Chavismo y oposici¨®n, a la deriva
La Mesa de Unidad Democr¨¢tica no ha conseguido una conducci¨®n pol¨ªtica y una estrategia clara para acabar con un r¨¦gimen aferrado al poder
Cuando a finales de octubre cinco tribunales de provincias suspendieron los preparativos del refer¨¦ndum revocatorio del presidente Nicol¨¢s Maduro, la oposici¨®n de Venezuela pareci¨® conseguir en esa gran frustraci¨®n colectiva el impulso que necesitaba para provocar un cambio despu¨¦s de 18 a?os de dominio chavista. Con un br¨ªo in¨¦dito hasta la fecha, la dirigencia de la Mesa de la Unidad Democr¨¢tica (MUD) se hizo con la iniciativa pol¨ªtica y puso contra la pared al r¨¦gimen. Eran d¨ªas so?ados para los opositores: la Asamblea Nacional amenazaba con declarar la responsabilidad pol¨ªtica del jefe del Estado ¡ªque finalmente concret¨® en enero, cuando result¨® intrascendente¡ª, se dispon¨ªa a renovar a las autoridades del Consejo Nacional Electoral con per¨ªodos vencidos y a subsanar las irregularidades cometidas cuando el chavismo, en los estertores del per¨ªodo parlamentario anterior, hab¨ªa nombrado a las volandas y sin seguir los procedimientos establecidos en la Constituci¨®n a 12 fieles como magistrados del Supremo.
El cambio se present¨ªa. No era un golpe militar lo que estaba en marcha, sino la posibilidad de revertir esa decisi¨®n de los tribunales mediante la presi¨®n popular y la negociaci¨®n con el Gobierno, con grandes posibilidades de lograrlo. La oposici¨®n parec¨ªa entonces un tren imparable, pero de pronto decidieron utilizar el freno de emergencia. A principios de noviembre, suspendieron las protestas programadas a cambio de sentarse a negociar con el Gobierno. Las gestiones de la Uni¨®n de Naciones Sudamericanas, representada por tres expresidentes iberoamericanos (Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, Mart¨ªn Torrijos y Leonel Fern¨¢ndez) y el Vaticano, el verdadero poder tras bastidores, apaciguaron los ¨¢nimos y evitaron un enfrentamiento de impredecibles consecuencias.
El tiempo parece haber demostrado que abandonar la calle fue una p¨¦sima decisi¨®n. Lo que ha sucedido desde entonces es la m¨¢s ins¨®lita cesi¨®n de la iniciativa pol¨ªtica que se conozca en la historia contempor¨¢nea de Venezuela. El r¨¦gimen se ha salido con la suya siguiendo la receta que patent¨® el fallecido Hugo Ch¨¢vez en 2004 ante una coyuntura similar: dejar que el tiempo corra y que los precios del petr¨®leo se incrementen para intentar paliar el descontento ocasionado por la escasez aumentando el gasto p¨²blico e importando toda clase de bienes. Simult¨¢neamente, mediante el control de las instituciones, Maduro se dispuso a evitar que las elecciones se interpusieran en su af¨¢n de gobernar para siempre. El costo pol¨ªtico de aplazar las elecciones regionales, de mantener presos a los dirigentes de Voluntad Popular que tienen orden de excarcelaci¨®n solo por el mero placer de utilizarlos como escarmiento, es m¨ªnimo o no existe. Siempre lo han repetido: la revoluci¨®n bolivariana es irreversible y nunca dejar¨¢ el poder.
Hoy se cumplen tres a?os desde que el opositor Leopoldo L¨®pez se entregara a las autoridades. Condenado a casi 14 a?os de prisi¨®n, su caso y el desabastecimiento simbolizan esta etapa de crisis. La frustraci¨®n ha dinamitado las d¨¦biles estructuras de la Mesa de la Unidad Democr¨¢tica, una alianza que solo es posible gracias al formidable enemigo que tiene enfrente, y que sac¨® a flote las miserias personales y las agendas ocultas de cada organizaci¨®n. Sin una conducci¨®n pol¨ªtica s¨®lida y unitaria y sin estrategia clara, la oposici¨®n vaga a la deriva. Que Henrique Capriles, Henry Ramos Allup o Leopoldo L¨®pez, sus individualidades m¨¢s importantes, mantengan probabilidades de llegar a Miraflores obedece a los p¨¦simos resultados de la gesti¨®n de Maduro, y no a la conciencia de que sus proyectos representen la esperanza que en su momento ofreci¨® el chavismo.
Tanto fuelle ha perdido la oposici¨®n que incluso callaron o no reaccionaron a tiempo ante los ¨²ltimos esc¨¢ndalos y las malas decisiones del r¨¦gimen. M¨¢s all¨¢ de las declaraciones de ocasi¨®n, ninguno de esos grandes dirigentes acompa?¨® a las v¨ªctimas del cruel anuncio de Maduro de retirar de circulaci¨®n el billete de 100 bol¨ªvares, que ocasion¨® saqueos generalizados en Ciudad Bol¨ªvar, al suroriente de Venezuela, y p¨¦rdidas generalizadas entre los comerciantes que a¨²n se atreven a invertir en el pa¨ªs; tambi¨¦n perdieron la oportunidad de difundir oportunamente su postura cuando el Departamento del Tesoro sancion¨® al vicepresidente de Venezuela, Tareck El Aissami, y a su testaferro, Samark L¨®pez, por sus supuestos v¨ªnculos con el narcotr¨¢fico. Es un silencio tan ensordecedor que a veces raya en la indiferencia.
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