Bruselas pone a los Estados contra las cuerdas
La Comisi¨®n pide nuevas reglas para obligar a los pa¨ªses a retratarse en temas sensibles
La Comisi¨®n Europea, difuminada en ese apelativo difuso que se da en llamar Bruselas, est¨¢ cansada de sufrir todas las invectivas que se lanzan sobre la UE. Y ha decidido tomarse su peque?a venganza. El brazo ejecutivo del proyecto comunitario pondr¨¢ este martes contra las cuerdas a los Estados miembros con una propuesta que les obliga a retratarse en situaciones inc¨®modas. Se trata de una reforma t¨¦cnica con un trasfondo marcadamente pol¨ªtico: que las capitales no dejen sola a Bruselas cuando hay que tomar decisiones sensibles como permitir o no cultivos transg¨¦nicos en suelo europeo.
La propuesta, a la que ha tenido acceso EL PA?S, ser¨¢ respaldada por el colegio de comisarios en Estrasburgo. El origen deriva del malestar que acumula Comisi¨®n por las ocasiones en que los Estados se inhiben en asuntos delicados sobre los que Bruselas acaba decidiendo en solitario. La nueva regulaci¨®n plantea que los Estados, que tantas veces plantan cara a Bruselas invocando su soberan¨ªa, est¨¦n obligados a dar una respuesta. Y que adem¨¢s esta se divulgue.
La iniciativa solo afecta a los llamados actos de ejecuci¨®n, que deben ser aplicados de manera homog¨¦nea en el club comunitario y en los que Bruselas tiene el poder de adopci¨®n en solitario. La medida deja intacto el grueso del trabajo en la UE: leyes y reglamentos que deben ser pactados entre Comisi¨®n, Consejo y Parlamento. Para garantizar la legitimidad de esos actos ejecutivos, deben estar avalados por unos comit¨¦s representativos de los Estados miembros. Por lejano que parezca, en ese marco se adoptan medidas de impacto directo para empresas y negocios como la aprobaci¨®n de cultivos gen¨¦ticamente modificados o la regulaci¨®n sobre sustancias potencialmente t¨®xicas. ¡°Aunque la Comisi¨®n tiene el poder para decidir en estos casos, debido a la particular sensibilidad de los asuntos en juego, los Estados miembros deber¨ªan asumir tambi¨¦n su responsabilidad¡±, exige el texto.
Casos clave
Bruselas cita dos casos clave de inhibici¨®n de los Estados en asuntos alimentarios y de salud p¨²blica: el de los cultivos transg¨¦nicos y el del glifosato. En el primero, Bruselas reprocha a los gobernantes que cuando les pregunta si se debe autorizar o no un alimento o pienso modificado gen¨¦ticamente, generalmente optan por no votar en el comit¨¦ correspondiente, ni a favor ni en contra. De esa manera evitan manifestarse en un terreno pantanoso. Lo mismo ocurre con el glifosato, un compuesto qu¨ªmico controvertido, utilizado en herbicidas y sobre cuya toxicidad existen dudas. La Comisi¨®n decidi¨® extender el a?o pasado la licencia, pero aunque en privado muchos Estados aplaudieron en la decisi¨®n, en el comit¨¦ correspondiente rehusaron manifestarse. Bruselas, en definitiva, quiere evitar ser el blanco de todas las cr¨ªticas de ONG y otros colectivos contrarios a este tipo de licencias.
Si la reforma de la Comisi¨®n prospera, las reglas habituales de la mayor¨ªa cualificada permitir¨¢n, en estos actos ejecutivos, restar a aquellos que no voten ni a favor ni en contra, de manera que sea m¨¢s sencillo alcanzar los umbrales necesarios para dar por buena la decisi¨®n. Tambi¨¦n se podr¨¢n elevar los dosieres a un ¨¢mbito pol¨ªtico superior (a los ministerios correspondientes de cada pa¨ªs, incluso pedir opini¨®n a las reuniones de ministros del Consejo). La ¨²ltima medida consiste en lo que Bruselas denomina ¡°elevar la transparencia de voto¡±. En plata: las decisiones de los pa¨ªses en esos comit¨¦s podr¨¢n hacerse p¨²blicas, de forma que los ciudadanos conozcan claramente las posiciones de sus Gobiernos en asuntos controvertidos.
Los datos revelan que esos choques entre Bruselas y las capitales no constituyen precisamente el principal problema del bloque comunitario. Solo el 2% de las decisiones que se adoptan en estos comit¨¦s acaban sin una postura clara. Pero esas situaciones ¡°ocurren en ¨¢reas muy sensibles¡±, justifica Bruselas. Una peque?a venganza por la querencia de las capitales a nacionalizar los ¨¦xitos y europeizar los fracasos.
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