Epidemia de fugas en los zoos de medio mundo
La panda roja 'Sunny' se suma a los animales que se convirtieron en h¨¦roes populares tras escapar de sus jaulas
El pulpo Inky en el Acuario Nacional de Nueva Zelanda, el orangut¨¢n de Sumatra Indah en el zoo de Chester (Reino Unido), la lechuza Oscar en Adelaida (Australia), el gato mont¨¦s Ollie en Washington, una pareja de capibaras en el zoo de Toronto (que recibieron el apodo de Bonnie
and Clyde), el gorila Kumbuka en Londres... En los ¨²ltimos meses, los zoos de medio mundo han vivido una epidemia de fugas de animales, pero una se lleva la palma: una panda roja llamada Sunny que lleva desaparecida del zoo de Virginia (EE UU) desde la noche del 23 de enero.
Las fugas en los zoos gozan de una vieja tradici¨®n cinematogr¨¢fica y literaria. Una de las mejores pel¨ªculas de animaci¨®n de los ¨²ltimos a?os es Chicken Run, de Peter Lord y Nick Park, los creadores de Wallace y Gromitt. Recrea La gran evasi¨®n, el cl¨¢sico sobre un campo de prisioneros en la II Guerra Mundial, pero con gallinas de plastilina que tratan de escapar como pueden de una granja. Una de las canciones m¨¢s conocidas (y de humor m¨¢s bestia y pol¨ªticamente incorrecto) de George Brassens relata la escapada de un gorila del zoo en busca de pareja: acaba siendo un alegato contra la pena de muerte, porque el animal, confundido con la toga, decide tratar de aparearse con un juez que grita, canta Brassens, "como el condenado al que acababa de enviar al pat¨ªbulo". La serie de pel¨ªculas de animaci¨®n Madagascar narran las diferentes escapadas de unas cuantas criaturas del zoo de Central Park, en Nueva York, para descubrir que la vida en libertad no es tan agradable como pensaban.
Ya sea por toda esa carga de ficci¨®n y por la influencia infantilizadora de Walt Disney, como proclaman algunos, o, como sostienen otros, por los enormes avances cient¨ªficos en la comprensi¨®n de la inteligencia de los animales?¡ªse acaba de publicar en EE UU un libro, The Soul of an Octopus: A Surprising Exploration into the Wonder of Consciousness, de Sy Montgomery, que desaf¨ªa todos nuestros conocimientos sobre la mente de los pulpos, que tampoco eran muchos, dicho sea de paso¡ª, todas estas fugas han recibido una atenci¨®n medi¨¢tica enorme.
"?Por qu¨¦ Sunny se escap¨® del zoo de Virginia? ?Tal vez para evitar la reproducci¨®n?", titulaba el diario The New York Times una semana despu¨¦s de la huida. El diario neoyorquino regres¨® al tema en otro art¨ªculo en el que citaba a un portavoz de la Asociaci¨®n de Zoos y Acuarios de EE UU, que se?alaba que no existen datos precisos de fugas de zoos, aunque calculaba que no superaban las seis al a?o. "Es muy raro que un animal consiga mantener su evasi¨®n durante tanto tiempo", explicaba. En los ¨²ltimos meses, se han roto todas las estad¨ªsticas.
Los fugas de animales salvajes siempre provocan una cierta inquietud, en algunos casos justificada y, en otros, bastante exagerada. El gato mont¨¦s Ollie, totalmente inofensivo para los humanos, provoc¨® el cierre de varios colegios cercanos en Washington hasta su captura. En
el caso de los grandes simios en fuga s¨ª es normal que se tomen precauciones: son unos gigantes pac¨ªficos, pero dotados de una fuerza descomunal que pueden utilizar si se sienten amenazados, molestados o desafiados (y es mejor no experimentar con lo que un gran simio considera una posible amenaza, molestia o desaf¨ªo).
La fuga de Kumbuka, en octubre de 2016, provoc¨® una crisis en el zoo de Londres y la movilizaci¨®n de 23 polic¨ªas. Los pocos visitantes que quedaban a esa hora en el parque fueron obligados a confinarse en los edificios con las puertas cerradas hasta que el gorila, un macho
enorme de espalda plateada, fue reducido con dardos tranquilizantes. La m¨¢xima fechor¨ªa que Kumbuka hab¨ªa perpetrado durante su breve fuga fue beberse cinco libros de zumo de grosella sin diluir.
Las capibaras (el mayor roedor del mundo, que vive en los pantanales de Am¨¦rica del Sur) del zoo de Toronto se convirtieron en h¨¦roes populares, sobre todo porque su evasi¨®n se prolong¨® durante cinco semanas, aunque para su captura no fue necesario recurrir a m¨¦todos demasiado contundentes: se dejaron atrapar en una trampa con una carnaza a base de frutas y ma¨ªz. La escapada del pulpo Inky (un juego de palabras con ink, tinta en ingl¨¦s) salt¨® a los titulares de la prensa de medio mundo por la habilidad que demostr¨® el cefal¨®podo para escabullirse de su acuario, recorrer unos cuantos metros por el suelo y colarse por una tuber¨ªa hasta el mar. De hecho, la pel¨ªcula de dibujos animados de Pixar Buscando a Dory muestra un pulpo con similares habilidades. "Pensaba que era una historia local, pero me sorprendi¨® la repercusi¨®n que tuvo", explicaba a la revista National Geographic Rob Yarrell, responsable del acuario de Nueva Zelanda. "No creo que fuese desdichado con nosotros. Los pulpos son adem¨¢s criaturas solitarias. Pero son tambi¨¦n animales muy curiosos, que quieren saber siempre lo que ocurre m¨¢s all¨¢. Es su personalidad".
El campe¨®n de todas las evasiones fue el orangut¨¢n de Borneo Ken Allen, que recibi¨® el t¨ªtulo de Houdini peludo despu¨¦s de escapar tres veces de su cada vez m¨¢s fortificado recinto en el zoo de San Diego (California). Durante todas sus fugas se mostr¨® curioso, tranquilo y pac¨ªfico y lleg¨® a convertirse en un mito: se hicieron camisetas, pegatinas con el lema Free Ken Allen y canciones. Hasta tiene su propia entrada en Wikipedia. Falleci¨® en 2000 a los 29 a?os y una estatua le recuerda en uno de los mejores zoos del mundo.
Tal vez les prestamos sentimientos que son m¨¢s nuestros que suyos y solo estamos empezando a comprender c¨®mo piensan, sienten y perciben, pero no hay duda de que las fugas de zool¨®gicos nos acercan al resto de criaturas con las que compartimos el planeta. Ya sean motivadas por la curiosidad, el ansia de libertad o la evasi¨®n ante una pareja inapropiada, es inevitable que nos alegremos por ellos, aunque solo empleen sus breves momentos fuera de los barrotes para empacharse de zumo de frutas.
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