No se trata de Trump, sino de Xi
Concentrar la atenci¨®n en EE UU nos distrae de atender a lo que est¨¢ pasando en China
Ambos presiden una superpotencia militar y econ¨®mica. Uno de ellos es partidario del libre comercio y ha dicho que es un error culpar a la globalizaci¨®n de todos los males de la humanidad. El otro l¨ªder sostiene que el comercio internacional es nocivo para su pa¨ªs y ha anunciado que va a poner impuestos a las importaciones. El primero, el defensor de la globalizaci¨®n y del comercio, es el secretario general del Partido Comunista m¨¢s grande de la historia (80 millones de miembros). Tambi¨¦n es el presidente de China, la segunda potencia econ¨®mica del planeta. El otro, el proteccionista que denuncia el comercio cada vez que puede, es Donald Trump, quien lidera la mayor econom¨ªa capitalista jam¨¢s conocida.
En este ins¨®lito mundo al rev¨¦s las decisiones de estos dos presidentes, y lo que les suceda a sus pa¨ªses, nos afectar¨¢n a todos. De los dos, el que acapara la atenci¨®n en estos tiempos es el nuevo presidente de Estados Unidos, que cada d¨ªa rompe alguna regla, insulta a alguien o agrede a alguna instituci¨®n, pa¨ªs o grupo humano. Pero la concentraci¨®n de la atenci¨®n en Trump nos est¨¢ distrayendo de seguir m¨¢s de cerca lo que est¨¢ pasando en la China de Xi Jinping. China podr¨ªa estar entrando en un periodo de fuertes convulsiones econ¨®micas y pol¨ªticas cuyas repercusiones internacionales ser¨ªan a¨²n m¨¢s graves que las impredecibles conductas del presidente Trump.
El crecimiento de la econom¨ªa china se ha desacelerado, y por tanto tambi¨¦n la creaci¨®n de puestos de trabajo. El endeudamiento es m¨¢s agobiante, hay fuga de capitales y, en general, China sufre de una serie de desequilibrios cuya correcci¨®n requiere que el Gobierno tome medidas muy impopulares. El pa¨ªs debe pasar de una econom¨ªa basada en las exportaciones y en la masiva e indiscriminada inversi¨®n en infraestructura a un modelo m¨¢s sostenible impulsado por el consumo interno, donde haya m¨¢s disciplina en el gasto p¨²blico, la inversi¨®n y el endeudamiento.
Sobre esto hay consenso. Pero lo que no est¨¢ claro es si las reformas necesarias podr¨¢n ser llevadas a cabo a la velocidad y con la eficacia necesarias. Y tampoco est¨¢ claro si esta profunda transici¨®n econ¨®mica se puede dar sin crear conflictos sociales y pol¨ªticos tan graves que desestabilicen el r¨¦gimen o incluso atenten contra la permanencia del Partido Comunista Chino (PCCh) en el poder.
Sobre esto, el profesor Minxin Pei, uno de los sin¨®logos m¨¢s respetados del mundo, acaba de publicar un libro titulado China¡¯s crony capitalism, cuya traducci¨®n es algo as¨ª como ¡°El capitalismo de amiguetes en China¡±. Este tipo de capitalismo se basa en la complicidad entre empresarios y pol¨ªticos. Los amiguetes (y con frecuencia los familiares) de los pol¨ªticos acumulan grandes riquezas con la ayuda del Gobierno, mientras que los pol¨ªticos obtienen y retienen el poder gracias al dinero y la influencia de sus empresarios amigos. Este tipo de capitalismo corrupto ha existido en muchos pa¨ªses y desde siempre aunque, seg¨²n Pei, en China ha adquirido una magnitud tan gigantesca como el pa¨ªs mismo. Pei opina que la omnipresencia del capitalismo de amiguetes ha puesto en peligro la supervivencia del r¨¦gimen y que la hegemon¨ªa del PCCh llegar¨¢ a su fin. Esta visi¨®n de lo que viene en China no es solo de Minxin Pei; un creciente n¨²mero de expertos la comparte.
El profesor Pei comienza este notable libro citando al presidente Xi Jinping: ¡°El abuso del poder ejecutivo, el intercambio de poder por poder, poder por dinero y poder por sexo es frecuente; la colusi¨®n entre oficiales y hombres de negocio y la colusi¨®n entre superiores y subordinados se han entremezclado; las maneras de transferir beneficios entre ellos son muy variadas y siempre ocultas¡±.
Pei documenta la extendida presencia y las debilitantes consecuencias que tiene este tipo de corrupci¨®n sist¨¦mica y demuestra c¨®mo la estructura de poder que se ha impuesto es a la vez insostenible y resistente al cambio. Esta es una mala combinaci¨®n. El tama?o y la complejidad de un pa¨ªs de m¨¢s de 1.300 millones de habitantes, cuya econom¨ªa ha aumentado diez veces y cuyo ingreso promedio es 13 veces mayor que en 1990, y donde la descentralizaci¨®n interna y la integraci¨®n internacional est¨¢n muy arraigadas, hacen muy dif¨ªcil centralizar el poder. Pero exactamente eso es lo que est¨¢ intentando hacer el presidente Xi. Parad¨®jicamente, el presidente chino est¨¢ aprovechando la necesaria campa?a contra la corrupci¨®n que ha emprendido para eliminar rivales y consolidar su poder.
Minxin Pei no cree que esta estrategia vaya a funcionar. Seg¨²n ¨¦l, la actual estructura de poder en China tiene muchas de las caracter¨ªsticas de un r¨¦gimen leninista en avanzado estado de descomposici¨®n. Y a ese tipo de reg¨ªmenes les cuesta mucho cambiar y adaptarse.
Si Minxin Pei tiene raz¨®n y China se desestabiliza, la presencia de Donald Trump en la Casa Blanca se hace a¨²n m¨¢s ominosa.
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