La toxicidad de la enchilada
Oponer un ¡®M¨¦xico primero¡¯ al ¡®America First¡¯ significar¨ªa que ya perdimos antes de empezar
Los ataques de Trump a M¨¦xico han provocado que una parte de la opini¨®n p¨²blica del pa¨ªs quiera envolverse en la bandera patria. Se hacen llamados a repudiar los s¨ªmbolos del imperialismo yanqui (incluyendo el boicot a Ford o a Walmart, uno de los principales empleadores en M¨¦xico, dicho sea de paso) y se invoca a un irrestricto apoyo al presidente Pe?a Nieto en su car¨¢cter de jefe de las instituciones. ¡°Ante las agresiones es el momento de mantenernos unidos por encima de nuestras diferencias¡±.
Me parece que es una argumentaci¨®n equivocada. Primero, porque responder al nacionalismo demencial que enarbola Trump con un llamado al nacionalismo mexicano equivale a pegarnos un tiro al pie. Oponer un M¨¦xico primero al America First significar¨ªa que ya perdimos antes de empezar. Combatir el proteccionismo de la nueva administraci¨®n y su rechazo a los productos mexicanos mediante el boicot a las mercanc¨ªas estadounidenses equivale a abrazar las tesis de la Casa Blanca y su extravagante inquilino.
M¨¦xico se est¨¢ defendiendo del ataque que Trump ha emprendido en contra de la libre circulaci¨®n de personas y de mercanc¨ªas; la defensa no puede consistir en un atrincheramiento en nuestra propia xenofobia.
Segundo, porque ser¨ªa un error garrafal en el campo de batalla. La primera trinchera de resistencia a Trump se encuentra en los propios Estados Unidos. Y es enorme. Alcaldes de las ciudades santuario o refugio, que se han propuesto desafiar las ¨®rdenes de deportaci¨®n de inmigrados; gobernadores del sur preocupados por la manera en que las reformas del Ejecutivo lesionan a su econom¨ªa; empresas gigantes como Amazon, Starbucks, Airbnb o Expedia dispuestas a criticar y resistir las executive orders del presidente; el grueso de la prensa estadounidense o de la industria del entretenimiento afincada en California y Nueva York, entre otros muchos antagonistas del presidente.
Es en Estados Unidos donde se han efectuado las m¨¢s grandes protestas en contra de las reformas apresuradas y autoritarias de Trump. Y es all¨ª donde tenemos que encontrar los aliados que necesitamos para enfrentarlo. Durante d¨¦cadas el lobby jud¨ªo ha logrado el apoyo de Washington al Estado de Israel, gracias a una cuidadosa y potente estrategia de presi¨®n sobre la clase pol¨ªtica y el establishment estadounidense.
Tercero, tampoco creo que debamos estar unidos en torno al presidente Pe?a Nieto. No as¨ª. Su Gobierno ni renuncia a la impunidad ni la frivolidad. La designaci¨®n de Virgilio Andrade como titular de Bansefi, un banco paraestatal, dinamita la confianza que pueda depositarse en el mandatario. Sin experiencia real en temas financieros, la designaci¨®n de Andrade debe ser interpretada como un premio al supuesto zar anticorrupci¨®n que exoner¨® a la Primera Dama y al poderoso ministro Luis Videgaray de los esc¨¢ndalos por mansiones adquiridas en condiciones turbias. En momentos en que tendr¨ªa que mostrarse como un estadista, Pe?a Nieto vuelve a exhibirse como cabeza pol¨ªtica de un grupo faccioso, m¨¢s interesado en protegerse a s¨ª mismo que en ver por los intereses del pa¨ªs.
Desde luego, el Gobierno mexicano debe poner su parte y dise?ar estrategias para elevarle a Trump la factura por agredir al pa¨ªs. Al estadounidense debe quedarle claro que habr¨¢ un costo pol¨ªtico y econ¨®mico significativo, dentro y fuera de Estados Unidos. Y ciertamente habr¨¢ pol¨ªticas p¨²blicas y esfuerzos dignos de ser apoyados por parte de todos los mexicanos. Pero eso no significa respaldar un llamado a la soberan¨ªa en abstracto y vaciada de contenido, particularmente cuando se trata de encanarla en un presidente que una y otra vez ha defraudado la credibilidad y la confianza.
Los esfuerzos para responder a las agresiones de Trump en contra de M¨¦xico, me parece, tendr¨ªan que ser liderados por muchos otros protagonistas nacionales e internacionales: cabezas de la sociedad civil, empresarios, lideres religiosos, intelectuales e iconos culturales, otras instancias del sector p¨²blico, instituciones de la m¨¢s diversa ¨ªndole. Y lo m¨¢s importante, entender que no estamos solos. En este momento la causa M¨¦xico forma parte de una causa m¨¢s amplia: contrarrestar la amenaza Trump (contra musulmanes, contra el comercio mundial, contra Europa, contra la prensa libre y un largo etc¨¦tera).
Necesitamos una visi¨®n abierta, generosa y de largo alcance, para hacer causa com¨²n con tantos frentes abiertos. Atrincherarnos en la enchilada y el mariachi, y entregarnos a los designios facciosos de un grupo pol¨ªtico aterrado por el corto plazo y obsesionado por ganar las elecciones del pr¨®ximo a?o es la peor de las estrategias.
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