Kim Jong-un recupera una siniestra tradici¨®n de la Guerra Fr¨ªa
Los servicios secretos de los pa¨ªses comunistas cometieron cr¨ªmenes en toda Europa
Paraguas, polonio, balazos, hasta un piolet¡ La Guerra Fr¨ªa estuvo marcada por el asesinato del enemigo m¨¢s all¨¢ de las fronteras del bloque socialista. Cuando alguien era condenado a muerte por los agentes sovi¨¦ticos, sobre todo en la ¨¦poca de Stalin, ten¨ªa muy pocas posibilidades de escapar a su cita en Samarra. El asesinato en el aeropuerto de Kuala Lumpur de Kim Jong-Nam, hermano por parte de padre del implacable l¨ªder de Corea del Norte Kim Jong-Un, recuerda a los peores momentos del enfrentamiento entre bloques.
El m¨¦todo utilizado ¡ªun spray con un agente nervioso mortal¡ª tambi¨¦n responde a una vieja tradici¨®n. A diferencia de las pistolas o el estrangulamiento, el veneno crea unos momentos de desconcierto esenciales para que los autores puedan huir y, sobre todo, da la impresi¨®n de que se trata de un castigo que puede ocurrir en el momento m¨¢s insospechado y del que resulta imposible zafarse.
El caso m¨¢s famoso es el del llamado paraguas b¨²lgaro, utilizado por los servicios secretos del pa¨ªs balc¨¢nico, Darzhavna Sigurnost o Comit¨¦ de Seguridad del Estado, en colaboraci¨®n con la KGB. La punta del paraguas se convert¨ªa en un arma mortal: la v¨ªctima padec¨ªa un pinchazo que, en realidad, era un perdigonazo impregnado en ricina, un veneno mortal. El escritor b¨²lgaro Gueorgui Ivanov Markov, disidente que trabajaba para la BBC en Londres, se encontraba cerca del puente de Waterloo el 9 de septiembre de 1979 cuando not¨® algo en la pierna. Un hombre con paraguas se disculp¨® con acento extranjero y esfum¨®. Markov no le dio mayor importancia. Sin embargo, unas horas despu¨¦s, comenz¨® a sufrir fiebre. Muri¨® tres d¨ªas despu¨¦s: Scotland Yard ya ten¨ªa la certeza de que se trataba de un asesinato, aunque casi 40 a?os despu¨¦s nadie ha sido procesado por este crimen.
Londres fue tambi¨¦n el escenario de uno de los cr¨ªmenes m¨¢s siniestros de la posguerra fr¨ªa: el envenenamiento del exesp¨ªa ruso Alexander Litvinenko con polonio, un elemento radioactivo que dos antiguos colegas le hab¨ªan puesto en el te en el hotel Milenium de Londres en noviembre de 2006. Tard¨® tres semanas en morir. Litvinenko, que ten¨ªa nacionalidad brit¨¢nica cuando falleci¨®, colaboraba con los servicios secretos de su pa¨ªs de adopci¨®n y con los espa?oles, a los que informaba sobre las mafias rusas. Diez a?os despu¨¦s, una investigaci¨®n oficial brit¨¢nica lleg¨® a la conclusi¨®n de que se trat¨® de una operaci¨®n del SFS (Servicio Federal de Seguridad, antiguo KGB), realizada por dos agentes rusos, Andrei Lugovoi y Dimitry Kovtum, que ¡°fue probablemente aprobada por Nikolai Patrushev, entonces al frente del servicio, y tambi¨¦n por el presidente Vlad¨ªmir Putin¡±. El cambio de bando no se perdona nunca.
El caso m¨¢s famoso de la era Stalin fue el asesinato de Leon Trotsky
El expresidente ucranio V¨ªctor Y¨²schenko logr¨® sobrevivir a otro extra?o envenenamiento, esta vez con una dioxina que le deform¨® el rostro en septiembre de 2004. Acus¨® a los servicios secretos de su pa¨ªs, pero el caso nunca se resolvi¨®.
Sin embargo, nunca se ha logrado superar la crueldad de los agentes del NKVD, la temida polic¨ªa pol¨ªtica de Stalin, responsable de millones de muertes en las grandes purgas de los a?os treinta, y que nunca dud¨® en actuar en el extranjero, cuando sus v¨ªctimas trataban de poner tierra de por medio. Cualquier enemigo del dirigente sovi¨¦tico deb¨ªa morir c¨®mo y d¨®nde fuese. El caso m¨¢s famoso fue el asesinato de Leon Trotsky por el espa?ol Ram¨®n Mercader, en 1940 en M¨¦xico. Stalin alcanz¨® el poder en la URSS tras la muerte de Lenin y fue acabando con todos los personajes relevantes de la Revoluci¨®n de Octubre. S¨®lo quedaba Trotsky contra el que plane¨® todo tipo de intentos de asesinato hasta que el NKVD logr¨® que Mercader se introdujese en un c¨ªrculo m¨¢s ¨ªntimo y le asesinase con un piolet.
En el libro Un esp¨ªa en la trinchera, con el que gan¨® el Premio Comillas de Biograf¨ªa de la editorial Tusquets y que saldr¨¢ a la venta el 7 de marzo, Enrique Bocanegra cuenta las haza?as de Kim Philby en la Guerra Civil espa?ola. El que fuera el mejor agente doble que tuvo nunca el KGB, fue fichado en los a?os treinta justo en el momento de mayor poder, y terror, de Stalin. Bocanegra narra que lleg¨® un momento en que los asesinatos de los agentes sovi¨¦ticos en Par¨ªs eran tan descarados y frecuentes que Francia amenaz¨® con romper relaciones diplom¨¢ticas con la URSS si no se deten¨ªan.
Cuando un agente que operaba en Europa recib¨ªa la orden de volver a Mosc¨², sab¨ªa que las posibilidades que ten¨ªa de salir vivo de ese viaje eran casi inexistentes. Es lo que ocurri¨® con Ignace Reiss, uno de los agentes m¨¢s importantes del principio de la URSS, que fue asesinado a tiros en 1937 cerca de Lausana (Suiza), donde hab¨ªa tratado de escapar con su familia. Bocanegra cuenta que, cuando supo que los asesinos del NKVD iban tras sus pasos, su cabello se volvi¨® completamente blanco en solo diez d¨ªas.
Otro caso extraordinario fue el de Alexander Orlov, uno de los principales agentes de Stalin en la Guerra Civil espa?ola, el hombre que tortur¨® y asesin¨® a Andreu Nin y que persigui¨® sin piedad a los trotskistas del POUM ¨Centre los que se encontraba un joven escritor idealista llamado George Orwell¨C, el tipo que se ocup¨® de sacar el oro de la Rep¨²blica hasta Mosc¨². Cuando recibi¨® en 1938 una orden que le invitaba a abordar un barco en Amberes con direcci¨®n a Rusia, supo que hab¨ªa llegado el momento de morir o de huir. Eligi¨® lo segundo y escap¨® a Canad¨¢. Tuvo el coraje de chantajear a Stalin y cambi¨® su silencio por su vida, un trato que el dictador acept¨® porque corr¨ªa el riesgo de que saliesen a la luz los nombres de todos los agentes del NKVD que operaban en el mundo.
Pero el KGB nunca olvida. Orlov inici¨® una nueva vida en EE UU, protegido por los servicios secretos de este pa¨ªs. Sin embargo, como cuenta Bocanegra en su libro, ¡°una noche de noviembre de 1969, abre la puerta de su domicilio a un desconocido y descubre que, despu¨¦s de 31 a?os de fuga, el KGB ha conseguido localizarle¡±. Estaba totalmente convencido de que iban a matarle pero se equivocaba: quer¨ªan que regresase a la URSS como un h¨¦roe del combate contra el stalinismo, una operaci¨®n de propaganda. No acept¨®. A diferencia de tantas otras v¨ªctimas de la Guerra Fr¨ªa, logr¨® vivir para contarlo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.