El esc¨¢ndalo de espionaje ruso salpica a Sessions y cerca otra vez a Trump
El ahora fiscal general se entrevist¨® dos veces con el embajador ruso en plena cibercampa?a del Kremlin contra Clinton. Los dem¨®cratas piden su dimisi¨®n y los republicanos exigen que se aparte de las pesquisas. La C¨¢mara de Representantes abre una investigaci¨®n propia sobre la conexi¨®n rusa
El esc¨¢ndalo ruso tiene cercado a Donald Trump. El descubrimiento de que el fiscal general, Jeff Sessions, ocult¨® al Senado que en pleno ciberataque del Kremlin hab¨ªa hablado con el embajador ruso ha abierto una espiral incontrolable para la Casa Blanca. La c¨²pula del Partido Dem¨®crata ha pedido su inmediata renuncia ¡°por mentir bajo juramento¡±, numerosos republicanos exigen que se recuse e incluso el l¨ªder del Congreso, el conservador Paul Ryan, ha reconocido que debe apartarse de las investigaciones si estas recaen sobre ¨¦l. A esta oleada, el comit¨¦ de inteligencia de la C¨¢mara de Representantes a?adi¨® la apertura de sus propias pesquisas sobre la conexi¨®n rusa. Haciendo caso omiso a este clamor, el presidente expres¨® "su total confianza" en Sessions.
Vlad¨ªmir Putin se ha vuelto t¨®xico para Trump. La investigaci¨®n de The Washington Post muestra que el embajador Sergei Kislyak se reuni¨® dos veces con el entonces senador Sessions. La ¨²ltima cita se celebr¨® en septiembre coincidiendo con el momento m¨¢s duro del ciberataque ruso al Partido Dem¨®crata.
Acorralado por la revelaci¨®n, el fiscal general intent¨® el lunes por la noche escapar del incendio alegando que no hab¨ªa tenido contacto con ning¨²n funcionario ruso ¡°para tratar temas de campa?a¡± y circunscribi¨® sus encuentros a sus tareas como miembro del Comit¨¦ de Servicios Armados. "No s¨¦ de que m¨¦ acusan, es todo una falsedad", afirm¨®.
Sus palabras no han convencido ni a sus propios correligionarios. El repaso a sus comparecencias en el Senado, cuando luchaba por el puesto, revelan que silenci¨® cuidadosamente las conversaciones con Kislyak. Al ser preguntado por el senador dem¨®crata Al Franken qu¨¦ har¨ªa si tuviese conocimiento del v¨ªnculo de alg¨²n miembro de la campa?a de Trump con el Kremlin, respondi¨®: ¡°No soy consciente de ninguna de esas actividades. Fui llamado una vez o dos a trabajar en la campa?a, y no he tenido comunicaci¨®n con los rusos. No tengo capacidad para contestar¡±.
Ante esta actitud, los dem¨®cratas exigieron su inmediata renuncia. ¡°Sessions no cumple los requisitos para ser el primer ejecutor de la ley en nuestro pa¨ªs; ha mentido bajo juramento y debe dimitir. Hay que abrir una comisi¨®n independiente para investigar las conexiones pol¨ªticas, personales y financieras de Trump con los rusos", afirm¨® la l¨ªder dem¨®crata en la C¨¢mara de Representantes, Nancy Pelosi. En el mismo sentido se expres¨® el jefe de los dem¨®cratas en el Senado, Chuck Schumer.
El golpe amenaza con ser devastador. Hace tres semanas, una conversaci¨®n con Kislyak le cost¨® el puesto al consejero de Seguridad Nacional Michael Flynn, hombre de la m¨¢xima confianza de Trump y muy pr¨®ximo ideol¨®gicamente al estratega jefe, Steve Bannon. La ca¨ªda del general, que lleg¨® a ocultar el contenido de su reuni¨®n al propio vicepresidente, abri¨® una crisis que se agudiz¨® al descubrirse a los pocos d¨ªas que otros miembros del equipo de campa?a de Trump hab¨ªan entrado en un sospechoso juego de contactos con agentes de inteligencia rusos.
La posibilidad de que el ciberataque ruso se hubiese efectuado con conocimiento del equipo del multimillonario ha abierto las puertas del p¨¢nico en la Casa Blanca. Trump lo ha negado con vehemencia y, col¨¦rico, ha desatado una guerra sin cuartel contra los medios que lideran las investigaciones, The Washington Post y The New York Times, a quienes ha llegado a acusar de ¡°enemigos del pueblo¡±.
La gravedad de los hechos y la convicci¨®n de los propios servicios de inteligencia estadounidenses de que el Kremlin se emple¨® a fondo para lograr la derrota de Hillary Clinton han puesto al pa¨ªs ante un escenario inaudito. Cada d¨ªa son mayores las probabilidades de que el esc¨¢ndalo derive en una explosi¨®n incontrolada. El FBI y el Senado ya persiguen desde el a?o pasado el caso. Y el comit¨¦ de inteligencia de la C¨¢mara de Representantes acord¨® el mismo lunes iniciar sus pesquisas y centrarlas en el punto neur¨¢lgico de la trama: ¡°investigar las acusaciones de colusi¨®n rusa con la campa?a de Trump¡±.
En t¨¦rminos judiciales, la posible implicaci¨®n de Sessions interferir¨ªa con estas investigaciones. Al ser el responsable del Departamento de Justicia y del FBI, su presencia puede contaminar las indagaciones en curso e incluso alterarlas. Y en el caso de que los indicios contra ¨¦l tengan entidad suficiente, cabe que sea interrogado por sus propios agentes, lo que agudizar¨ªa a¨²n m¨¢s la contradicci¨®n. ¡°Si es sujeto de investigaci¨®n, debe recursarse a s¨ª mismo¡±, admiti¨® el l¨ªder republicano en las C¨¢maras, Paul Ryan. Otros republicanos fueron m¨¢s lejos y pidieron que no espere y se autorecuse ya.
Cualquiera que sea el rumbo que tome el esc¨¢ndalo, Trump vuelve a estar en el ojo del hurac¨¢n. La ca¨ªda de Flynn demostr¨® que no hay muros suficientemente altos para protegerlo. Y el presidente sabe que los servicios de inteligencia, a los que ha vapuleado con insistencia, desconf¨ªan de ¨¦l. Sus constantes elogios a Vlad¨ªmir Putin y su apelaci¨®n en plena campa?a a que siguiera jaqueando los correos de Hillary Clinton detonaron este distanciamiento.
Para los altos cargos de inteligencia, Trump hab¨ªa franqueado el umbral de lo admisible al tender la mano a un pa¨ªs que estaba interfiriendo en el proceso electoral. Esta actitud, seg¨²n The New York Times, hizo que decidieran sacar a la luz la trama. La meta era frenar a los rusos y asegurar que, una vez llegara Trump a la Casa Blanca, las investigaciones no quedar¨¢n paralizadas. El objetivo ha sido cumplido.
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