El populismo: manual para usuarios
No es una ideolog¨ªa, sino una estrategia para obtener el poder. Hoy reina en la Am¨¦rica de Trump o la Rusia de Putin
El populismo no es una ideolog¨ªa. Es una estrategia para obtener y retener el poder. Siempre ha existido, pero en los ¨²ltimos tiempos ha reaparecido con fuerza, potenciada por Internet y por las frustraciones de sociedades abrumadas por el cambio, la precariedad econ¨®mica y una amenazante inseguridad ante lo que deparar¨¢ el futuro.
Una de las sorpresas del populismo es cu¨¢n comunes son sus ingredientes, a pesar de que los l¨ªderes que lo ejercen y los pa¨ªses donde lo imponen son muy diferentes. El populismo hoy reina en la Rusia de Vlad¨ªmir Putin y en la Am¨¦rica de Donald Trump, la Turqu¨ªa de Recep Tayyip Erdogan y la Hungr¨ªa de Viktor Orb¨¢n, entre muchos otros. En todos vemos cuatro t¨¢cticas principales:
Divide y vencer¨¢s. El l¨ªder y su gobierno se presentan como los defensores del noble pueblo ¡ªel populus¡ª maltratado y atropellado. Los populistas se nutren del ¡°nosotros contra ellos¡±: el pueblo contra la casta, la ¨¦lite, la oligarqu¨ªa, el 1% o, en Europa, contra ¡°Bruselas¡± y en Estados Unidos contra ¡°Washington¡±.
Los populistas m¨¢s exitosos son virtuosos del arte de exacerbar las divisiones y el conflicto social: entre clases, razas, religiones, regiones, nacionalidades y cualquier otra brecha que pueda ser ensanchada y convertida en indignaci¨®n y furia pol¨ªtica. Los populistas no temen jugar con fuego y avivar el conflicto social; por el contrario, lo necesitan.
Deslegitimar y criminalizar a la oposici¨®n. Exagerar la mala situaci¨®n del pa¨ªs y magnificar los problemas es indispensable. El mensaje central del populista es que todo lo que hicieron los gobiernos anteriores es malo, corrupto e inaceptable. El pa¨ªs necesita urgentemente cambios dr¨¢sticos y el l¨ªder populista promete hacerlos. Y quienes se oponen a sus cambios no son tratados como compatriotas con ideas diferentes, sino como ap¨¢tridas a quienes hay que borrar del mapa pol¨ªtico.
Otros art¨ªculos del autor
La criminalizaci¨®n de los rivales es una t¨¢ctica com¨²n de populistas y aut¨®cratas. Uno de los lemas m¨¢s populares en los m¨ªtines de la campa?a de Donald Trump fue ¡°enci¨¦rrenla¡±, refiri¨¦ndose a la amenaza de encarcelar a Hillary Clinton. En Rusia, Turqu¨ªa, Egipto o Venezuela estas amenazas contra l¨ªderes de la oposici¨®n no se quedan en esl¨®ganes.
Denunciar la conspiraci¨®n internacional. El populismo requiere de enemigos externos. Este es un viejo truco que, tristemente, suele dar dividendos pol¨ªticos a corto plazo aunque luego acabe en tragedias. El enemigo externo puede ser un pa¨ªs ¡ªpara el presidente Trump son China o M¨¦xico, por ejemplo¡ª o un grupo. V¨ªktor Orb¨¢n, el primer ministro h¨²ngaro, ha dicho que ¡°los inmigrantes son violadores, ladrones de empleos y un veneno para la naci¨®n¡± y construy¨® un muro para mantenerlos fuera. Para Vlad¨ªmir Putin, Estados Unidos estuvo detr¨¢s de las ¡°revoluciones coloradas¡± que sacudieron a Europa oriental y llegaron a las calles de Mosc¨² en 2011. Putin tambi¨¦n denuncia regularmente a la OTAN.
Con frecuencia estos enemigos extranjeros suelen ser presentados como aliados de la oposici¨®n dom¨¦stica. Por ejemplo, el presidente de Turqu¨ªa ha explicado que el fallido golpe de Estado en su contra el a?o pasado fue una conspiraci¨®n orquestada por Fetul¨¢ G¨¹len, un cl¨¦rigo musulm¨¢n radicado en Estados Unidos que tiene una amplia base de seguidores en Turqu¨ªa. Seg¨²n Erdogan, el golpe tambi¨¦n cont¨® con el apoyo de militares estadounidenses. Cuando a los populistas las cosas en casa les comienzan a ir mal suelen provocar conflictos internacionales que sirvan de distracci¨®n. Este es el gran peligro que significa tener a Donald Trump como jefe supremo de las fuerzas armadas m¨¢s poderosas que ha conocido la humanidad.
Desprestigiar a periodistas y expertos. ¡°?Este pa¨ªs est¨¢ harto de expertos!¡±. As¨ª reaccion¨® Michael Gove, uno de los l¨ªderes del Brexit, ante un informe de varios economistas que documentaron los costos que tendr¨ªa para Reino Unido la salida de la Uni¨®n Europea. Para Donald Trump no importa que el calentamiento global haya sido confirmado por miles de cient¨ªficos. ?l sostiene que es una conspiraci¨®n de China. El presidente de EE UU tambi¨¦n piensa que el autismo es causado por las vacunas y no le importa que esa sea una teor¨ªa completamente falsa.
Pero el desd¨¦n que tienen los populistas por la ciencia, los datos y los expertos no es nada comparado con el desprecio que sienten por los periodistas. Desprecio que en algunos pa¨ªses conduce a la c¨¢rcel, a las palizas y, en ciertos casos, al asesinato. El hecho es que tanto los cient¨ªficos como los periodistas obtienen datos y documentan situaciones que suelen chocar con la narrativa que les conviene a los populistas. Y cuando eso pasa, nada es mejor que descalificar ¡ªo eliminar¡ª al mensajero.
Ninguna de estas t¨¢cticas es nueva. Lo sorprendente es su actual renacimiento en un mundo donde se esperaba que la democracia, la educaci¨®n, la tecnolog¨ªa, las comunicaciones y el progreso social hicieran m¨¢s dif¨ªcil su ¨¦xito.
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