Una urna con cenizas y otros tesoros perdidos en el metro de la Ciudad de M¨¦xico
Durante m¨¢s de 30 a?os, la oficina de objetos extraviados del metro de la Ciudad de M¨¦xico ha visto pasar por sus anaqueles todo tipo de artilugios
Nadie conoce a Gustavo Guerra Ortu?o. Naci¨® en 1973 y muri¨® en 2000, ten¨ªa 27 a?os y su cuerpo fue incinerado. No se sabe de d¨®nde era, qui¨¦n era su familia ni por qu¨¦ muri¨®. Lo ¨²nico seguro sobre su historia es que sus cenizas descansan desde hace a?os en una estanter¨ªa de la oficina de objetos extraviados del metro de la Ciudad de M¨¦xico.
Entre lo surrealista y lo estramb¨®tico, la urna de madera con lo que queda de Gustavo Guerra Ortu?o fue olvidada en una de las 195 estaciones del sistema de transporte colectivo y sus due?os nunca volvieron a preguntar por ella. Su custodio y el ¨²nico testigo de que la peque?a caja de madera sigue existiendo es el jefe de la oficina, Donovan Alvarado, que la sube y la baja con mucho mimo de una estanter¨ªa met¨¢lica en la que no hay nada m¨¢s.
¡°La tengo separada del resto de cosas porque merece un respeto ya que en otro tiempo fue una persona. Por eso le he puesto esta imagen de Jes¨²s al lado¡±, dice el guardi¨¢n del almac¨¦n que se ubica en la estaci¨®n de Candelaria en la l¨ªnea 4, direcci¨®n Mart¨ªn Carrera.
Cerca del mercado de La Merced y del Archivo General de Notar¨ªas, a metros bajo tierra, la oficina de objetos perdidos guarda miles de pertenencias y cachivaches que esperan a ser devueltos a sus due?os: celulares, documentos de identidad, licencias, estuches de maquillaje, bolsas vac¨ªas, zapatos desparejados, juguetes, aud¨ªfonos, material escolar, mochilas, tel¨¦fonos de oficina, dos carritos de supermercado, cascos de obra, cochecitos de beb¨¦, bicicletas, ropa, una m¨¢quina para cortar el cabello, una bolsa de palos de golf, un pasaporte de Estados Unidos con todas las hojas selladas, un extintor de coche, un tel¨¦fono p¨²blico, unos zancos ¡
Con m¨¢s de 5 millones de viajeros al d¨ªa, en las entra?as de la ¡®ciudad monstruo¡¯ que es el metro, se pierden hasta 2.200 objetos al a?o
Tambi¨¦n hay un viol¨ªn. ¡°De alg¨²n mariachi al que le gan¨® el sue?o¡± comenta Donovan. Entre los trofeos m¨¢s peculiares, una pierna ortop¨¦dica con zapato incluido ¡°eso es porque en el metro de la Ciudad de M¨¦xico hacemos milagros y hasta salen caminando¡±, bromea el custodio. Una foto de boda en el Castillo de Chapultepec ¡°quiz¨¢ no acabaron bien y ya no quisieron recuperarla¡±, un traje de lentejuelas que ¡°podr¨ªa ser de un mago¡±, unos documentos en chino y un mont¨®n de pel¨ªculas porno piratas ¡°que no pueden grabar porque hay que d¨¢rselas a la PGR para destruirlas porque es material ap¨®crifo¡±, explica Alvarado.
Con m¨¢s de 5 millones de viajeros al d¨ªa, en las entra?as de la ¡®ciudad monstruo¡¯ que es el metro, se pierden hasta 2.200 objetos al a?o, unos 200 al mes que van a parar a la oficina de Donovan y de los que s¨®lo se devuelven 50 en promedio. El guardi¨¢n de los objetos perdidos explica que muchos usuarios no conocen la existencia de este dep¨®sito y que debido al ritmo de vida que llevan, dan por perdidas sus pertenencias y no las reclaman.
Durante m¨¢s de 30 a?os la oficina de objetos extraviados ha visto pasar por sus anaqueles todo tipo de artilugios, aparatos e instrumentos. Pasados seis meses si los objetos no han sido reclamados se retiran del lugar y aquello que se pueda aprovechar es donado a organizaciones y programas ben¨¦ficos de la Ciudad de M¨¦xico o enviado a reciclar si tiene componentes electr¨®nicos.
Los objetos perdidos van y vienen en medio de prisas, empujones, codazos y vagones llenos. Se guardan por un tiempo y despu¨¦s desaparecen. Todos, excepto las cenizas de Gustavo Guerra Ortu?o. Donovan guarda la esperanza de que alguien venga a reclamar la urna alg¨²n d¨ªa. Mientras tanto, ¡°su empleado del mes¡± como le ha apodado, le hace compa?¨ªa en la estaci¨®n de Candelaria de lunes a viernes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.