Se acab¨® la tregua en Argentina: los sindicatos empiezan la batalla contra Macri en a?o electoral
El arranque del a?o tras el verano llega con huelgas, movilizaciones y el f¨²tbol en guerra
Argentina es un pa¨ªs circular. Todo est¨¢ en constante movimiento pero siempre parece volver sobre s¨ª mismo. La econom¨ªa del pa¨ªs austral, inexplicable con manuales tradicionales, vuelve siempre sobre un eje: a?o electoral, crecimiento y precios cada vez m¨¢s altos, a?o posterior a unas elecciones, recesi¨®n y devaluaci¨®n. Y la pol¨ªtica tambi¨¦n tiene coordenadas fijas: si el peronismo est¨¢ en el poder, los sindicatos ¨Ccasi todos peronistas- est¨¢n tranquilos aunque haya crisis. Si lo pierde, las centrales salen a la calle y contribuyen a derribarlo. Hasta 13 huelgas generales tuvo el radical Ra¨²l Alfons¨ªn (1983-1989).
Con Mauricio Macri, sin embargo, parec¨ªan haberse roto todos los c¨®digos argentinos: un no peronista consigui¨®, pese a la crisis, 15 meses de paz social y calma pol¨ªtica. Pero se acab¨® la tregua. Esta semana arranca el curso, se acabaron las vacaciones, y Argentina vuelve al c¨ªrculo: fuerte huelga de maestros de 48 horas, movilizaci¨®n sindical masiva previa a un paro general, el f¨²tbol en pleno caos con la temporada suspendida, cortes constantes y colapso en Buenos Aires, y batalla campal en los juzgados donde debe declarar la familia de Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner. La paz que con tanto esfuerzo ¨Cy dinero- busc¨® Macri se ha roto. El presidente argentino, ni peronista ni radical, hab¨ªa roto hasta ahora todos los moldes. Los sindicatos, tan temidos por otros gobernantes, eran para ¨¦l un aliado m¨¢s. Los invitaba a la Casa Rosada ¨Cfue una de sus primeras reuniones como presidente-, manten¨ªa una estrecha relaci¨®n con su l¨ªder hist¨®rico, el camionero Hugo Moyano, y los mim¨® durante su primer a?o. En 2016, contra todo pron¨®stico, las clases en la escuela p¨²blica empezaron con normalidad, no hubo huelgas importantes pese a la enorme inflaci¨®n del 40% -el Gobierno firm¨® subidas de sueldos de hasta el 38% en algunos sectores- y Macri incluso viaj¨® a Espa?a con sindicalistas de toda la vida como el Momo Venegas para mostrarle a los empresarios espa?oles que pueden confiar en que ¨¦l tiene detr¨¢s a los hombres clave para negociar salarios.
Macri tir¨® de la caja para llenar las arcas sindicales y acordar el pago de deudas de las obras sociales, la gran hucha de los todopoderosos sindicatos argentinos, que organizan la salud de sus afiliados y tienen hasta hospitales propios de ¨²ltima tecnolog¨ªa. Incluso fue al Vaticano a pedirle al Papa Francisco, muy influyente en los sindicatos y sobre todo en los movimientos sociales, que le ayudara a rebajar la conflictividad. Y lo logr¨®.
Eso es lo que en Argentina se llama ¡°gradualismo¡±: para buscar la paz social y lograr sobrevivir a un Gobierno en minor¨ªa, Macri opt¨® por gastar dinero p¨²blico y evitar el ajuste m¨¢s duro ¨Cajuste hubo, sobre todo por la descomunal subida de tarifas de gas, luz, agua, superiores al 500%-. La soluci¨®n fue la cl¨¢sica: endeudarse. Pero nada es gratis, y esa decisi¨®n de endeudarse est¨¢ provocando una aut¨¦ntica lluvia de d¨®lares que empuja hacia abajo el tipo de cambio y hace cada vez menos competitiva la industria argentina. As¨ª que algunos empresarios empiezan a despedir, otros suspenden turnos, otros quitan horas extra, otras empresas cierran, y los sindicatos, muy tranquilos hasta ahora, han decidido romper la tregua.
En realidad, seg¨²n la mayor¨ªa de los analistas argentinos, las motivaciones econ¨®micas no son las m¨¢s relevantes. En Argentina todo es pol¨ªtica, lucha descarnada por el poder. Desde el f¨²tbol, cuyo futuro se decide siempre en los despachos pol¨ªticos, hasta el sindicalismo, todo conduce al mismo lugar. De hecho, algunos de los sindicalistas m¨¢s conocidos son diputados, senadores, lideran sectores clave del peronismo. Y es ah¨ª donde hay que buscar la explicaci¨®n.
En octubre hay elecciones en Argentina, donde se renueva buena parte del Congreso, y el peronismo est¨¢ sin liderazgo. As¨ª que todas estas batallas de regreso de las vacaciones parecen m¨¢s bien una disputa interna por ver qui¨¦n toma el poder de la oposici¨®n y c¨®mo se organiza la estrategia para derribar a Macri. Precisamente por eso, el presidente, que necesita mostrar su autoridad en este aparente caos, parece dispuesto a no ceder en esta batalla contra los sindicatos, sobre todo contra los de los maestros. Como suele suceder en Argentina, un pa¨ªs donde hay mucho ruido pero al final casi siempre se alcanza un acuerdo, la ruptura no ser¨¢ definitiva. El c¨ªrculo tiene que seguir girando. Pero ese es el principal problema para Macri: que se instale la idea de que las cosas vuelven a ser como siempre fueron.
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