Trump y el ¡°despertar¡± de T¨²nez
Una excelente exposici¨®n sobre el potente proceso de cambios pol¨ªticos y sociales en T¨²nez en el siglo XIX representa una vacuna contra la islamofobia
A pesar de haber lanzado intervenciones militares en el mundo isl¨¢mico, tanto George Bush como Barack Obama se esforzaron en sus discursos en contrarrestar la idea de que la suya era una cruzada contra el islam, a la que defin¨ªan a menudo como una ¡°religi¨®n de paz¡±. Con Trump, el enfoque es completamente diferente. El problema no es un grup¨²sculo que tergiversa el islam, sino la esencia misma de esta confesi¨®n, a la que consideran hostil a la modernidad y sus logros, como la democracia y los derechos humanos. El islam y las sociedades musulmanas ser¨ªan, para ellos, inasequibles a cualquier cambio o evoluci¨®n.
T¨²nez, un pa¨ªs que aprob¨® una Constituci¨®n democr¨¢tica y laica en 2014, desmiente la falacia de Trump y sus aliados europeos, los Wilders, Le Pen, etc¨¦tera. Y no lo hace solo ahora, sino que ya lo hac¨ªa en el siglo XIX, como demuestra la excelente exposici¨®n L'eveil d'un nation (El despertar de una naci¨®n), inaugurada en la capital del pa¨ªs magreb¨ª el 27 de noviembre y que concluye la pr¨®xima semana. La muestra tiene lugar en el precioso palacio Ksar el-Sa?d, la residencia del ¨²ltimo Bey (monarca) tunecino, y que ha sido rehabilitado y reabierto despu¨¦s de haber ca¨ªdo en desuso despu¨¦s de 1956.
¡°L'eveil d'une nation¡± es una lecci¨®n de historia sobre el proceso de reformas pol¨ªticas y sociales experimentado en el siglo XIX en T¨²nez hecha a partir de las obras de arte y objetos de la ¨¦poca. Por ejemplo, se pueden apreciar los retratos de varios reyes europeos, entregados a los Beys como regalos en motivo de una visita oficial. ¡°Fue un periodo de cambios, en el que T¨²nez ya miraba a Europa. Pero estos movimientos suscitaron resistencias¡±, explica Ridha Moumi, el comisario de la exposici¨®n. De hecho, las coordenadas del pa¨ªs magreb¨ª entonces no eran tan diferentes de las espa?olas: aprobaci¨®n de una Constituci¨®n liberal, marcha atr¨¢s por las presiones de los sectores m¨¢s conservadores, la entrada de tropas francesas ...
El primer reformador fue Ahmed Bey, que aboli¨® la esclavitud en 1846, unos a?os antes que EE UU Una d¨¦cada despu¨¦s, decret¨® la igualdad ante la ley de todos los sujetos del pa¨ªs, independendientemente de su religi¨®n, el llamado aqd el-amen (literalmente, ¡°contrato de la seguridad¡±). En 1860, con la promulgaci¨®n de una Carta Magna que limita los poderes del Bey, se instaura una monarqu¨ªa constitucional. Sin embargo, al coincidir con una crisis econ¨®mica y un aumento de la presi¨®n impositiva, una revuelta de los jefes de las tribus de las zonas rurales obliga a suspender su aplicaci¨®n. Ahora bien, muchos ven en aquellos vientos de reforma las semillas del ¡°excepcionalismo¡± tunecino actual.
Todos estos documentos hist¨®ricos, como el aqd al-amen y la primera Constituci¨®n del mundo isl¨¢mico, est¨¢n expuestos al p¨²blico. Tambi¨¦n lo est¨¢ el Tratado del Bardo, emplazado encima de la misma mesa y la misma sala donde fue firmado en 1885. El acuerdo representa el inicio del periodo colonial franc¨¦s, que se prolongar¨ªa hasta 1956. Aunque los franceses llegaron con promesas de modernizaci¨®n, como suele suceder con todos los proyectos imperialistas, su gobierno se dedic¨® m¨¢s bien a la explotaci¨®n del territorio y sus habitantes.
Precisamente, fue este perverso matrimonio entre la dominaci¨®n y las ideas de liberalismo y progreso el que engendr¨® una poderosa forma de resistencia ideol¨®gica: el islamismo pol¨ªtico. El colonialismo no solo fren¨® el proceso de cambios end¨®genos en las sociedades ¨¢rabo-musulmanas de finales del XIX, sino que ensuci¨® y desacredit¨® los conceptos vinculados a la modernidad occidental, como la democracia y las libertades individuales. Algo parecido pas¨® en otros pa¨ªses, como Egipto, Ir¨¢n o Irak.
Obviamente, esta parte de la historia del mundo ¨¢rabe es convenientemente obviada por la extrema derecha y sus ideol¨®gos, pues niega la presunta naturaleza inmutable y retr¨®grada de las sociedades del sur del Mediterr¨¢neo. Sin embargo, aquel proceso hist¨®rico y sus consecuencias no deber¨ªan ser demasiado dif¨ªciles de comprender, al menos en Espa?a. ?O acaso los espa?olitos de princpios del siglo XIX recibieron con los brazos abiertos a las tropas napole¨®nicas? A nadie le gusta que unos forasteros les impongan reformas, ni a¨²n siendo beneficiosas. Para desgracia de T¨²nez y sus vecinos, sus sociedades no tuvieron suficiente fuerza como para repeler las ansias expansionistas europeas. Y sobre aquella traum¨¢tica experiencia edific¨® el islamismo su posterior hegemon¨ªa ideol¨®gica.
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