®n. La muerte del TPP representa un rev¨¦s para Tokio; para su derechista primer ministro, Shinzo Abe, deseoso de potenciar las fuerzas niponas, los llamamientos durante la campa?a del nuevo presidente a que este pa¨ªs se hiciera cargo de su propia defensa pueden suponer una oportunidad.
?FRICA
El S¨¢hara y Libia, a la espera de soluciones. Por FRANCISCO PEREGIL
El rey de Marruecos, Mohamed VI, ten¨ªa una excelente relaci¨®n con Hillary Clinton. Ella alab¨® ante los inversores de Wall Street la forma en que el rey gestionaba ¡°el proceso de cambio¡± en su pa¨ªs. Y las filtraciones de Wikileaks revelaron un mensaje en el que una consejera de la candidata presidencial aseguraba que Mohamed VI se hab¨ªa comprometido a donar a la Fundaci¨®n Clinton 12 millones de d¨®lares (11 millones de euros), ¡°aproximadamente¡±, si Hillary Clinton asist¨ªa a una conferencia del foro Clinton Global Initiative (CGI), para el desarrollo de ?frica y Oriente Pr¨®ximo. La millonaria donaci¨®n nunca fue probada, pero a ra¨ªz de la pol¨¦mica la candidata cancel¨® su presencia en Marrakech. Qued¨® patente, en cualquier caso, la buena sinton¨ªa entre Mohamed VI y Hillary Clinton.
El Frente Polisario no ve¨ªa con ojos esperanzadores la llegada de Clinton. Ahora, sin embargo, alberga un rayo de esperanza. Las dos partes implicadas son conscientes de que Trump no tiene en su radar el conflicto del S¨¢hara. Pero en el Frente Polisario albergan la esperanza de que el expresidente dem¨®crata James Baker y antiguo enviado especial de la ONU ante el S¨¢hara Occidental, ejerza como asesor de la Casa Blanca en cuestiones internacionales.
La nota predominante es la imprevisibilidad. Una cosa es el candidato Trump que reniega de cualquier sacrificio -militar y econ¨®mico- en pol¨ªtica exterior y otra es el presidente Trump. Ni en Mauritania, ni en Marruecos, Argelia, T¨²nez o Libia, nadie parece tener claro cu¨¢l ser¨¢ la hoja de ruta de Estados Unidos. Marruecos se ve como un socio clave en su lucha contra el terrorismo. Y as¨ª se encarg¨® de record¨¢rselo Mohamed VI a Trump en su mensaje de felicitaci¨®n por la victoria en las presidenciales. El rey mencion¨® ¡°las relaciones hist¨®ricas fuertes¡± y la coordinaci¨®n de ambos Estados en la lucha ¡°contra todas las formas de extremismo¡±.
En este ¨²ltimo pa¨ªs, ser¨¢ clave la relaci¨®n que consiga establecer Trump con Egipto y con el hombre fuerte de Libia en el este del pa¨ªs, el mariscal Jalifa Hafter, quien no reconoce el Consejo Presidencial apoyado por la ONU y con base en Tr¨ªpoli.
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