Cuando son ellas las que frenan los cambios en materia de igualdad
La experiencia de Oriente Pr¨®ximo muestra que nombrar mujeres para cargos pol¨ªticos resulta insuficiente para cerrar la brecha de g¨¦nero
Cuando en 2014 el Gobierno iraqu¨ª quiso legalizar el matrimonio de las ni?as a partir de los nueve a?os (ley Jaafari), no fueron las diputadas sino las activistas por los derechos de la mujer quienes evitaron que llegara siquiera al Parlamento. ¡°Nos movilizamos en contra con una sentada ante la Asamblea Nacional y tambi¨¦n logramos el apoyo de la entonces ministra de Estado de Asuntos de la Mujer, una pol¨ªtica que era contraria al principio de igualdad y apoyaba la poligamia¡±, recuerda Hanaa Edwar, veterana feminista y cofundadora del Iraqi Women Network (IWN). Historias similares se repiten en varios pa¨ªses de Oriente Pr¨®ximo.
En esta regi¨®n del mundo, donde el patriarcado, la herencia tribal y las tradiciones religiosas se han aliado para apartar a la mujer de la vida p¨²blica, colocar a f¨¦minas en puestos pol¨ªticos y establecer cuotas en las c¨¢maras legislativas se interpretan como avances hacia la igualdad. De ah¨ª que tras las intervenciones militares de EE UU tanto en Afganist¨¢n como en Irak se les reservaran sitios en las respectivas legislaturas (68 de los 250 esca?os de la afgana y un 25% de los 325 con que cuenta la iraqu¨ª). Sin embargo, la brecha de g¨¦nero persiste.
Edwar, cuya organizaci¨®n est¨¢ ahora embarcada en sacar adelante una ley contra la violencia dom¨¦stica, se?ala que en Iraq esa presencia no se ha traducido en pol¨ªticas m¨¢s igualitarias. ¡°De hecho, a menudo la mayor oposici¨®n a nuestras propuestas procede de las diputadas¡±, apunta. ¡°En 2015, hab¨ªa 84 en el Parlamento y cuando presentamos una propuesta para que los partidos pol¨ªticos tuvieran que incluir a mujeres no solo en sus listas sino en los puestos de direcci¨®n, 72 de ellas votaron en contra¡±, recuerda.
¡°Muchas de estas mujeres no tienen una formaci¨®n feminista o siquiera pol¨ªtica. Llegan al cargo por relaciones familiares, de tribu o de secta¡±, explica Edwar en una conversaci¨®n v¨ªa Skype.
Aun as¨ª, incluso en los pa¨ªses sin estructuras democr¨¢ticas, se destacan los nombramientos de mujeres para cargos p¨²blicos como muestra de consideraci¨®n hacia estas o de la modernidad del pa¨ªs. En Arabia Saud¨ª, por ejemplo, fue altamente publicitada la designaci¨®n de 30 de ellas para el Consejo Consultivo o la concesi¨®n del derecho al voto, dos gestos sin apenas contenido ya que esa Asamblea carece de poderes legislativos y solo se eligen la mitad de los concejales que, sean hombres o mujeres, ni siquiera controlan los presupuestos municipales. Algo parecido ocurre en Emiratos ?rabes Unidos, que se precia de tener ocho ministras y una presidenta del Consejo Nacional Federal (c¨¢mara solo parcialmente elegida).
Alrededor del mundo
Desde las dificultades de las libanesas para conseguir el divorcio hasta la doble discriminaci¨®n de las mujeres negras en Brasil
¡°Muchos gobiernos en Oriente Pr¨®ximo colocan a las mujeres en puestos de Gobierno como signo del avance en su situaci¨®n. No es malo, pero plantea desaf¨ªos porque en general las leyes en la regi¨®n MENA son discriminatorias para las mujeres y no hay democracia; sirve de poco nombrarlas si luego carecen de poder de decisi¨®n. Es una forma de obviar los cambios necesarios para su progreso¡±, analiza Sussan Tahmasebi, feminista iran¨ª que dirige el programa de Oriente Pr¨®ximo de ICAN, una ONG que promueve los derechos de la mujer, la paz y la seguridad.
Las activistas de Oriente Pr¨®ximo subrayan la importancia de las organizaciones de base en la lucha por la igualdad
En su experiencia, ¡°cuando se producen mejoras significativas es porque hay un movimiento de mujeres fuerte detr¨¢s¡±. Cita, por ejemplo, como en T¨²nez, tras las revueltas, las activistas presionaron para conseguir una cuota en el Parlamento y su demanda fue adoptada por los partidos pol¨ªticos; el peso de las egipcias en la redacci¨®n de la Constituci¨®n (¡°cuatro de las cinco mujeres que participaron en el comit¨¦ proced¨ªan del movimiento de mujeres¡±); o el trabajo de las turcas para reformar el c¨®digo penal en el a?o 2000, y m¨¢s recientemente para impedir que se prohibiera el aborto.
Tambi¨¦n en Afganist¨¢n el trabajo de las activistas ha sido clave en la aprobaci¨®n de la ley contra el acoso a finales del a?o pasado. En Ir¨¢n, su pa¨ªs natal, destaca ¡°c¨®mo la campa?a del mill¨®n de firmas transform¨® el discurso p¨²blico y, sobre todo, de los pol¨ªticos¡±. ¡°Ahora hasta los conservadores hablan de igualdad¡±, se?ala sin ocultar su satisfacci¨®n por una iniciativa en la que ella misma particip¨®. De ah¨ª que Tahmasebi, que con motivo el D¨ªa de la Mujer va a hablar del tema en el King¡¯s College de Londres, insista en el poder transformador de las activistas y defienda que la atenci¨®n no debe centrarse solo en las mujeres pol¨ªticas, sino en apoyar los movimientos de base que trabajan por la igualdad.
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