"Met¨ª a mi hija en un infierno"
Crece la indignacion de los familiares de los 39 ni?os fallecidos en un incendio en un centro para menores de Ciudad de Guatemala ante la confusi¨®n y falta de informaci¨®n sobre el suceso
Cegada por el dolor, la madre de Lilian Andrea G¨®mez, de 13 a?os, abandona la morgue del Instituto de Ciencias Forenses de Guatemala en medio de un familiar y una psic¨®loga voluntaria. Acaba de ver, por ¨²ltima vez, un cuerpo carbonizado del que s¨®lo las pruebas de ADN permiten asegurar que se trata de su peque?a, una de las 39 v¨ªctimas del incendio registrado este mi¨¦rcoles en un centro de menores ubicado al sudeste de Ciudad de Guatemala.
¡°Maltrataron a mi nena¡±, musita entre l¨¢grimas, como subrayando el hecho de que Lilian Andrea no solo perdi¨® la vida, sino lo hizo en unas condiciones de brutalidad extremas. Pero, antes de poder retirar el cuerpo para velarlo de acuerdo a sus creencias, todav¨ªa tienen que realizar un engorroso tr¨¢mite burocr¨¢tico.
En la sala de espera de la morgue, los familiares de otras de las v¨ªctimas esperan que se les confirme la identidad de sus parientes. Han pasado la noche en unos sillones inc¨®modos. Transcurridos tres d¨ªas desde la tragedia en el hogar seguro Virgen de la Asunci¨®n, siguen sin tener certeza de la suerte corrida por sus hijos. Una mujer que se acerca a la puerta principal ¨Cel ingreso est¨¢ vedado a la prensa¨C, tiene gesto de llanto, pero las l¨¢grimas se le han agotado. El cansancio, las noches sin poder conciliar el sue?o m¨¢s que a r¨¢fagas, un sentimiento de impotencia absoluta y un cada minuto m¨¢s d¨¦bil rayo de esperanza, ¡°tal vez no sea ella¡±, completan el retrato.
¡°Traje a mi ni?a porque me garantizaron que la tratar¨ªan bien. Que le dar¨ªan de comer, algo que yo no pod¨ªa hacer todos los d¨ªas. La met¨ª en un infierno¡±, comenta una madre que intenta, con dificultad, tragar un bocadillo que le ofrecen unos j¨®venes que se han acercado hasta la morgue del Organismo Judicial en el casco viejo capitalino, con caf¨¦ y emparedados, como un gesto de solidaridad con los dolientes.
Tres cuartos de lo mismo ocurre en las instalaciones del hogar seguro Virgen de la Asunci¨®n ¨Cubicado en San Jos¨¦ Pinula, una ciudad dormitorio 21 kil¨®metros al este de la capital¨C, en donde el mi¨¦rcoles 8 ocurri¨® la tragedia y donde unas 70 ni?as contin¨²an virtualmente presas. A sus puertas, una mujer con s¨ªntomas visibles de cansancio comenta que busca a su hija sin tener ninguna respuesta. ¡°No la he encontrado en ning¨²n hospital y nadie parece saber nada¡±, dice. Otra mujer, oriunda de Rabinal (Baja Verapaz, norte) repite mec¨¢nicamente: ¡°Quiero llevarme a mi hija. Llevo tres d¨ªas pasando hambre, sed y fr¨ªo¡±.
Concebidas en principio para albergar a beb¨¦s y ni?os susceptibles de ser dados en adopci¨®n, as¨ª como a ni?os de v¨ªctimas de la violencia familiar, estos ¡®hogares seguros¡¯ pronto se vieron inundados por adolescentes en conflicto con la ley enviados a ese lugar por jueces tras encontrarlos culpables de delitos graves como violaciones sexuales, extorsiones o tr¨¢fico al menudeo y consumo de coca¨ªna.
Esta anomal¨ªa fue reiteradamente denunciada, sin encontrar eco, pese a la gravedad de las denuncias como violaciones sexuales o utilizar como esclavas sexuales a las ni?as por parte de los monitores: ¡°Nos inyectaban algo para dormirnos, nos quitaban la ropa y nos dejaban desnudas en el patio. Hac¨ªan negocios con nosotras¡±, denuncia una ex interna, Blanca Lidia Iboy, en un informe de la organizaci¨®n Mecanismo contra la tortura citado el viernes por Prensa Libre. El informe relata que otra antigua interna qued¨® embarazada en el centro y, durante una reyerta, perdi¨® a uno de los gemelos que esperaba tras recibir una golpiza. El otro le fue retenido por las autoridades y ahora espera recuperarlo.
¡°Esta tragedia evidencia las enormes carencias en los centros que administra la Secretar¨ªa de Bienestar Social de la Presidencia, y la bestialidad, no se le puede llamar de otra manera, de los jueces que ordenaron el traslado a esos hogares de delincuentes juveniles con antecedentes criminales. Fue como meter a un tuberculoso en una sala cuna de pediatr¨ªa¡±, comenta a EL PA?S Luis Linares, analista de la Asociaci¨®n de Investigaci¨®n y Estudios Sociales, As¨ªes.
La activista humanitaria Norma Cruz, al abandonar la morgue donde se reuni¨® con familiares de las v¨ªctimas, revel¨® que las mismas denunciaron que los jueces, a la hora de quitarles la potestad sobre las ni?as, ni siquiera las dejaron hablar en su defensa. ¡°Nunca les permitieron hablar. Entraban condenadas de antemano y eran acusadas de ser malas madres¡±.
A?adi¨® que la desorganizaci¨®n que priva en las instancias gubernamentales llega a tal extremo que, hasta la tarde de este s¨¢bado, no se ten¨ªa una base de datos que permitiera conocer ad¨®nde han sido trasladadas las ni?as sobrevivientes. ¡°Se hubiera evitado a los padres el dolor de estar visitando hospitales y la morgue, para saber qu¨¦ ocurri¨® con sus peque?as¡±.
¡°Esta tragedia es producto de una sociedad enferma. Las v¨ªctimas son ni?as que sufrieron maltrato, violaciones sexuales y terminaron en una instituci¨®n del Estado que, lejos de protegerlas, las convierte en v¨ªctimas de abusos, como los que ahora han salido a luz. Es la tragedia de Guatemala, un Estado completamente colapsado por la corrupci¨®n y la indolencia¡±, se?ala Manfredo Marroqu¨ªn, presidente de Acci¨®n Ciudadana, el capitulo guatemalteco de Transparencia Internacional.
Marroqu¨ªn se muestra pesimista con respecto a que la institucionalidad del Estado pueda superar esta situaci¨®n: ¡°Seguimos sujetos a la posibilidad de sufrir otra tragedia de similares caracter¨ªsticas en cualquier momento y ¨¢rea. Y lejos de ver un intento por revertir ese estado de cosas, lo que se palpa es su agudizaci¨®n. El gobierno no ha sabido interpretar la nueva realidad de Guatemala. M¨¢s bien cay¨® preso de los mismos vicios y pr¨¢cticas, de los gobiernos pasados¡±.
La jornada del s¨¢bado concluy¨® con una protesta que congreg¨®, en la Plaza Mayor, a unos 10.000 manifestantes que ped¨ªa, a voz en grito, justicia. Que este hecho no quede impune. Algunos grupos llegan a pedir, incluso, la dimisi¨®n del presidente Jimmy Morales, extremo atribuible a la torpeza extrema con que el gobierno ha manejado esta crisis.
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