La disrupci¨®n como esperanza
Una pareja de j¨®venes republicanos de Miami razona su apoyo a Donald Trump
Esta casa de Miami es una s¨ªntesis del c¨®ctel que define a Estados Unidos. Pertenec¨ªa a un matrimonio formado por un brasile?o y una asi¨¢tica que hab¨ªa sido adoptada por una familia canadiense. Ahora la ha comprado una pareja de americanos hijos de cubanos. El garaje se lo alquilan como vivienda a ¡°un fil¨®sofo brit¨¢nico de m¨¢s de 70 a?os¡± que duerme en el jard¨ªn, dentro de su furgoneta, porque es ¡°al¨¦rgico a la electricidad¡±, dicen divertidos los nuevos propietarios, J¨¦ssica Fern¨¢ndez y Armando Ibarra, ambos de 32 a?os y partidarios de Donald Trump.
Ante la controvertida pol¨ªtica de restricciones a la inmigraci¨®n del presidente, Ibarra y Fern¨¢ndez, coordinadores de los J¨®venes Republicanos de Miami, comienzan por afirmar: ¡°No rechazamos los valores americanos, seguiremos siendo un pa¨ªs de inmigrantes¡±, dice ¨¦l. Pero respaldan la voluntad de Trump de ponerle barreras al flujo de for¨¢neos: ¡°Es un momento de pausa necesario para reflexionar sobre la pol¨ªtica migratoria¡±, a?ade ella.
Son una pareja de j¨®venes al uso. Tienen entre los dos una consultor¨ªa de relaciones p¨²blicas con la que suman unos 10.000 d¨®lares al mes. Hace unos meses adquirieron su casa por 150.000. ¡°En efectivo, r¨¢pido, porque si no es muy dif¨ªcil cerrar el trato. Hay mucho dinero que viene de Venezuela, Brasil, Rusia o China, puro dinero extranjero, que hace muy dif¨ªcil encontrar y apalabrar una vivienda¡±, explica J¨¦ssica, que define las emociones vitales y laborales de su generaci¨®n con una palabra decidida: ¡°Ansiedad¡±. ¡°No tenemos hijos a¨²n porque todo es demasiado caro y nada m¨¢s podemos pensar en fajarnos todos los d¨ªas para poder vivir¡±.
Al principio de la campa?a republicana apoyaron al cubanoamericano Marco Rubio ¨Csiguen teniendo una pegatina suya en la luna trasera del coche¨C. ¡°Pero Rubio no estaba en la direcci¨®n hacia la que iban los tiempos¡±, acota Armando. ¡°El pa¨ªs quer¨ªa a alguien fuerte¡±, comenta ella, que defendiera ¡°al hombre y a la mujer olvidados¡±.
?l se apasiona razonando sobre lo que llama ¡°el cambio de paradigma mundial¡±. ¡°La pol¨ªtica ya no trata de izquierda o derecha. Lo que debatimos ahora es globalismo o nacionalismo. ?Tenemos un contrato social con todo el mundo o con los americanos? Creo que muchos votaron por Trump porque sent¨ªan que los gobiernos anteriores, dem¨®cratas o republicanos, operaban de una manera que beneficiaba a las ¨¦lites mundiales y cargaba los costos a la clase media americana. Y estamos, de verdad, muy cansados de que seamos nosotros los que paguemos los costos¡±.
Su nueva casa es una met¨¢fora de su discurso. Fue construida en 1946 para familias de veteranos de la Segunda Guerra Mundial, cuando alboreaba el ciclo de bienestar y gobernanza mundial americana que Armando opina que ha llegado a su fin. Hoy la posee esta pareja joven que ha renovado todo el interior, blanco, fresco, moderno, y tiene como siguiente meta reformar el exterior, que ven viejo, agotado, lleno de maleza en el jard¨ªn.
A medida que conversan matizan su apoyo a Trump. Lo consideran necesario, pero los desconcierta. ¡°Yo a¨²n no entiendo bien lo que hace, sobre todo con esa extenuante guerra informativa que tiene como estrategia. Y quiz¨¢s muchos sientan que est¨¢ dividiendo al pa¨ªs. Pero aunque no lo entendamos bien, creo que ese hombre ha tenido una intuici¨®n muy clara de lo que no funciona en este pa¨ªs. Se ha acabado un ciclo. Hay que darle una oportunidad¡±.
Un afroamericano en bicicleta, con un casco de obra y una caja de herramientas, pasa por delante de su jard¨ªn.
¨C?Quieren que les corte el c¨¦sped?
¨CNo, gracias ¨Cle dicen con una sonrisa de familiaridad.
¨CPasa todos los d¨ªas y todos los d¨ªas pregunta lo mismo ¨Cexplica Armando, y bebe un sorbo de su caf¨¦ cubano.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.