La UE recibe a Trump con cr¨ªticas y preocupaci¨®n tras aparcar la dureza

Europa no se cre¨® para llevarnos al cielo, sino para salvarnos del infierno, suelen decir los diplom¨¢ticos. La Uni¨®n eleg¨ªa ayer entre tres v¨ªas para responder a los excesos de Donald Trump. La v¨ªa Donald Tusk, m¨¢s visceral: Estados Unidos es una amenaza a la altura de Rusia y el Estado Isl¨¢mico. La v¨ªa Angela Merkel, de firmeza: colaboraremos con Washington, pero desde nuestros valores. Y la v¨ªa blanda de Mariano Rajoy, la de los partidarios de evitar las cr¨ªticas a Trump, de proteger los intereses propios; de esperar y ver. Los l¨ªderes de la UE, reunidos en Malta en una cumbre informal, optaron por la v¨ªa Merkel, aunque con un tono muy rebajado: nadie quiere una confrontaci¨®n con el nuevo inquilino de la Casa Blanca. ¡°Quiz¨¢ [Trump] no sea una amenaza, sino un desaf¨ªo¡±, declar¨® el presidente del Consejo Europeo, que se vio obligado a templar gaitas.

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Nadie en las capitales sigui¨® a Tusk ¡ªconvertido en ¡°el Donald de Europa¡±, seg¨²n sus propias palabras¡ª, tras una semana en la que varios pa¨ªses expresaron a las claras su incomodidad con el tono agresivo del presidente del Consejo. Tan solo el presidente franc¨¦s, Fran?ois Hollande, calific¨® de ¡°inaceptables¡± las presiones de Trump sobre Europa. Pero Hollande est¨¢ de salida. Espa?a, Italia y Polonia, adem¨¢s de Finlandia, ped¨ªan mayores dosis de pragmatismo, con una aproximaci¨®n m¨¢s cercana a las palabras de la canciller Merkel.

Parad¨®jicamente, Merkel y Alemania han sido el blanco favorito de Trump en Europa en las ¨²ltimas semanas. El presidente norteamericano lleva meses tratando de dividir a Europa y ha lanzado varios dardos con destino a Berl¨ªn. Apoya el Brexit. Vaticina el final del euro. Critica que la UE sea un mero ¡°veh¨ªculo de Alemania¡±, que mantiene la moneda europea infravalorada para beneficiar sus exportaciones. Nada de eso parece inquietar a la canciller, que ante la prensa europea arm¨® el discurso que se impone para los pr¨®ximos tiempos. ¡°Tenemos intereses comunes y habr¨¢ cosas que la UE y Estados Unidos puedan seguir haciendo juntos, como la lucha contra el terrorismo internacional; y habr¨¢ tambi¨¦n tareas en las que no coincidimos y que Europa tendr¨¢ que hacer en solitario, como apostar por los acuerdos comerciales internacionales, cooperar m¨¢s con ?frica y las ¨¢reas de origen de la migraci¨®n e invertir m¨¢s en defensa¡±, dijo. Ese pragmatismo, en fin, se impone por goleada. ¡°La UE, como Espa?a, quiere tener las mejores relaciones posibles con Estados Unidos. Defendiendo siempre sus valores con personalidad¡±, afirm¨® el presidente espa?ol, Mariano Rajoy.

El eufemismo preferido

La cumbre de Malta ten¨ªa que servir para reducir los flujos migratorios por el Mediterr¨¢neo central, desde Libia hacia Italia. Ten¨ªa que fijar una posici¨®n com¨²n de cara a la Declaraci¨®n de Roma, acerca del futuro de la Uni¨®n en el 60? aniversario del club. En los pasillos del centro de prensa de La Valeta, sin embargo, todo el trasiego estaba relacionado con Trump. La ¡°nueva Administraci¨®n norteamericana¡± es el eufemismo preferido por los eur¨®cratas para evitar referirse expl¨ªcitamente al teatral mandatario estadounidense, que en tan solo unos d¨ªas ha protagonizado un cambio de r¨¦gimen fulminante en el Atl¨¢ntico Norte. El mundo est¨¢ patas arriba con esa mezcla de proteccionismo, aislacionismo, nacionalismo y declaraciones que funcionan como aguijones bal¨ªsticos de la posverdad. Europa ha optado por ponerse de perfil; por dejar que el tiempo modere el ruido y la furia de esas primeras semanas.

Est¨¢ por ver que eso suceda, pero de momento se impone el mantra de hablar de Estados Unidos ¡°con preocupaci¨®n¡± pero ¡°sin antiamericanismo¡±, seg¨²n el presidente malt¨¦s, Joseph Muscat. Hace poco m¨¢s de 30 a?os, el periodista estadounidense John Reston escrib¨ªa en The New York Times que mientras para los europeos la diplomacia era un ejercicio de compromisos rec¨ªprocos, para Ronald Reagan era una lucha de ganadores y perdedores.

Trump, como Reagan, no cree en las medias tintas: cree en los muros y en los oc¨¦anos; cree en los l¨ªderes fuertes y autoritarios y desconf¨ªa de poderes blandos como el de los europeos. De momento, juega a exponer las debilidades de la Uni¨®n: en breve se sabr¨¢ si esa forma tan europea de responder con la cabeza fr¨ªa, y no con las tripas, es la adecuada.