La apuesta de la se?ora May

M¨¢s de siete meses ha tardado el Gobierno de Su Majestad en intentar aclarar el alcance y el significado de la inesperada y transcendental decisi¨®n de abandonar la Uni¨®n Europea. Y lo ha hecho en uno de esos discursos emblem¨¢ticos y tan minuciosamente preparados que acostumbra a producir la bien engrasada maquinaria administrativa brit¨¢nica para afrontar los hitos m¨¢s relevantes de su trayectoria pol¨ªtica.

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La bien trabada pieza oratoria de la Sra. May discurre por dos planos paralelos. Por un lado, pretende suministrar la filosof¨ªa en la que se basa un cambio estrat¨¦gico de rumbo en la pol¨ªtica de Reino Unido. El destino ahora es hacer de Reino Unido una gran naci¨®n global e independiente basada en el desarrollo de acuerdos de libre comercio con todos los pa¨ªses del mundo en el pleno desempe?o de su soberan¨ªa. Y para caminar hacia ese nuevo destino es inevitable soltar el lastre que representa la pertenencia a un proyecto de integraci¨®n supranacional tan desarrollado como la Uni¨®n Europea, el proyecto m¨¢s sofisticado y avanzado de cooperaci¨®n internacional de la historia. Por otro lado, en coherencia con lo anterior, se anuncia la renuncia de Reino Unido a participar en el mercado ¨²nico, pieza que hasta ahora se consideraba la principal aportaci¨®n brit¨¢nica a Europa y el m¨¢s preciado de los legados de Margaret Thatcher. Con esta decisi¨®n, el Gobierno brit¨¢nico ha terminado por aceptar la indivisibilidad de las cuatro libertades inseparables en las que se basa la arquitectura de dicho mercado (bienes, servicios, capitales y trabajadores), inclin¨¢ndose, por tanto, hacia las tesis m¨¢s rupturistas del campo de los defensores de la salida. Algunos miembros destacados del Partido por la Independencia de Reino Unido no han ocultado su regocijo al escuchar a la primera ministra brit¨¢nica asumiendo lo que fueron sus principales argumentos durante la campa?a del refer¨¦ndum y enterrando cualquier expectativa de un Brexit blando que hubiese permitido mantener intacta buena parte de los estrechos lazos actualmente existentes.

Sentados estos principios, Reino Unido pretende enfocar la negociaci¨®n de los t¨¦rminos de la salida de la UE con la aspiraci¨®n de mantener el m¨¢ximo acceso al mercado ¨²nico mediante la negociaci¨®n de un acuerdo de libre comercio que idealmente podr¨ªa aproximarse al mantenimiento de los rasgos fundamentales de la Uni¨®n Aduanera, aunque dejando abiertas distintas posibilidades como las de un acuerdo aduanero nuevo, entrar como miembro asociado parcial en la Uni¨®n Aduanera existente, o mantenerse como signatario de algunas partes de la misma. Aunque en todo caso desgaj¨¢ndose de la pol¨ªtica comercial com¨²n de la UE y liber¨¢ndose de tener que aplicar la tarifa exterior com¨²n (TEC). Este planteamiento equivale a intentar aproximarse a la m¨¢xima libertad de circulaci¨®n de bienes y de algunos servicios pero manteniendo a la vez un control selectivo de los movimientos de personas y trabajadores, dando la bienvenida a aquellos que consideran trabajadores cualificados que aportan talento pero estableciendo cuotas o l¨ªmites para el resto de los inmigrantes procedentes de la UE.

La estrategia desvelada se centra en alcanzar un tratado comercial con la UE como parte integrante del acuerdo de separaci¨®n que deber¨¢ ser alcanzado en un plazo inferior a dos a?os, lo que supone completar un proceso negociador potencialmente muy complejo en un periodo excepcionalmente breve en comparaci¨®n con los patrones habituales de negociaci¨®n de los acuerdos comerciales de la Uni¨®n Europea. El acuerdo comercial con Canad¨¢, como es bien sabido, ha tardado m¨¢s de cinco a?os en ser aprobado y a¨²n est¨¢ pendiente su ratificaci¨®n. Desde la l¨®gica brit¨¢nica, esta propuesta permitir¨ªa reducir los costes de la salida y trasladar a los restantes pa¨ªses la presi¨®n por alcanzar un acuerdo en plazo. Para reforzar esta presi¨®n se afirma que en el caso de no se alcanzase tal acuerdo en el plazo requerido, o no fuese satisfactorio para los intereses de Reino Unido, la Uni¨®n Europea se enfrentar¨ªa a un desorden en las relaciones comerciales que ser¨ªa da?ino para sus propios intereses, que podr¨ªa incluso a afectar a otros aspectos de la relaci¨®n bilateral, incluyendo los referentes a los de seguridad en los que la aportaci¨®n brit¨¢nica es un pilar fundamental.

La Sra. May apuesta fuerte desde el principio. Su propuesta de acuerdo comercial se acompa?a, adem¨¢s, de otras demandas sectoriales que siguen un enfoque selectivo con el fin de preservar la participaci¨®n brit¨¢nica en aquellos programas de la UE que le resultan especialmente ventajosos, como es el caso de la financiaci¨®n de proyectos de desarrollo de la ciencia, la investigaci¨®n y las iniciativas tecnol¨®gicas, en los que Reino Unido puede ser un beneficiario neto dada su posici¨®n de liderazgo. Se mantiene as¨ª la estrategia de intentar una negociaci¨®n separada caso por caso (¡°cherry picking¡±, en ingl¨¦s) frente a la l¨®gica del acuerdo global que la Comisi¨®n y el Consejo han defendido como la ¨²nica posible, no solo desde el punto de vista de la interpretaci¨®n del Tratado sino, sobre todo, desde los inter¨¦s de preservar y fortalecer la Uni¨®n ante el reto del Brexit.